¡mi Esposa Es Un Ángel!

REPATRIACIÓN

Luego de incansables recuerdos con su esposa, Steven sale de su casa y pase varios minutos por su anden diciendo en voz baja:

— Tengo que asimilar esto, tengo que hacerlo o me voy a volver loco... ya sé, voy a llamar a Ernesto.

En ese instante, el vecino de la casa del lado decide salir de su aislamiento, y ve a Steven hablando solo, y le dice:

— Vecino, vecino, ¿le pasa algo?

Steven reacciona, y le contesta a Cosió:

— Hola vecino, no, estoy recibiendo un poco de aire.

Cosió se pone a dos metros de Steven, y luego le dice.

— Ah, entiendo, pensé que estabas enfermo.

— No.

— ¿Y qué hay de tu esposa Elena?, ¿cuándo llegaron?

— Mi esposa está muerta.

— No puede ser, ¿qué le ocurrió?, no me digas... se infectó.

Cabizbajo, Steven intenta entrar nuevamente a su casa. Cuando Cosió le dice:

— ¿Espera Steven, cuando es su entierro?

— No lo sé aun, dentro de dos días llega al país.

Steven entra a su casa. Y mira por la ventana a Cosió ir hasta la casa vecina del frente.

Minutos después, Cosió se encargó de decir lo que le sucedió a Elena casi a todo el barrio.

Steven se acuerda de que tiene que llamar a su jefe, y coge el teléfono que le dio su padre, y le marca.

En ese instante, Steven le dice a Ernesto:

— Hola jefe, ya estoy en Bogotá.

— Hola Steven, siento mucho tu perdida, se cuánto querías a Elena.

— ¿Cómo te has enterado de eso?

— Se te olvida que soy el dueño de Milenio, tengo muchas fuentes que están a mi disposición, ¿cuándo la traen de Trinidad y Tobago?

— Dentro de dos días... me ha sorprendido jefe, me gustaría saber quién es esa fuente, jefe, jefe, jefe... ¡me escucha!

En seguida, Steven le vuelve a marcar a Ernesto, el cual le dice:

— ¿Se cortó la llamada, que ibas a decirme Steven?

— Sí, cambiando de tema jefe, le iba a preguntar algo referente al periódico.

— Dime.

— ¿Todos están trabajando?

— Sí, ahora todos estamos trabajando desde la casa, así que puedes hacerlo tú también, mientras el gobierno de la orden de reabrir todo.

— Que buena noticia, así me ocupare haciendo algo, bueno jefe, mañana comenzare con el trabajo, tengo mucha información que publicar en el Milenio.

— Eso lo sé, estoy ansioso por leer lo que tienes en la cabeza Steven.

— Bueno.

En ese momento, Steven cuelga el teléfono y con los ánimos muy altos por volver a trabajar en el periódico, busca su portátil en la habitación, el cual está encima del nochero que era de Elena.

En seguida, Steven enciende el portátil. Y al hacerlo, piensa:

— Espero que estando ocupado me ayude a sobrellevar todo esto.

Barrio Modelo, dos días después, con solo diez personas en la casa, los restos de Elena son repatriados y están en manos de su familia.

Barrio Modelo, dos días después, con solo diez personas en la casa, los restos de Elena son repatriados y están en manos de su familia

Destrozada al ver las cenizas de su hija, Mirna le dice a Steven y a los demás familiares:

— Todavía no puedo creer que mi hija, mi niña, este metidita en ese envase... no lo acepto, este es un dolor muy grande.

Steven calla y guarda su gran tristeza. Cuando Fidelío y Deisy abrazan a Mirna. Tratando de consolarla.

Steven comienza a enojarse al recordarse que Mirna y Fidelío le están quitando el derecho que tiene como esposo de Elena. Y se aleja un poco de ellos.

Con su respectivo cuidado, Clemencia y Humberto también se hacen presente en el velorio de Elena.

En ese instante, sin importar el límite de distancia entre persona y persona. Mirna y Fidelío se acercan a la familia, y toda la noche cuentan la historia de Elena desde que ella era tan solo una niña.

En la mañana siguiente, sin que nadie se dé cuenta y con derecho, Steven se lleva las cenizas de su esposa a su casa.

Agotada, Mirna sale de su habitación. Y al no ver las cenizas de su hija en la mesa de centro de la sala, pega un grito, diciendo:

— ¡SE ROBARON LAS CENIZAS DE ELENA!

De inmediato, toda la familia se despierta y miran la mesa vacía. Cuando Clemencia le dice en voz baja a Humberto:

— Steven también se ha desaparecido.

Desesperada, Mirna le dice a Clemencia:

— ¿Dónde está Steven?

— No lo sé, pero si él se llevó las cenizas, es porque él tiene el derecho de estar con ellas...

 




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