Aarón
Me removí incomodo al sentir un peso sobre mi hombro, al abrir los ojos sentí como unos cabellos rubios estaban por entrar en mi nariz, me levanté de un salto despertando a la chica dormida a mi lado
–Buenos días–intento darme un beso, pero me aparte de prisa.
–Buenos días Laura
–Es lucia – me corrigió molesta, rodé los ojos
–Si eso, lucia ¿puedes levantarte e irte tengo cosas que hacer?
–Me estas echando–inquirió molesta mientras se cubría con las sabanas
–Claro que no, pero tengo cosas que hacer– mencione mientras le lanzaba su ropa– Así que muévete
–IMBÉCIL–grito mientras tomaba sus cosas y salió del cuarto, luego escuche como cerraba con fuerza la puerta de mi departamento
–Porque siempre tienen que hacer eso– suspire para luego darme una ducha
Luego de darme una ducha empecé a prepararme el desayuno, hoy era sábado por lo tanto no trabajaba y disfrutaría mi fin de semana, justo cuando iba a darle el primer mordisco a mi sándwich el timbre sonó
–Ya voy–respondí para ir a ver –Laura que quieres
–Es lucia idiota y me olvide mi teléfono –intento ingresar, pero me puse en su camino
–Yo te lo traigo– mencione cerrando la puerta, no quería que ingresara de nuevo, busque el teléfono y cuando lo encontré salía a devolvérselo– Aquí esta
–Gracias y Aarón cundo queras puedes llamarme–comento coqueta, no podía creerlo le acababa de cerrar la puerta en la cara y aun así me pedía llamarla, es que no tiene dignidad
–No lo creo –respondí cuando escuchamos un grito
– RAUL JURO QUE ESTA VES SI TE MATO DESGRACIADO– mi vecina grito como lo que es una loca, hace días que la escuchaba pelear con alguien diciéndole que no coma sus cosas o que ya estaba cansada de él y cosas así, al parecer tiene un novio igual de loco que ella.
–Esa es tu vecina –inquirió con una mueca lucia
–Si– respondí cuando la puerta se habría y por ella salió Amalia toda despeinada, nos observó con miedo, luego simplemente sonrió y se metió a su departamento.
–Eso estuvo raro–yo solo asentí
–Bien ya tienes tu teléfono así que chau
–Pero….
Le cerré la puerta, y me dirigí a la cocina cuando el timbre sonó de nuevo y ahora que quieren no me dejarían comer en paz, al abrir me encontré con el rostro de la castaña enfrente mío, estaba sonriéndome.
–Si… que necesitas – tartamudeó como idiota, su sonrisa me había desconcertado en verdad que era muy hermosa cabello castaño ojos grises entre verdosos y unos labios ufff que labios, ella se quedó en silencio analizándome, ¿qué quería? ¿porque estaba aquí?