Cómo todos los días hoy he salido al jardín eso es lo único que hago desde que he quedado ciega ya que mis padres opinan que no puedo andar sola en ningún lugar de la ciudad. Ellos son demasiado protectores eso sucedió desde que mi hermano murió en aquel accidente de auto y yo quedé ciega por eso mismo.
Desde esa vez mis padres jamás volvieron hacer los mismos de eso ya pasó muchos años.
Sinceramente al principio obedecerlos no me causaba ningún problema ya que pensaba que eso los curaría y después ya no serían así.
Pero entre más pasaba el tiempo más ellos se volvían más y más sobre protectores por lo que ahora solo me la vivo encerrada los trescientos sesenta y cinco días del año, realmente eso me asfixia.
dejo se pensar en eso para luego sentir como una espina se encaja en mi mano.
—Niña tenga cuidado estás rosas tienen espinas—menciona mi nana a la cual le cuento todo.
—Ay nana creo que es demasiado tarde—le sonrió mientras le enseño mi dedo.
—Nena—toma mi mano y la limpia con un pañuelo.
—No es nada solo es un rasguño—digo sin darle importancia.
—Marina debes tener más cuidado —oh vaya cuando ella menciona mi nombre es porque se ha enojado.
—Ok Nana disculpa—la abrazo.
—Ok, mi niña ¿Y hoy qué quieres hacer —pregunta mientras camina conmigo.
—Bueno pues no hay mucho que hacer aquí ¿Qué tal si hoy me sacas al centro comercial?—muerdo mis labios.
—Mi vida no puedo, si lo hago tu madre se enojara—dice ella para luego detener sus pasos.
—Nana mi madre no se dará cuenta, ella anda de viaje y regresa mañana—frunzo el ceño.
—Ay niña es que si se entera ella me va correr por desobedecer sus órdenes las cuales son...
—Si lo sé, Marina no debe pisar la calle ni comer cosas que le hacen daño, Marina debe dormir las ocho horas y...
—Niña es su mamá—dice tratando de ocultar su risa.
—Es mi mamá pero no deja de ser tan obsesiva conmigo, por dios tengo veinticinco años—digo sonriendo.
—Lo sé pero debe estar consciente de que si es así es por..
—Lo sé Nana pero de verdad estoy harta de estar encerrada en esta casa y si está llena de lujos pero... Esto no deja de ser un encierro, tengo toda mi vida encerrada aquí de hecho desde que era una preadolescente—digo en forma de queja.
—Pero Marina no puedo hacer lo que me pides—dice con preocupación.
—Por favor Nana te prometo que solo será un momento, necesito escuchar el ruido de afuera, Nana de verdad necesito salir.
—Lo siento Marina pero no y vamos a tu recámara—me lleva con ella.
Bueno al menos lo intente, agacho la cabeza y solo sigo sus pasos.
—Enseguida traigo tu comida—dice mi Nana quien me deja en la cama.
—Ni te molestes Nana no quiero comer—me recuesto en la cama.
—Pero tu mamá dijo...
—Estoy harta de lo que dice mi mamá, no quiero comer Nana—me acomodo y solo me dispongo a dormir.
Al día siguiente...
Recién he salido del baño por lo que solo me cambio y me arreglo como todos los días para estar encerrada.
—Marina aquí está tu comida—menciona mi Nana quien entra.
—No quiero Nana, de que sirve tener alimentarme bien si solo estoy encerrada—digo mientras cepillo mi cabello.
—Mi niña por favor—escucho su voz más cerca.
Mi Nana me quita el cepillo y después solo me cepilla el cabello.
—Esta bien te llevaré al centro comercial—dice de pronto.
—¡De verdad!—digo emocionada.
—Si pero no grites, nos pueden escuchar, solo diremos que iremos al médico y listo—me sonríe.
—¿Y el chófer?—cuestiono preocupada.
—Andrés está de nuestro lado, no olvides que es mi nieto—me sonríe.
—Ok—le sonrió.
—Espera aquí un momento ahora vuelvo —dice para luego irse.
Me quedó parada para luego tomar mi perfume y ponerme un poco en mi cuello.
Minutos más tarde...
—Listo—mi Nana toma mi mano y me ayuda a bajar.
—De verdad necesito un perro guía y saber bajar las escaleras, no entiendo a mi madre una cosa es tenerme encerrada por su miedo a que me pase algo y otra es que no me deje seguir aprendiendo quiero terminar la universidad—Suspiro—No puedo creer que solo me dejara aprender solo hasta la secundaria y solo porque yo le insistí por eso es que me dejaron pero todo se complicó aquel día que me asaltaron mientras esperaba al chófer, desde ahí mi mamá se rehuso a qué siguiera llendo a la escuela y así ha sido desde entonces.
—Lo sé niña pero...
—Lo sé Nana pero bueno, por hoy estoy feliz de que vayamos al centro comercial—digo discretamente mientras sonrío.
—Solo diré que deberías hablar con tú padre quizá él entienda mejor ¿Por qué no lo intentas?
—Es buena idea lo tendré en cuenta.
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Editado: 22.02.2024