Capítulo 3
Conduzco pensando en que el outfit que escogí no va con el clima actual, hace más frío que en invierno. Llego a la casa de Graciela Frei y estaciono con cuidado donde el auto no llegue a molestar la salida o entrada de alguien más. Tomo mi mochila en la que traje algunas de mis cosas, salgo del auto y lo cierro acomodando mi chamarra para poder cubrirme, de hecho hasta hay una pequeña capa de agua en el espacio, clima hermoso.
Llamo a la puerta y quien abre es el padre de familia, me sonríe amablemente y estira su mano hacia mi, tomo su mano y las agitamos formalmente.
—Bienvenida, Monserrat —el hombre alto y fornido, de cabello castaño y ojos celestes, se hace a un lado y me deja pasar—. Los niños aún duermen, salvo Angelito que despierta bastante temprano. Mi esposa te estaba esperando.
—En vacaciones todos quisieran dormir hasta tarde —asiente riendo y llegamos a la cocina, donde Graciela ordena algunas cosas.
—Monse, ya llegaste, me encanta tu puntualidad.
—Gracias —vuelvo a decir.
—Mira Angel ya está listo así que con él no hay problema salvo cuando llore y vas a entender cómo funciona, Gabriel te puede ayudar con eso —dice ella moviéndose de un lado a otro—. La habitación de Ángel está acá abajo, la habitación de mis otros retoños están en el segundo piso.
—Vale.
—La de la izquierda es de Gabriel, la del medio es la de Jorge y la de la derecha es de Georgina. En el segundo piso está su sala de juegos y el gimnasio que suele usar mi hijo mayor, creo que fue al colegio contigo así que si se levanta de su cueva puede que lo reconozcas. El almuerzo lo va a traer mi mamá todos los días.
—Vale.
—Si ellos te piden desayuno, te lo van a decir, siempre desayunan aunque sea un yogurt. Luego como a eso de las tres o cuatro de la tarde les da hambre, les puedes pasar estás barritas de cereal o una fruta.
—Entiendo.
—¿Le vas a decir del arbolito? —susurra el esposo en el oído de la mujer, alcanzo a oír por la cercanía.
—Cierto. Hay otra cosa que puede que no te parezca, pero mis hijos quieren armar el arbolito de navidad, si pudieras ayudarlos y tomarles fotos sería genial —dice ella un tanto sonrojada y viendo de reojo a su esposo que me ve fijamente rogando que acepte—. En todo caso, ya le dijimos a Lautaro que ponga las luces navideñas en el exterior de la casa, es seguro que todos van a querer salir con él, asique sería que los estés viendo de vez en cuando.
—Entiendo.
—Eso sería todo, creo —dice ella contando mentalemtnte, lo sé porque mueve sus dedos al igual que yo hago.
—Igual si tengo alguna duda, les puedo escribir ¿No? O también Gabriel me puede decir.
—Sí —señala ella y ve al pequeño—. Ahora ten a Ángel para que no llore cuando nos vayamos.
—Nosotros antes de las 8 vamos a llegar si o si.
—Está bien —susurro sin problema acogiendo al niño entre mis brazos.
—Puedes ver televisión, tenemos cuenta abierta de Netflix y Disney así que ve lo que tu quieras, aunque hay algunas que te van a aparecer en Inglés porque Gabriel está aprendiendo y ya sabes —dice divertida justificando el aprendizaje de su hija.
—Entiendo.
—Ya, Grace, nosotros deberíamos irnos —dice su esposo al ver que ella no quiere dejarme aún.
—Cierto, cuida bien a mis pajaritos, por favor, cualquier duda me escribes.
—No se preocupe, ellos están en buenas manos —digo sonriendo para que pueda estar tranquila.
Veo como ambos se alistan para poder salir, suben a despedirse de sus hijos y luego besan la frente del pequeño. Nos despedimos y ellos salen de la casa, me aseguro de que la puerta quede bien cerrada y con el pequeño me acerco a la ventana enorme que deja ver el lago a lo lejos, el pequeño comienza a balbucear y sonrío con ternura, él es adorable.
—¿Qué vamos a hacer? —cuestiono al pequeño que sólo sonríe y se roba mi corazón.
Me siento en el sofá y tomo el control remoto que estaba en la mesita de centro, son recién las 8:30 y no creo que los niños se despierten pronto, enciendo la televisión y siento a Angel a mi lado bien apoyado contra el respaldo del sofá, toma un peluche y comienza a morderle una mano al oso. Busco alguna película y termino escogiendo El planeta del Tesoro, efectivamente está en inglés y sonrío escuchándola en ese idioma.
—¿Te gusta? —cuestiono al bebé cuando estira las manos hacia la pantalla plana.
—Ma —susurra queriendo levantarse—. Mamá.
—¿Quieres a mamá? —susurro cogiéndolo en brazos y él toma mi cabello suelto—. Ella fue a trabajar, te quedas conmigo ¿Sí?
—Mama.
—No está mamá, cariño —sonríe arrugando su nariz y me da demasiada ternura, besa su mejilla—. Besito a Monse —vuelvo a besar su mejilla y este besa la mia cuando le señalo con mi dedo índice—. Otro besito.
—Pesidu —balbucea él sonriendo.
—Besito —repito besando su mejilla.
El niño ríe a carcajadas cuando beso seguidamente sus mejillas y mi cabello se mueve exageradamente, lo acuesto en mis piernas y comienzo a repartir más besos, así se olvida de su mamá. Se vuelve a sentar por sí solo y lo ayudo a pararse, sus piecitos hacen doler mis muslos por lo que trato de buscar mayor comodidad moviendome.
—¿Qué hace Angel? ¿Qué hace Angelito?
—¿Con quien hablas, Loca? —me giro dejando a Ángel sentado a mi lado, Lautaro sonríe desde el comedor, bebiendo una botella de agua.
—¿Con quién crees tú? Con Angelito ¿Acaso no es obvio?
—No, pues es un bebé —dice acercándose, se inclina y toma en brazos a su hermano menor, su perfume abunda en mi espacio antes de que se aleje—. ¿Tú hablas, Angel?
—Lati —dice el rubio pequeño.
—Lautaro —corrige el chico.
—Abua —pide el niño estirando las manos a la botella que su hermano mantiene.
Miro la escena divertida y luego noto que la película ya ha acabado, me levanto del sofá y me dirijo a la cocina a buscar su mamadera con agua, esa que su madre me enseñó antes de marchar. Vuelvo con el agua para el pequeño y este toma el biberón llevándoselo a la boca el solito, apoya su cabeza en el hombro de su hermano y así bebe.
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Editado: 15.11.2024