Mi dulce primavera.

Capitulo 3: Navegación.

Partieron en el bote de remos. Aquello también era nuevo para ambos.

April visitaba desde hace mucho el parque pero nunca había viajado en bote por el lago.

Harry tampoco lo había hecho. En realidad su experiencia con navegación era casi nula.

La pequeña embarcación los dirigía al centro del lago. Harry colocó uno de los remos y buscó el otro.

—¿Podrías pasarme el otro remo? Creo que está por ahí. — Le indicó señalando a su lado. Pero no vió ningún remo. Tampoco al otro lado ni detrás.

—Creo... Qué no hay otro remo Harry. — Hiba a levantarse para ver mejor pero él le detuvo al ver sus intenciones.

—Espera. Yo lo hago. — Se incorporó y con cuidado de no balancear en exceso el bote, se acercó hacia ella y buscó bajo los tablones que servían de asiento —. Si. Parece que solo tenemos uno. — Negó con la cabeza y volvió a sentarse.

Ella le evitó con la mirada. No quería que él se sintiera avergonzado como ella se sintió con el café derramado.

—Al menos tenemos uno. — Le sonrió con cariño.

—Lo siento April. Debí poner más atención a eso. Me concentré demasiado en las indicaciones de ese hombre. Bueno al menos no estamos en el mar. — Se rió con nerviosismo.

—Creo que ésta vez sería mejor el mar — dijo con ligera preocupación al ver que no se movían mucho pues el agua permanecía quieta —. La marea nos llevaría a la orilla — añadió contemplando lo lejos que estaban ahora del pequeño puerto.

—No te preocupes. Ya llegaremos. — Le sonrió con dulzura. Ella correspondió con una tímida sonrisa y un sonrojo en sus mejias.

Harry tomó el remo disponible e hizo el intento de empujar la barca.

April decidió dejar de mirarlo para no ponerle nervioso. Contempló desde su asiento el parque. Era un paisaje hermoso y tan diferente. Todo se veía desde otra perspectiva. Con tranquilidad y más silencio.

Unas gotas de agua salpicaron sus manos y su rostro, seguido del chapoteo de Harry con el remo. Pero no le dió importancia.

Llamó su atención la reacción de Harry ante la desafortunada situación. En lugar de culpar a alguien más, como al hombre que les entregó el medio de transporte por no verificar que todo estuviera en orden, asumió su descuido.

Eso no era algo que April hubiera visto en muchos hombres. De haber estado con alguien más, tendría que escuchar sus quejas, reclamos y enfados. Pero Harry no era así. Trató de ver el lado positivo de la situación. Y eso le gustó.

—¿Qué vas a leer? Ahora que ya has terminado tu libro — preguntó sacándola de sus pensamientos.

—Pues, no estoy segura. Suelo darme un par de días para reponerme de la melancolía. — Se rió.

Harry permaneció quieto observándola. Necesitaba sacar su cámara y capturar el momento.

Justo entonces pasaron debajo del puente Bow.

—Estoy seguro que recordarás muchas películas aquí — dijo contemplando el nuevo paisaje.

—De hecho si. Por eso me gusta tanto éste parque. Siento que es mágico.— Volvió a reír —. Lo siento soy muy cursi — decía mientras reía nerviosa. Se estiró la falda sin soltar de su mano el pequeño ramo de margaritas.

—Hablando de magia... Me gustaría sacar una foto.

—Sería excelente. — Sonrió con entusiasmo.

Harry se asombró por su respuesta. Pero entonces repasó sus palabras. "Sacar una foto, no he dicho sacarte una foto". Aun así saco la cámara y con un poco de nerviosismo preguntó:

—¿Puedo tomarte una foto?

—¿A mí? — dijo con asombro.

—Si.

—Pues... — Se examinó y extendió su falda como si necesitara quitar las arrugas.

—Así estás perfecta — opinó.

En realidad ella no necesitaba nada más. El atardecer había dibujado trazos naranjas y rojizos en el cielo. La luz se reflejaba en el agua haciendo ver todo con un toque dorado, naranja.

Ella sonrió tímida pasando un mechón bajo su oreja.

Harry no le había escuchado negar pero tampoco se le veía cómoda.

—Descuida. No es necesario que veas a la cámara. Digo, si es que estás de acuerdo.

—No... Estoy acostumbrada a hacerme fotos — decía sin mirarle. Juntó sus manos sobre sus piernas sujetando el ramo. Veía hacia un punto lejano en dirección a los árboles y el agua. Harry no desaprovechó la oportunidad y disparó. El sonido de tres capturas consecutivas le hizo moverse.

—Gracias.

Guardó silencio y metió la cámara en su lugar.

—¿En que piensas? — Quizo saber mientras la barca continuaba flotando sobre el agua.

—En como algunos vemos el mundo. — Volvió la vista hacia él para continuar—.  En mi caso. Creo que por mi ávido y perdido amor a la lectura, cuando veo algo, encuentro palabras describiendo todo. Cómo éste atardecer o el que tú y yo estemos en éste bote con un solo remo. — Ambos sonrieron —. Y tú. Tú ves las cosas de otra forma. Ves lo que otros no ven con facilidad. Pero más que eso, lo tomas, lo capturas. Guardas momentos con tus fotografías.




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