Con el paso de los años, Santiago y yo construimos una familia hermosa y amorosa. Tuvimos hijos, nietos y bisnietos que crecieron rodeados de amor y cariño.
Nuestro amor perduró a lo largo del tiempo, resistiendo las adversidades y desafíos que la vida nos presentó. Aprendimos a valorar cada momento juntos, cada risa compartida, cada abrazo reconfortante.
Nuestro legado de amor perduró en el tiempo, recordando a las generaciones futuras que el amor verdadero es eterno y que la pasión es el motor que impulsa el corazón humano a seguir adelante.