XXXIV.

-Hola Romina, ¿Estás bien?, le cuestiono muy exaltada.

Pero no hay respuesta solo silencio y creo qué sera mejor colgar hasta qué un voz me responde.

-Lo siento mucho Kiara, Romina no puede contestar por ahora, dice la voz y la reconosco es la madre de Romina.

-Señora, ¿Dónde está ella?, por favor digame, le digo suplicante.

-Lo siento mucho Kiara, pero no puedo hablar y menos decirte, perdón, dice la señora.

Antes de qué cuelge le vuelvo a insistir, -Señora, se lo suplicó, Romina es mí mejor amiga se lo pido por favor, ayudeme, le suplicó al borde del llanto.

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Otro silencio para mí eterno llega hasta qué responde, -Bien Kiara sólo porqué te has ganado mí cariño y porqué se lo mucho qué se quieren Romina y tú, te veo en media hora en la cafetería qué esta cerca del hospital central de la ciudad.

-Genial, voy para alla, le respondo emocionada y colgamos la llamada.

Un sentimiento de miedo, felicidad y enojo llegan a mí, ¡Por fín sabré qué pasa con mí amiga!, tomó un taxi y le pido que me lleve a dicho lugar, el viaje no tarda mucho pues no hay tráfico y en menos de 20 minutos llegó a la cafetería.

Pago el taxi, y entró a la cafetería, busco a la madre de Romina y al parecer ella también acaba de llegar, me acerco inmediatamente a ella y sorpresivamente ella me observa y me abraza, la señora siempre se ven tan serena y tranquila, qué no parace ella está mujer no es la misma se ve vulnerable, triste y cansada y al parecer comienza a sollozar, yo sólo me dejo abrazar por ella y luego ella me suelta y se disculpa y  yo solo sonrió amistosamente.

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-¿Qué quieres tomar?, me pregunta.

-Con todo respeto no he venido a tomar café, sino a saber de mí amiga, por favor, le digo.

Ella sólo sonríe y dice, -Bien Kiara, se qué te has enterado que Romina tuvo un accidente, ella está bien, y su rostro se vuelve una expresion triste y yo temo lo peor.

-¡¿Qué pasa?!, por favor, le suplico sollozando.

-Kiara, quiero qué sepas què esto no lo sabé nadie excepto tú y tú familia y nosotros desde luego, así qué prometeme qué lo què te diré no se lo dirás a nadie, ni siquiera a Romina, prometelo, me dice sería y triste.

-Se lo prometo, no le diré nada a nadie, pero dígame ¿Qué tiene Romina?, le respondo triste.

-Hace unos meses antes de qué sucediera el incidente, y los rumores de ustedes, ella en ocaciones se ponía pálida, se mareaba y en ocasiones cuándo jugaba basketball, tenía dificultad para respirar y por la noches tenía espasmos muculares, en un principio creímos qué eran pesadilla o cosas de la adolescencia, hasta hace unos días, ella se desmayo y comenzo a convulcionar, inmediatamente la llevamos al hospital, ahí le controlarón el ataque y le practicaron estudios, el Médico nos pidió qué fueramos fuertes... 

La señora comienza a llorar y yo solo retengo mis lagrimas, sacó unos pañuelos de mí mochila y le entregó uno a la señora y ella lo toma y se limpia sus lágrimas.

- Perdón, Kiara esto es difícil, yo sólo le muevo la cabeza y le tomo las manos y le digo, -Tranquila se qué no es fácil, tomese su tiempo.

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Ella me sonríe y me da una pequeña caricia en mí rostro y continúa hablando, -Romina padece una enfermedad desde muy pequeña sólo qué hasta ahora ha presentado síntomas más visibles, y siempre fue tan tranquila qué creí qué era tímida, no le di importancia, y luego te conoció a ti, ella cambió era más felíz, más ella y nadie imaginaba qué estaba muriendo por dentro. Él médico nos dijo que ella padece Ataxia de Friedreich, es una enfermedad hereditaria y neurodegenerativa que afecta a personas jóvenes qué se caracteriza por un deterioro lentamente progresivo de la coordinación en la marcha y en la capacidad para mantener correctamente la postura corporal, así cómo otros signos y síntomas neurológicos. Básicamente Kiara mi niña muere a cada instante, con el tiempo ella ya no podra caminar, no podra mantenerse en pie y se irá muriendo lentamente, mira él médico nos dio esté documento y me tiende dicho papel lo tomó y comienzo a leerlo...