Nota del Autor:
Hola lectores de Litnet, les saludo cordialmente trayendo una nueva actualización de Mi Esposa es mi Jefe.
Recordarán que en la última actualización, di un pequeño salto temporal de cinco meses y ahora retomaremos un par de horas después de lo sucedido en el último punto de vista de la anterior publicación.
Ahora vayamos directamente con la nueva actualización, lectores:
Acto Nº 1: Pensamientos hacia Alex
Residencia Acker, por la tarde…
–¡Soy una tonta, idiota y no creo en el amor!– se dijo. El amor resultaba ser para niñitas que esperaban a su príncipe azul montado en su corcel blanco, ella no creía en el amor por lo sucedido en su matrimonio. El cuento del príncipe galante vestido de azul, se lo trago por completo, odiaba el amor y todo lo relacionado, ni toleraba ver en televisión alguna película o serie romántica… le provocaba asco. Hace unos días paso por una librería y dando directamente con el género de romance, contuvo un gritó, mordiéndose el labio inferior y maldiciendo el amor. Lo maldecía como todos esos hombres que prometían el cielo, la tierra y la luna a su pareja o viceversa. –¡Soy una tonta!– pensó.
Esme, intentaba desviar su atención y centrarse en sus estudios para el examen. Habían transcurrido cinco meses, finalmente se convertía en una mujer divorciada y deseaba cantar esa burda canción de Disney por las calles, reír por ser una mujer oficialmente separada y enmarcar los papeles pero ese sentimiento surgió por su mejor amigo… su querido Alexander Olsen.
Su único amigo en el mundo. Desarrollando fuertes sentimientos hacia él.
–¡Odio el amor!– pensó. Deseaba que el amor solo fuera un juego tonto para niñas como las muñecas, pero los sentimientos estaban en su ser, solo una breve reflexión basto para darse cuenta y desear arrancarse el corazón. Incluso había quedado ir a celebrar junto a él, solo le envió un mensaje vía Whatsapp para cancelar la salida y Alex le respondió: Ningún problema, este próximo fin de semana podemos hacer algo. ¿De acuerdo?... ese mensaje, lo había leído casi cien veces. Lo imagina, decirle cada palabra en persona. –¡Odio el amor!– se dijo nuevamente.
Vestía una camiseta holgada, pantalones deportivos y descalza. Se levanto de la cama y cruzando su cuarto a zancadas viendo todo el material recopilado para estudiar y el cuaderno proporcionado por Alex, cogiéndolo entre sus manos por unos segundos y presionándolo contra su pecho.
–Tengo anotado cada posiblemente pregunta del examen. Lo hice a partir de los exámenes que pude presenciar y conteste por mí mismo, Esme.
Se mordió el labio inferior, recordando lo sucedido hace un mes y la entrega de dicho cuaderno. Un simple cuaderno repleto de preguntas y respuestas de la facultad de leyes, podía regresar el cuaderno poniendo alguna excusa, no deseaba deshacerse de ese cuaderno perteneciente de Alex.
Olsen, se lo facilito y señalo ciertas cosas, ella se lo agradeció… recordaba su primera sección de estudio de hace varios años.
En lo personal y sabía que gozaba de bastante popularidad entre sus compañeros de generación o años superiores. Al conducir su vehículo particular, observaba a Alex con su bicicleta deteniéndose a pocos metros, se preguntaba cómo sería charlar con Olsen, resultaba ser un estudiante con calificaciones medianamente sobresalientes, pero nunca de los primeros lugares pasando relajadamente cada semestre y dividiendo su tiempo en su empleo a tiempo parcial.
Alex cumplía sus horarios, charlaba unos minutos y se iba. Todo cambio luego de aquella primera sección de estudio, necesitaba ocupar un cubículo al interior de la biblioteca, lamentablemente cada espacio se encontraba ocupado pero con solo ver el nombre de Alexander Olsen, fue inmediatamente y el resto es historia.
–¡Odio mi vida!¡odio el amor!...¡y me enamore de Alex!– deseaba estar entre sus brazos y besarlo. Se sentía como aquella niñita incrédula en el amor, y ahora volvía a fantasear nuevamente. –¡Odio el amor!– gritó.
Unos minutos después, salió de su cuarto recorriendo el pasillo y tratando de pensar en algo diferente. Inconscientemente llevaba apretando contra su pecho, el cuaderno de Alex Olsen.
–Quizás se pueda perder, es mejor tenerlo conmigo– se dijo Esme viendo a su madre caminando en su dirección. –¡Hola!...
Francesca solo arqueo una ceja viendo a su hija y el cuaderno. Conocía perfectamente esa sonrisa que llevaba dibujada, todo se relacionaba a ese cuaderno y su posible propietario.