Mi Ángel

4x4

C l a r i s s a

Utilizo mis ultimas fuerzas para impulsarme hacia arriba y subir mi pierna sobre el suelo. Una mano se posa en mi visión, la tomo y Cameron me impulsa hacia dentro del balcón.

—Estaba comenzando a pensar en que tendría que bajar a por ti—comenta divertido.

Mi respiración esta agitada y mis piernas se sienten pesadas, me quedo recostada sobre el suelo frio esperando que mi respiración se controle.

Es mucho más complicado continuar subiendo en el aire cuando se tiene el doble de tu peso gracias a las alas. Lo muestran mucho más sencillo en la simulación de lo que en realidad es.

—Me habrías ahorrado este sufrimiento—le digo, tomando bocanadas de aire.

Unas pisadas más fuertes comienzan a resonar sobre el suelo. Volteo observando las botas de mi amiga y los zapatos muy bien lustrados de mi amigo.

—¿Puedes explicarnos qué demonios ha sucedido?—inquiere Elián poniéndose de cuclillas a mi lado, observándome preocupado.

—Todo—inspiro—está bien—expulso el aire.

Puedo sentir la mirada acusadora de Aly sobre mí, volteo a verla y sus ojos expulsan fuego y no quiero saber qué otras cosas, pero sé que está muy enfadada conmigo.

—Al menos esta vez no vienes con un rasguño más grande que tu propia cabeza—dice sin ningún filtro.

Auch.

—Alysha—Elián intenta detenerla cuando se gira para adentrarse hacia donde se acumulan las personas para observar lo que sucede.

Su comentario me dolió, pero sé que tan solo estuvo muy preocupada por mí; ella ha vivido conmigo el proceso de convertirme en un ángel superior y lo difícil que ha sido para mí superar el ataque de aquel demonio. Sé que le frustra verme dibujando al ser que me causó tanto daño.

Esta escupiendo veneno a todo lo que da.

—Las noticias vuelan—susurro, me siento con las piernas fuera del borde.

Cameron se disculpa y sale tras de Alysha, supongo buscando la manera de apaciguar su veneno.

Escucho a Elián suspirar, porque sabe tan bien como yo, que lo único que Cameron logrará será quedar aún más empapado en veneno.

Sus pisadas resuenan tras de mí y luego se sienta a mi lado, con sus piernas fuera del balcón.

Me he propuesto tan solo tener paciencia y controlarme cuando se trata de mis amigos, porque ellos no me harían daño intencionalmente. Aly tan solo esta... bastante enojada.

Mi amigo a mi lado suspira sonoramente, acomoda mi cabello tras mi oreja y me observa con una sonrisa apretada.

Intento devolvérsela, pero lo único que me sale es una mueca.

A pesar de saber que no lo hace adrede, si duele.

—¿Sabes porqué se siente enfadada?—me pregunta mi amigo, con voz suave.

—Porque lo vi, y piensa que recaeré y volveré a confiar.

Mueve su cabeza a ambos lados, como debatiendo entre el sí y el no.

—Algo parecido—dice—, pero no.

Mi ceño se frunce y mis ojos se dirigen a los suyos buscando una explicación.

—El miedo es un sentimiento muy poderoso—se coloca más a mi lado, y voltea hacia el frente, donde tenemos la vista de un cielo azul y despejado—. Hace que recreemos escenarios en nuestra cabeza, y juega en nuestra contra; y, cuando todo parece haberse detenido, viene el sentimiento del enojo, que esconde lo que en verdad sentimos.

Me quedo recapitulando sus palabras durante unos segundos.

—¿Entonces, Aly siente miedo?—inquiero, poco convencida.

Abre su boca, fingiendo asombro.

—Eres una genio—bromea y vuelve a voltearse hacia el frente.

—Pero, ¿Por qué?—digo chillando un poco en mi pregunta.

Suspira y voltea a verme, su mirada es tranquilizadora.

—Piénsalo así, ella estuvo contigo en todo tu proceso, desde que entraste a enfermería con esa herida completamente abierta—señala mi brazo ya cicatrizado, cubierto por la tela—. Estuvo en tu recuperación, también estuvo en tus prácticas para ascender a ángel superior, cuando te dieron la labor con los más pequeños, y te dio ese pedazo de tela que ahora cubre una fea cicatriz; ese pedazo de tela que te hizo sentir mejor y menos intimidada a mostrarte.

Sus palabras acaban por sacarme una ligera lagrima, porque me siento como una total malagradecida.

—Siempre ha sido ella quien te ha visto caer y volver a levantarte. Imagínate el dolor que sentiría si vuelves a confiar y acabas igual o peor que la vez anterior.

Intento relajar los latidos de mi corazón respirando profundamente, cierro mis ojos y asiento.

Elián tiene razón, si algo malo me ocurre a mí, no solo saldré yo afectada, sino también los que me rodean, los que me quieren y confían en mí.

Vuelvo a mirarlo y sonrío, rápidamente lo rodeo con mis brazos sin levantarme.

—Gracias, siempre sabes que decir.

Ríe y le siento sonreír sobre mi hombro.

—Bueno, supongo que es mi labor de amigo gay.

Suelto una pequeña risa y me separo de él, levantándome del suelo y yendo en búsqueda de mi amiga.

Siempre he sido una malagradecida con ella, y verdaderamente lo he sido, porque nunca sabes cuan bien puede hacerle un pequeño "gracias" a una persona.

Es momento de decirle gracias a mi persona.

Comienzo a buscarla por todas partes, sin embargo, parece como si se hubiese esfumado, o desaparecido del lugar. Encuentro a Cameron unas habitaciones más adelante, intento llegar a él pero mi intención queda en segundo plano cuando Maite se atraviesa en mi camino.

—¡Clarita!—me chilla.

Las personas se acumulan a los lados, sin dejarme lugar para pasar. Comienzan a adelantarse hasta dejarme a Cameron fuera de mi campo de visión.

—Es solo Clarissa—le corrijo.

Sonríe inocentemente.

—Oh, es que suenan tan parecido—finge inocencia.

Frunzo mi ceño, buscando una explicación a detenerme aquí.

—Pero no lo es—suspiro—, dime, ¿En qué puedo ayudarte?



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En el texto hay: demonios, romance, demonios angeles

Editado: 06.02.2023

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