Llegó el fin de semana. Alejandra salió el sábado a recorrer centros comerciales con Karla. A ver tiendas, comer helado y disfrutar del aire acondicionado que no tenía en su habitación. En la tarde fueron al cine. Regresó temprano a su residencia porque estaba retirada y no quería pasar sustos en la noche. Karla se vería con su amigo Roberto. Aún no definían su situación sentimental.
El domingo asistió a misa, caminó un poco y al llegar lavó y se colocó sus tratamientos de belleza domingueros. En eso se encontraba cuando recibió la llamada de Amelia invitándola a almorzar lasaña en su casa.
Con voz persuasiva, le dijo que sólo serían tres comensales por lo que no debía preocuparse. Un almuerzo familiar. Ella había preparado su receta favorita de la que conversaron en una de sus charlas ocasionales en la terraza. Tenía su secreto especial que quería le diera el gusto bueno.
No tuvo escapatoria ante tan amable ofrecimiento. Un rico almuerzo, grata compañía y un ambiente fresco. Distinto al calor reinante en su cuarto. Era una valiosa oportunidad para lucir el vestido veraniego que le obsequiará Karla por su cumpleaños. Blanco con delicadas flores en un violeta claro. Lo acompañó con una sandalias de corcho de tacón medio que se amarraba al frente. Cepillo su cabello y se colocó su perfume. Sólo se maquilló con lápiz delineador en sus ojos para realizarlos un poco y brillo labial color rosa claro. Recogió su cabello dejando caer suaves hondas. Lucía espectacular. Se veía femenina, tierna y angelical. Contrario a los atuendos de mujer moderna y ejecutiva que solía llevar a la oficina. De colores oscuros o neutros y siempre pantalones y camisas.
A la hora llegó un chofer a buscarla en una camioneta blanca, costosa más no lujosa. Elegante y sencilla como su dueña.
Recorrieron la ciudad hasta entrar al famoso Barrio Palermo. Con hermosas casas, plazas y negocios y fantásticas áreas verdes. Llegaron a la residencia de la señora Amelia. Por supuesto su jardín era fabuloso. Aún en verano la grama verde y las matas con lindo follaje. Todo mantenía una armonía en sincronía de colores, formas y tamaños. Nada sobraba. Ni una hoja o una raíz. Al entrar el chofer la acompañó hasta la sala de estar donde ya la estaban esperando.
-Señora Amelia. Aquí está la señorita Alejandra. Anunció Ramón - Que tengan feliz tarde. Le recuerdo hoy visitaré a mi madre y regreso mañana temprano.
-Vaya tranquilo Ramón. Me saluda a su madre. Alejandra, bonita!, bienvenida. Espero te sientas como en tu casa. Que linda estas.
-Gracias. Es usted muy amable. Su casa es hermosa. Me encanta el estilo shabby shic. Tiene mucha personalidad y romanticismo.
-Mi madre tiene mucha razón. Afirmó Leonardo. - Te ves muy hermosa con ese vestido. Sus ojos denotaban admiración.
-Jefe. Que sorpresa. No sabía que la señora Amelia era su mamá. No relacioné sus apellidos.
-Lo que pasa es que empleo mi apellido de soltera para asuntos de trabajo. Recuerda cariño que estoy retomando mi vida laboral.
-Entiendo. Comentó con una sonrisa que esperaba no se viera fingida.
-Ya basta de tanta charla. Esa lasaña nos espera. Leo pon la mesa con Alejandra, mientras yo sacó la comida del horno.
Se organizaron de inmediato y mientras Leonardo ubicaba todos los utensilios ella colocaba cada cubierto y plato en su lugar. Luego, él fue por un vino a la vinatería que tenía su padre . Se decidió por un vino tinto "Malbec", adecuado para la lasaña con bruschetta (rebanada de pan tostado frotado con ajo y aceite de oliva extra virgen) que almorzarían ese día.
-Quiero te sientas en confianza Alejandra. Me recuerdas mucho a mi cuando llegué a este país. Claro yo era menor. Apenas contaba con diez años. Es difícil al principio pero después lo consideras como tú segunda patria. Amo a Argentina, mis raíces ahora están aquí. En Buenos Aires me casé, tuve a dos hermosos hijos y le debo todo lo que soy. Mi profesión. También.
-Eso mismo dice mi padre de Venezuela. El llegó muy pequeño desde Portugal. Vivió un tiempo en el centro del país pero en unas vacaciones que viajó como turista a Mérida se enamoró de mi madre y hasta la fecha viven allá. Tuvieron dos hijos. Mi hermano Carlos y yo que nací después.
Leonardo comía en silencio. Notando como Alejandra hablaba de forma fluida con su madre mientras con él casi no cruzaba palabra. Tenía dudas sobre la conveniencia de esa cercanía entre su pasante y su mamá. De seguro ya estaba haciendo planes de boda entre ellos.
-Leo. Aterriza bambino. Tal parece que estás muy lejos. En otra dimensión.
-Disculpen. Les sirvo más vino?. Preguntó cortés para desviar la atención. Alejandra lo miró de soslayo para volver a clavar la mirada en su plato.
Tengo postre pero vamos a dejarlo para después. Serviré café. Que les parece si vemos una película de comedia romántica . Los miró poniendo ojitos. Si que era experta en técnicas de manipulación. Pensó Alejandra divertida.
Pasaron a la sala de estar y escogieron la película. Buscaron en Neflix. Y se pusieron cómodos. Se reían y comentaban algunas de las ocurrencias de los actores. Los tres eran cinéfilos. Captaban rápido y disfrutaban de la trama. Al terminar ellas se fueron a buscar el postre. Y más vino para acompañarlo. Esta vez y después de mucha discusión seleccionaron un clásico, "Orgullo y Prejuicio".