Mi diario de viajes.

Escapes de la realidad.

Camine hasta la plaza más cercana y comencé a meditar sobre varios temas que me perturbaban. En algún momento, no sé cuándo, el día llamó mi atención, el verde de los árboles y el viento cálido, parecía abrazarme, como si de una manera dulce y delicada me dijera que todo iba a estar bien. Las aves volaban, con tanta libertad, en ese preciso momento pude notar que me gustaría ser como ellas. Luego pensé “¿nosotros nos aprisionaremos como hacemos con la aves?, quizás sí”. Quería estar sola, no quería escuchar a nadie, el mundo estaba lleno de conflictos y yo ni siquiera podía con los míos. “¿Soy débil? No, solo soy humana”, quería recobrar la tranquilidad, pero algo dentro de mí me perturbaba y parecía que se iba a quedar ahí por lo menos un par de días más. Odio tomar decisiones difíciles, nunca fue mi fuerte, pero aun así siempre lo tuve que hacer, como todos, supongo. A veces pienso que me ahogo en un vaso de agua, como diría mi madre, pero no lo creo así, las cosas me afectan más que a los demás, eso lo note siempre, es una verdad que está muy arraigada en mí, desde que tengo uso de razón. “Me gustaría tomar las cosas de una manera más simple o que al menos no me afecte tanto, pero no es así, no se ser de otra manera”.

Rubio: _ ¿Qué andas haciendo por acá?

Ámbar: _ Salí a tomar aire fresco.

Rubio: _ De vez en cuando todos necesitamos salir a despejarnos cuando las cosas nos asfixian y no está mal eso.

Ámbar: _ Sí, lo sé.

Rubio: _ ¿Queres que te haga compañía?

Ámbar: _ Bueno.

Él se quedó sentado a mi lado, sin emitir una sola palabra, pareciera como si leyera mis pensamientos, como si supiera que no quería escuchar a nadie, pero que a su vez necesitaba compañía, quizás me entendía, o tal vez él necesitaba lo mismo.  Luego me acompaño hasta casa y se despidió dándome un abrazo bien fuerte, de eso que te hacen entender que todo va a mejorar. Cuando entre vi a Renata que me estaba esperando junto a la puerta.

Renata: _ Hola mi cielo ¿Cómo estás?

Ámbar:_ Hola, bien ¿vos?

Renata: _ No cambias más vos ¿no?

Ámbar: _ ¿Por qué decís eso?

Renata: _ Siempre que tenes que tomar alguna decisión complicada no queres ver a nadie, te aíslas y estas de mal humor todo el tiempo.

Ámbar: _ Eso no es verdad.

Renata: _ Mira se te cayó algo.

Ámbar: _ ¿Qué se me cayó?

Renata: _ La cara.

Ámbar: _ Sabes que no me caen nada bien tu humor de mierda, cuando estoy así ¿no?

Renata: _ Viste que si estas de mal humor, lo acabas de admitir, dale… vamos a tomar una cerveza.

Ámbar: _ No tengo ganas.

Renata: _ No quiero que te quedes encerrada, además yo también la necesito.

Ámbar: _ Bueno, vamos.



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En el texto hay: amor, amistad, diversidad

Editado: 16.04.2021

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