El día siguiente, Steven se levanta de la cama y ve su reloj de mesa, y piensa:
"No tengo ganas de ir a trabajar, pero tengo que hacerlo... no quiero verle la cara a Ernesto, no sé qué hago... esa mujer me dijo que no confiara en nadie y que este mundo está infectado de demonios que quieren acabar con nosotros... pensándolo bien, creo que es verdad"
7:00 am, Steven toma un taxi y se va a trabajar a Milenio. Cuando el taxista le dice:
— ¿Cómo vio esa granizada ayer?
Steven ve por su ventanilla derecha las afectaciones que causo el granizo, y le responde al taxista:
— Terrible, pero como dice alguien que conocí ayer... hay que estar preparados por que vendrán cosas peores.
— ¿Peores que ese virus?
— Peores.
— Amigo, el virus me tiene aborde de un soponcio, yo estoy manejado este vehículo por necesidad. Pero no estoy ganando casi nada... no lo entrego para no irme asentar a la casa.
— Pensé que usted era el dueño de este bonito taxi.
El taxista se sonríe y luego le dice a Steven:
— Ya quisiera yo... no, este vehículo es de un amigo.
— Ya veo.
En ese instante, Steven se queda callado. Y durante su viaje, solo se quedó observando por su ventanilla derecha. Los estragos que dejó el fuerte granizado.
Minutos más tarde, Steven se baja del taxi. Y al caminar a hacia la empresa comienza a sentir todo su cuerpo pesado, y muy cansado.
Steven se recuesta en la pared de la empresa, y como puede entra sin saludar a los vigilantes.
En seguida, Steven toma el ascensor y cuando está adentro, siente un fuerte dolor en su pecho y un fuerte mareo. Que lo hace tambalear dentro del ascensor.
La respiración se le acorta y de inmediato se baja su tapabocas, para respirar mejor, pero nada cambia.
Steven logra salir del ascensor como puede. Cuando Oscar y Yensy lo sujetan, diciéndole:
— ¿Qué te sucede?
— No puedo respirar
De inmediato, Oscar y Yensy sientan a Steven en el puesto de Simón, y le dan un vaso de agua. Cuando Margaret sale de la oficina de Ernesto, y les dice a todos:
— ¿Qué paso aquí?
Yensy le dice a Margaret:
— Steven está enfermo.
Steven se siente mejor, y de inmediato les dice a todos:
— No se preocupen muchachos, ya estoy mejor.
Margaret no le cree, y le dice a Steven:
— Ven a la oficina de Ernesto. Tienes que ver a un médico.
— Yo estoy bien.
En seguida, Oscar le dice a Steven:
— Hazle caso a Margaret, yo te vi muy mal.
En ese instante, Margaret toma la mano derecha de Steven y lo levanta. Llevándoselo a la oficina de Ernesto.
Steven mira hacia todos lados, y luego le expresa a Margaret:
— ¿Dónde está Ernesto?
— Ha vuelto a viajar.
— Qué bueno que se haya marchado.
— Todos pensamos así.
Margaret toma el teléfono fijo y le marca a un médico particular. Cuando Steven pone la mano en el teléfono, y le dice:
— No te preocupes Margaret, de verdad que ya me siento muy bien.
— Bueno... ¿en serio estás bien?
— Si.
— ¿Ya te había pasado esto antes?
— No, nunca me había pasado algo así... me bajé del taxi y cuando vi la empresa me puse así.
— Puede ser que sufriste un ataque.
Steven se sienta y con mucha confianza le dice a su amiga Margaret:
— Creo que esto fue por lo que sucedió ayer aquí con Ernesto.
— ¿Cómo así?
— Esto que te voy a decir... quiero que no se lo cuentes a nadie.
— Está bien Steven, cuéntamelo todo. Tu sabes como soy yo.
— Bueno, ayer Ernesto me dijo que no podía vivir así y qué si fuera el, ya se había matado.
— Qué horror, ¿por qué Ernesto te dijo eso?
— No lo sé, pero de una manera u otra, eso me afecto demasiado. Al punto que iba a tirarme del puente de la calle cien.
— ¡Que!... necesitas ayuda, pero urgente.
— ¿Ayuda?
— Si.
De inmediato, Margaret saca una tarjeta de su bolso, y le dice a Steven:
— Yensy me dio esta tarjeta hace dos meses cuando estaba a punto de estallar de tantos problemas. Las afectaciones de ese virus en mi familia, la economía por el suelo, los problemas con mi esposo e hijo... estaba bajo un ataque de estrés impresionante. Y Yensy me ayudo con esto.
— ¿Qué tiene esa tarjeta?
— Esta tarjeta que tengo aquí, es de la mejor psicóloga que hay en Bogotá...
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Editado: 10.04.2023