Pov: Lía
Luego de haberme quedado por lo que parecieron horas, salí de mi ensoñación y me dirigí al baño a hacer mis necesidades y lavar mis dientes. Al entrar y mirarme en el espejo pude ver en mi reflejo mis labios hinchados y rojos, los toque y tuve un pequeño flashback de lo que había ocurrido minuto antes.
Al salir del cuarto de baño, me dirigí hacia la cama gigante que había en el medio de ella, sí que era suavecita y muy cómoda, "los que tienen dinero sí que disfrutan". Me acosté en ella y me tapé.
Estuve mucho tiempo dando vueltas y vueltas en la cama, no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado hoy con Zed y cómo es que todo había pasado tan rápido.
A la mañana siguiente:
Me desperté debido a que los rayos que se filtraban por la ventana me daban en la cara y me estaban molestando, por lo que decidí girarme hacia el otro lado y seguir con mi preciado sueño, ya que hoy era sábado y no tengo clases, pero al girarme y volver a acomodarme en la cama, me di cuenta que esta no era mi cama y que no estaba en mi habitación, por lo que me senté de golpe en ella y miré a mi alrededor; luego de unos segundos todos los recuerdos vinieron a mí.
Me levanté de la cama y fui al baño a lavar mis dientes, ya que había encontrado un cepillo nuevo en él y lo estaba utilizando, ya que no tenía nada aquí y no creía que le importará mucho si lo utilizaba. Luego de eso, salí del mismo y busqué el pantalón que me había sacado anoche antes de dormir, ya que con la remera gigante que traía puesta era suficiente; me lo puse y me dirigí hacia la puerta para abrirla y salir hacia los pasillos, que para mí eran como un laberinto.
Al estar en él, giré hacia la derecha y fui a lo que yo suponía que daba a las escaleras, mientras me dediqué a ver con más atención los cuadros que se encontraba en las paredes, y la verdad eran muy bonitos, aunque muchos no los entendía. Luego de caminar por varios metros llegué a otro pasillo, y no a las escaleras como pensaba. Después de dar vueltas y vueltas por todos lados, por fin encontré las escaleras y las bajé en silencio para ir a buscar la ropa húmeda que había dejado en la entrada ayer.
Luego de agarrar las mismas y ponerme mis zapatillas, que estaban muy húmedas y me incomodaban, me dirigí hacia las puertas y salí al exterior. Tenía que recuperar mi mochila y luego ir a casa, lo único que esperaba era que mi "madre" y Mike no se encuentren allí, ya que se me armaría una grande y no quería salir lastimada de nuevo por culpa del caprichito de Zed con querer averiguar quién me había golpeado.
Al bajar las escaleras de la entrada pude ver lo grande que eran los jardines y las hermosas fuentes, rodeadas con flores que se veían a lo lejos. Seguro y tenía alguien que arreglaba sus jardines todos los días.
Me dirigí hacia el auto y al querer abrir la puerta del mismo, comenzó a sonar una horrible alarma y muy fuerte, que seguro y ya había despertado a todo el mundo, de un momento a otro aparecieron hombres corriendo y apuntándome con un arma. Levanté las manos por inercia y me quedé helada. La verdad no sabía que rayos estaba sucediendo y porque tenían armas apuntado a mi cuerpo.
-yo no hice nada - fue lo primero que dije y me di una cachetada mental por decir tal cosa.
luego de unos segundos, uno de los hombres se empezó a acercar a mí y yo a cada paso que él daba, retrocedía. Estos hombres me estaban asustando más de lo que estaba, cuando estaba ya a un metro de mí se escuchó una grave voz que venía desde atrás de los "gigantes" con armas.
- ¡BAJEN LAS ARMAS! - gruño de manera alta.
Al instante ellos se hicieron a un lado y las bajaron; ahí recién lo vi, estaba solo con un pantalón de chándal gris que caía por sus caderas y dejaba ver la v de su cuerpo; descalzo y una mueca de enojo en su rostro.
Se acercó hasta mí, apagando de paso la alarma del coche que en ningún momento había dejado de sonar y me dijo:
- ¿qué haces acá afuera a esta hora y que sucedió? - Yo solo lo mire y luego a los hombres detrás de él, más concretamente sus armas; él al ver esto les grito que se retiraran y luego me agarro la mano llevándome de nuevo hacia la casa.
-Lía que hacías afuera a esta hora, son las 7 de la mañana - dijo con su mano todavía tomando la mía y yendo hacia lo que creo era su oficina.
- eh yo solo quería recuperar mi mochila que olvidé en tu auto y al querer abrir la puerta sonó la alarma y aparecieron esos ho-hombres con armas y me apuntaron - dije en un susurro y medio tartamudeando.
-ahhh porque no solo me la pediste, pudiste haber tocado mi puerta y yo te la hubiera conseguido - dijo con una sonrisita, pero yo todavía no salía de mi estupor y el susto que me había llevado.
Armándome de valentía pregunte:
- ¿porque tenían armas?
-porque son mi gente de seguridad hermosa y tienen que proteger la casa de personas que quieren robar en la misma. Además, hay boxeadores que me tienen envidia y quieren muchas veces hacerme daño - me dijo de la manera más calmada, no podía creerlo, para él era tan normal que todos esos "gigantes" estuvieran armados.
-ahh okey.
- ¿me puedes llevar a casa por favor? - agregué mirando detenidamente su pecho desnudo y ese six-pack que tanto quería tocar y los tatuajes que lo cubrían parecían ser verdaderas obras de arte ¡por dios que estoy pensando!, yo no soy así.
-claro, pero primero vamos a desayunar algo.
Al llegar a la cocina toco lo que parecía ser un pequeño timbre y a los minutos apareció una señora algo de edad y con una sonrisa gigante.
-buenos días mi niño, ¿ya quieres tu desayuno?
- si nana, mira ella es Lía - dijo señalándome donde me encontraba; al parecer no me había visto ya que cuando su mirada cayo en mí y sus ojos se abrieron, para luego acercarse a mí y abrazarme. Yo no me moví por unos minutos y luego le correspondí.