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Vicky terminó de comer e hizo a un lado la bandeja. Seguía acostada en la cama y tenía encendido el televisor, pero no le ponía atención. Sus pensamientos, como siempre, estaban dirigidos a su jefe. Su egoísta, insensible, exigente, sexy y guapísimo jefe.
Molesta consigo misma se dejó caer sobre la almohada. ¿Por qué diablos se había enamorado de Iván cuando sabía perfectamente que jamás sería correspondida?
Ella era su mano derecha, su confidente y su empleada más fiel. De hecho, era su única empleada, pensó con tristeza. Poco a poco había pasado de ser su publirrelacionista a resolverle absolutamente todo. Incluso se encargaba de que su ropa estuviera limpia y hasta le decía cómo vestir para ocasiones especiales.
— Es tan inútil que, si por él fuera, yo le tendría que limpiar la cola cada que fuera al baño. — Pensó con ironía.
Se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Dirigió la vista hacia abajo y vio el pasar de los autos y de la gente por la transitada avenida. Se recargó en el marco y se quedó absorta en sus divagaciones. Cada domingo, salía de la casa de él y rentaba una habitación en este hotel, para desconectarse del mundo y cargar baterías. Admitía con bastante tristeza que no había amigos a quienes acudir para salir al cine o a algún lado, que no tenía vida social en lo absoluto, que su familia estaba tan lejos que era imposible visitarlos. Aunque mantenía contacto telefónico frecuente con su mamá y le satisfacía saber que estaban bien, no dejaba de extrañarlos. Claro que lo que ella aportaba a la economía familiar era una muy buena ayuda para sus padres, y ellos nunca le exigían nada, al contrario, a veces le insistían en que buscara un empleo menos absorbente que le permitiera un poco más de libertad y tiempo libre. Pero Vicky no quería renunciar, además del excelente salario que recibía, tenía nulos gastos personales, así que podía ahorrar casi toda su paga, excepto lo que le enviaba a sus padres. ¿Y cómo podría alejarse del hombre que tanto amaba? No, imposible, prefería seguir viviendo a la sombra de él, pero siempre a su lado, que estar lejos y no volver a verlo. Sería horrible sólo saber de él a través de los medios o de los noticieros, eso la destruiría, estaba segura.
Vicky vivía en la casa de Iván, en una habitación de servicio junto a la cocina, así que se ahorraba gastos de electricidad, renta, agua y demás. No gastaba en ropa, siempre vestía con jeans y camisas tipo polo, era lo más práctico para poder correr detrás de Iván por todos lados. Claro que tenía un par de vestidos formales, como el que había utilizado la noche anterior, pues a veces necesitaba acompañarlo a galas. Nunca como su pareja, siempre como su asistente, permaneciendo a la sombra, vigilando que él estuviera bien atendido y nada le faltara. Todos los del equipo la conocían y la apreciaban, todos ocasionalmente le pedían ayuda o consejo. Ella sabía de futbol, analizaba jugadas con ellos, incluso, con los más allegados a su jefe, podía sentarse en la sala y jugar videojuegos con todos ellos. La hacían sentir una más. Lo único que odiaba de su trabajo, era el acoso que las mujeres hacían a su jefe, eso era bastante frustrante porque, aunque él las mantenía a raya, ocasionalmente sí se liaba con alguna y ella tenía que desaparecer de su lado y regresar sola a casa, a llorar sobre la almohada esperando que él regresara. Cosa que siempre hacía en la madrugada, nunca se quedaba a dormir con la cita en cuestión y mucho menos la llevaba a su propia casa. Eso tenía que agradecérselo, que no metiera mujeres a su cama. Así que, al día siguiente luego de una noche de juerga, ambos fingían que nada había pasado y seguían su rutina como si nada sin mencionar el tema.
Soltó un suspiro y se alejó de la ventana para empezar a recoger sus cosas. Debía regresar a la casa de Iván, este le preguntaría por cortesía, como siempre, cómo y dónde había pasado el día, ella le respondería que lo había pasado muy bien, si dar detalles y luego revisarían los pendientes de la semana, cenarían algo juntos si él no estaba acompañado de sus amigos, y luego ella se iría a su cuarto, a encerrarse hasta el día siguiente. Terminó de recoger sus cosas, echó una mirada a la habitación para verificar que no olvidaba nada y salió hacia la recepción.
Casi una hora después, se bajó del taxi frente a la casa del futbolista, pagó y se acercó a la puerta, esta se abrió antes de alcanzarla.
— ¡Hey Vikinga! — Saludó uno de los muchachos, que iban saliendo. — ¿Dónde andabas?
— Es mi día libre. — Dijo esta, sonriendo. — ¿Cómo están?
Todos se acercaron y la saludaron con un beso en la mejilla, intercambiaron algunos comentarios y luego se retiraron. Iván había observado todo en silencio, desde el marco de la puerta.
— Hola jefe. — Saludó ella pasando junto a él. — ¿Todo bien?
Iván asintió en silencio observándola con curiosidad. Vicki traía cero maquillaje en el rostro y el cabello se veía ligeramente húmedo como si se hubiera duchado no hacía mucho. ¿Habría salido con alguien? Se preguntó intrigado. ¿Vicky tenía novio? ¿En dónde y con quién pasaba sus días libres?
Ella siguió caminando rumbo a la cocina, miró de reojo la sala de estar, llena de cajas de pizza vacías y vasos y latas de refresco por todos lados y sonrió discretamente. ¡Por supuesto que ella no iba a recoger ese desorden!
Entró a su habitación y dejó sus cosas para luego regresar a la cocina, donde tomó una lata de refresco del refrigerador.