¿Qué mierda me pasa? ¿Por qué estoy asi.. temblando? Porque este egocéntrico me pone asi.. tiene unos ojos muy hermosos, nunca había visto este color, verdes oscuros que llegan a tener un tono azul, son tan profundos como el cielo en la noche, con un brillo especial como el de la luna. Empiezo a hiperventilar por tenerlo tan cerca, estoy loca.
La falta de interacción con un hombre. Es obvio Alessa. Claro que sí.. eso debe ser.
Abro los labios para repetirle lo egocéntrico que es, pero los vuelvo a cerrar al fijarme nuevamente en sus labios y ¿saben qué?
Debo dejar de fijarme en cada detalle de su rostro.
Me agarra el mentón sin dejar de mirarnos, veo sus labios rosados, húmedos, y.. cierro los ojos, soy débil, no me culpen, después de años, es la primera interacción con un hombre que tengo, sin contar lo odioso que pueda ser.
—solo eres una niña malcriada que no sabe respetar—abro mis ojos para quedarme perpleja viendo como me da la espalda al irse
Dios mío. ¿Qué rayos me pasa? Por un momento pensé.. que me besaría este egocéntrico con ínfulas, tonta Alessa. Tonta.
—ah!—habla antes de entrar a su auto—y jamás te besaría
Idiota.
—ya quisieras que yo te bese—digo firme, intentando sonar segura
Ahora créetelo Alessa.
Su cara de creído la deja para sonreír de lado, una bonita sonrisa que lo hace hasta cierta parte, sensual.. es sexy no lo voy a negar, pero su carácter lo malogra por completo.
—¿así? ¿y porqué cerraste los ojos?
Piensa rápido. Di lo primero que se te ocurra Alessa.
—fue.. un parpadeo lento
Mi creatividad va a nivel cero, en serio.
—ajá—asiente en mi dirección con su sonrisa burlesca—hasta nunca niña malcriada—me guiña el ojo y sube a su auto
—hasta nunca egocéntrico—murmuro aunque no creo que me haya escuchado
Me doy la vuelta para recoger la bicicleta y pararla, me monto en ella y ÉL sigue ahí. ¿Pero qué espera para irse?
Me acomodo mis lentes y antes de poder irme, veo al auto arrancar y venir hacia mí de nuevo por lo que grito.
Se detiene antes de tocarme y retrocede para seguir su camino.
—¡idiota! —grito fuerte en su dirección
Es un loco, como se le ocurre darme ese susto. Lo que tiene de guapo lo tiene de.. de idiota, de egocéntrico, de maleducado, de irrespetuoso.
¿Pero que se cree? ¿Así serán todos los hombres? Que fastidio, encima ¡me quiso atropellar doble! Yo era la ofendida, y el cambió los papeles. Que creído.
Ya está anocheciendo y menos mal pude recordar el camino de regreso a casa de los Lambert. Dejo la bicicleta en el jardín y saco la llave que me dio la señora Carmen, abro la puerta con cuidado para no hacer ruido e ir rápido a mi habitación.
Doy un suspiro al entrar, voy al baño a lavarme las manos y usar el botiquín que hay en una esquina. Me veo en el espejo, de mi nariz hay un rastro de sangre seca por lo que me lavo el rostro. Duele aún, pero no debe ser nada.
Me siento en la cama luego de sacarme los jeans y me curo las heridas de las rodillas, con un poco de alcohol y algodón. No es tan notorio, pero sigue ardiendo.
—desgraciado—refunfuño viendo mis rodillas y al culpable de haberme dejado así
Tocan la puerta y es Lucía, avisándome que los Lambert están en la mesa esperándome para cenar.
Doy un largo suspiro antes de ponerme la piyama que traje del orfanato, menos mal tengo un pantalón largo de franela que cubre mis rodillas, no quiero contarles de mi pequeño accidente, lo que menos quiero es darles disgustos.
—buenas noches—murmuro antes de acercarme y arrastrar la silla para sentarme
—te escuchamos llegar Alessa—el señor Máximo me mira apenas me siento al lado de la señora Carmen
—necesitamos ir de compras mañana—la señora Carmen me sonríe al hablar
Esto es muy extraño, hace unas horas estaba en el orfanato y ahora me veo en esta mesa grande con dos señores que me adoptaron, unos platos llenos de comida, copas con vino y agua, una casa bonita e imponente. Algo que ni en mis sueños creí que pudiera tener.
—¿te divertiste? ¿viste algo que te gustó en la calle?
Sí, algo que vi me gustó mucho.
—nada del otro mundo—sonrío antes de beber un poco de agua
—cenemos, queremos saber más de ti
—estoy segura que la madre superiora les contó mi pasado—alzo las cejas mirándolos a ambos
—¿algo arisca, verdad?—la señora Carmen ríe mientras corta el trozo de carne de su plato—vimos que todas ustedes le tenían miedo
—o respeto—el señor Máximo interviene en la conversación
No voy a decirles lo bruja que era la Madre Superiora así que evito responderles y empiezo a hablar de Jane, que era la única amiga que tenía en el orfanato. Ellos hablan de que siempre quisieron tener una hija, no pregunto más del porque no un hijo varón.
Son agradables, es fácil conversar con ellos pero aún no les hablo con tanta confianza.
Luego de la cena me lavo los dientes y me doy una ducha para dormir, hay agua caliente ¡vaya! siempre me tenía que duchar con agua fría y hacíamos fila para entrar a la ducha.
Me acuesto boca abajo en la cama, con los brazos cruzados y mi mentón sobre ellos.
Hoy, me adoptaron y conocí al ser más egocéntrico del mundo.
Al día siguiente me despierto y al ver un techo nuevo y esta habitación.. es verdad, me adoptaron. No sé qué hora es, pero por la ventana que da al jardín veo que es de mañana.
Abro la puerta de mi habitación y hay mucho silencio, no escucho voces ni a los señores Lambert.
Voy por el pasillo y puedo ver un par de habitaciones más con las puertas cerradas. Bajo las escaleras para llegar al primer piso, no hay nadie, creo. Me detengo en los escalones al ver a alguien parado en la entrada de espaldas cerrando la puerta principal, lo curioso son las maletas con ruedas que hay a su alrededor.