Mi Diablo favorito

Capítulo XVII

Miré la mesa servida y luego a los invitados de mi esposo. Todos lucían en un costoso traje hecho a la medida de sus cuerpos y las mujeres con unos vestidos preciosos delineando su figura. Sentí una mano deslizarse de mi espalda a mi cintura. El perfume fresco y caro llegó a mi nariz como un aroma lleno de amor, paz y peligro.

—¿Alguien ya te molestó con preguntas estúpidas? —lo miré y recibí su beso en mi pómulo derecho, negué de inmediato.

—No, solo estoy mirando a los delicados de tus socios... Esta cena es algo que me tomó por sorpresa, cielo.

—Es mi cumpleaños.

Me miró confundido y reí avergonzada. Lo olvidé por completo y me sentía tan mala esposa.

—Lo olvidé, lo siento.

—Haré que lo sientas cuando todos estos cabrones se vayan.

Me dio una nalgada y se alejó. Reí tomando del vino y una mujer de vestido dorado se acercó.

—Esta fiesta es de locos, no sabía que el guapo de tu esposo cumplía cincuenta años...

—Diana, no cumple esos años.

—Aunque si los cumpliera, seguro que aún se le pararía la ver...

Cubrí su boca y ella sonrió quitando mi mano...

—No digas esas cosas aquí, prima, no es apropiado.

La regañé y un tipo de traje gris se acercó. Tenía un lunar bajo su ojo y nos sonrió como si nos conociéramos de toda la vida.

—Buenas noches, soy Benjamín Flores. Usted debe ser la mujer de Alex, me da gusto conocerla. Y usted debe ser...

—Soy Diana, prima de esta sexy mujer que ves aquí.

Me señaló y elevé una ceja. Asentí. El chico solo sonrió un poco más, hasta que sentí de nuevo la presencia dominante y peligrosa tomarme con fuerza.

—Benjamín.

—Alex, qué bueno ver que sigas cumpliendo años.

—Y seguir dominando un imperio que jamás vas a tener en tus manos.

Dijo con cierta burla y relamí mis labios sin saber qué decir. Las manos de Alex apretaron mi cintura y sentí que estaba enojado por algo. Simplemente acaricié su mano con cuidado y eso lo calmó.

—Alex, que pienses así de mí frente a tu esposa es irrelevante e invasivo.

—Mi esposa es de mente abierta como yo, acepta todas las decisiones que tomo, y es la única que pondría sobre todo.

—Darías la vida por ella, eres muy romántico, Alex.

Miré a mi prima y negué. Era una tonta y no quería que hablara o mi esposo se le iría encima lleno de bronca y odio.

—Daría todo por ella. Y si es necesario entregarte a ti a los tiburones para complacer a mi dama, lo haría.

Benjamín rió y suspiré ya de mal humor. Este cumpleaños era importante para mi esposo y que se pusiera a discutir o a decir cosas que sobrepasaban el límite era innecesario e irritable para mí.

Me alejé de los tres y caminé por un pasillo. Estaba vacío y me resultó extraño en mi casa, ya que los guardias solían vigilar estas zonas cuando había cenas o fiestas. Caminé más lento al doblar al pasillo derecho y fruncí el ceño al oír voces.

—Simplemente lo tengo... —miré por el borde de la puerta y vi a un sujeto de espaldas hablando por teléfono, no lo podía ver bien—. No, no puedo ahora, entiende, la casa está rodeada de matones, sus aliados... Tengo una presa. Me llevará tiempo endulzarla, es una fiera y una salvaje que necesita ser domada. Te diré cuándo debes estar preparado para matarlo.

—Alex Miller debe morir esta misma noche, y si no pasa hoy, pasará pronto y eso será mucho peor para él y la zorra de su mujer.

Me pegué a la pared y me alejé de allí lo más rápido posible. Necesitaba encontrar a mi esposo ahora, informarle de esto. Sabía cuántos enemigos tenía mi esposo, pero nunca imaginé que uno de ellos estaría infiltrado aquí, creyéndose un socio y uno más de la familia Miller.

La cuestión era que no sabía dónde se había metido y estaba desesperada. Otra que exactamente no sabía de qué estaba hablando el sujeto y con quién. Choqué con una mujer mayor, me disculpé en voz baja. Me sonrió, una sonrisa que me puso los pelos de punta. Sentía que la presión iba en aumento y ya estaba que me desmayaba. Era una sensación horrible.

Una que no sabía por qué me pasaba justo ahora. Miré detrás de mí, sintiendo como alguien me seguía, y al observar al frente logré visualizar a mi esposo.

—Alex...

Susurré jadeante. Las personas me observaron y cuando él lo hizo, tiró la copa y se apresuró a mi encuentro, pero caí en sus brazos sintiendo como la oscuridad me consumía y solo escuchaba su voz de lejos llamándome.

---

Desperté de a poco. Miré a un hombre de camisa alejarse con una pequeña maleta y me senté.

—Con cuidado, el doctor dijo que debes mantenerte en reposo. Estás con mucho estrés.

Suspiré y acaricié su mano dejando un beso en el dorso de este. Lo miré, sentí la caricia en mi mejilla.

—¿Qué pasó, mi amor? —preguntó algo preocupado.

—Casi mato a la mitad de los sujetos. Pensar que alguien te tocó me hierve la sangre. No me gusta verte débil, nena.

Negué.

—Anoche alguien estaba en el despacho que no usas... Hablaba por teléfono de que te matarían esta noche, y que si no era hoy lo harían pronto, matándonos a ambos.

Conté. Lo vi tensarse con fuerza y se levantó.

—¿Quién dijo eso?

Sobé mi frente algo cansada y con dolor de cabeza.

—No logré ver su rostro, estaba de espaldas a la puerta...

Negó molesto y salió sin decir nada.

Hice lo mejor: contarle lo que escuché. No debía ocultarle las cosas a mi esposo, el que daba la vida por mí y Yaro, el hombre que quería formar una familia conmigo.

No iba a traicionar su confianza y amor.

Nunca dejaría a mi esposo sin información.

Nota de la autora

Gracias por leer este capítulo, chicas
Las cosas se están poniendo cada vez más tensas y los enemigos se acercan demasiado.
¿Creen que Stella esté a salvo? 😨
Nos leemos en el próximo capítulo, ¡no se lo pierdan!




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