Mi Ángel

Almohaditas

N o e l

—Te dije que hicieras una maldita cosa—levanto la voz.

Masajeo mis cienes y dejo salir un suspiro pesado.

—No soporto a Paul—se excusa—. El maldito me dio la llave equivocada, y sé que no fue por error.

—Oh, lamento mucho que creyeras que cualquier relación que tengas con Paul me interesaba como para contarme tu vida—la miro con falsa compasión, antes de volver mi mirada seria de nuevo hacia ella—. Que ese hombre no siga haciéndote perder los cables así, podría costarte más que una sola riña la próxima vez.

Suspira y baja su cabeza asintiendo con lentitud.

Maite puede tener un aspecto duro, desafiante e inescrutable. Pero cuando se trata de su hermano mayor, todo eso se derrumba.

Siempre buscando mi aprobación.

Ella es producto de mi padre y una demonio cualquiera, y por arte de magia, nació en el infierno sin tener opción. Nacida como un error según lo que Lucifer había relatado, pero, sé que por ella ser legitima hija de él, debería quedarse con el inframundo.

Pero luego de ser tan denigrada de tal manera por Lucifer, lo último que quiso saber es que tendría el poder de liderar por encima de mí.

Porque al final, yo no salí de sus huevos, pero ella sí.

Fue decisión de ella dejarme todo, porque lo único que se me salía de las manos era eso, que ella fuese la primera opción para liderar y manejar todo a su antojo, lo único que no pensé al haber hecho que Lucifer huyese fue que Maite pudo haberme exigido algo, cualquier cosa; la mitad de los beneficios, la totalidad del poder pero yo poniendo la cara para que los golpes y el odio de las almas fuesen dirigidos hacia mí.

Que todo el rencor me lo tragase yo, y no ella.

Pero no, "mi padre" acabó con cualquier momento en el que ella deseara el poder.

No sé el motivo, ni planeo preguntar.

Eso solo haría que parezca interesado en ella, pero lo único que me interesa de ella es la lealtad con la que se muestra al inframundo.

Ella parece estar bien con ello, no lo sé, ni me importa.

—No es mi culpa—susurra.

Vuelvo a alzar mi mirada de las cámaras de una de las salas de tortura.

—Dejas que Paul te haga vulnerable a sus ataques, te conozco, Maite—me pongo de pie, haciendo que ella retroceda un paso—. Con cualquier persona que si quiera intente hablarte la mandarías a conocer a su difunta abuela. Pero casualmente Paul continua respirando nuestro mismo aire luego de tantas veces haciéndote la vida añicos.

Levanto una de mis cejas y ella se sienta de golpe en el sofá.

—Odio sentirme así—confiesa—, no me gusta sentirme vulnerable por otra persona. Yo no lo soy, no debo serlo; mucho menos por un tipo.

Relajo mi expresión al sus palabras recordarme a alguien. Me siento y dejo salir un suspiro.

No me gusta dar charlas de vida, ni siquiera debería de pensar en hacerlo, pero verla tan afligida y atormentada por que una de las mil cosas que le he ordenado hacer no ha salido como lo esperaba me hace remover un poco mi corazón de hielo.

Porque, sí, tengo corazón.

Muerto, pero lo tengo.

—Está bien sentirse así por ciertas personas—digo—, no estamos hechos de piedra, Maite. Algunas veces, simplemente no podemos evitarlo.

Ella alza su mirada cristalizada y frunce su ceño.

—¿Quién eres, y que haces hecho con Noel?

Bufo y vuelvo a endurecer mi rostro. Intento hacer que no se sienta tan miserable, pero no coopera.

—Céntrate—ordeno y vuelvo a sentarme, ella aclara su garganta—. Que no se vuelva a repetir, sabes perfectamente que Clarissa no está segura aquí, y por más que desearía que se quedara fuera del inframundo, no es posible mientras los malditos palomos blancos la busquen.

Reprime una risa y tapa su boca. Asiente y se levanta.

—Iré a buscarla.

Comienza a caminar, pero el sonido de mi voz hace detener su mano sobre el pomo de la puerta.

—No hace falta—ni siquiera me giro para mirarla, continuo centrado con la vista sobre la pantalla—. Sé que está en la habitación, pronto haré una visita para ver cómo comienza a llevar esto.

Asiente y sale finalmente.

Dejo las cámaras de lado apenas su fragancia se pierde de la habitación; es un poco pesado estar teniendo que observar un aparato a tan solo girar mi cabeza para observar el exterior, pero lo prefiero así, antes de que ocurra un accidente inesperado.

Hay acciones de Clarissa que simplemente no tengo previstas, por lo que prefiero mantenerlo así.

Me siento ansioso y algo estresado, pero supongo que son sentimientos que debía esperar, mantenerla aquí abajo por no sé cuánto tiempo será... y saber que si llegase a querer salir a la superficie por cualquier motivo, seria riesgoso que logren encontrarla. Porque se la debilidad que siente por sus más allegados, porque sé que pueden endulzarla para que vuelva.

No estoy completamente seguro de sí ella lo haría... pero sé que lo haría si no lo pensase antes.

No quiero mantenerla dentro de unas cuatro paredes como una prisionera, jamás podría hacerlo, tampoco puedo impedir que divague por los pasillos mas oscuros de las oficinas, e incluso del castillo... pero es justo lo que espero que haga.

Su curiosidad siempre ha sido mayor que cualquier otra de sus cualidades.

Y bueno... ¿Por qué no usar eso a mi favor? O bueno, a nuestro favor.

Me levanto y rodeo el escritorio y antes de salir tomo la bolsa de papel que he estado observando como si de una brújula se tratase, salgo y cierro tras de mí.

C l a r i s s a

¿Debería de huir?

¿Qué tan posible es lograr escapar sin ser atrapada en el intento?

Tendría todas las de perder con tan solo intentarlo. No conozco los métodos con los que los demonios suben a la superficie, tampoco sé si al llegar a ese método me afectaría en algo al no ser un demonio como tal.



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En el texto hay: demonios, romance, demonios angeles

Editado: 06.02.2023

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