¡mi Esposa Es Un Ángel!

LA PSICÓLOGA

Steven coge la tarjeta y luego de verla minuciosamente le dice a Margaret:

— No sé si deba ir, creo que ya me siento bien.

— No lo creo Steven, es mejor que vayas a dónde Giselle.

— ¿Giselle?

— Sí, es la psicóloga... anda Steven, ella es muy buena profesional. Te garantizo que vas a salir como nuevo.

— Está bien Margaret, me has convencido.

— ¿Cuándo piensas ir?

— Mañana, voy a provechar que Ernesto te dejo a cargo para ir en horas de trabajo.

Margaret se sonríe un poco, y le dice a Steven:

— Aprovecha... por cierto, ¿cómo te fue con el fuerte granizo que cayó ayer?

Steven se levanta de la silla, y luego le dice a Margaret:

— Pues... un día muy complicado para mí, pero después seguimos hablando, voy a trabajar.

— Bueno.

Minutos más tarde, Steven termina una columna de lo que está pasando en el mundo por las vacunas y la mutación del virus. Cuando coge la tarjeta que le dio Margaret, y dice en voz baja:

— Sera que voy...

El día siguiente, Steven se levanta muy temprano de la cama y prepara su desayuno y el de su perro. Para luego tomar la tarjeta que le dio Margaret. Y ponerla en el comedor.

Después de desayunar y acomodar gran parte de la casa, Steven coge la tarjeta y se decide sacando una cita con la psicóloga en la tarde.

2:03 pm, Steven llega al consultorio llamado MENTE CLARA y le dice a una joven que está en su escritorio:

— Buenas.

— Buenas señor, ¿en lo puedo ayudar?

— Tengo una cita con la psicóloga.

En ese instante, Giselle sale al pasillo y le dice a Steven desde lejos:

— Hola, ¿tú eres Steven?

Steven se acerca, y le responde:

— Si.

Sin tapabocas, Giselle lo saluda con el puño, y le expresa a Steven:

— Yo soy la psicóloga Giselle Cruz. Y te estaba esperando.

Sorprendido por la belleza de Giselle, Steven le dice:

— Ah... yo soy Steven Castillo.

— Bueno, comencemos.

En ese instante, Steven entra al despacho y se recuesta lentamente en el sofá, mientras Giselle se sienta a dos metros y medio de él. Y le dice:

— Siéntete cómodo y relájate.

— Bueno.

— Ahora cuéntame, ¿por qué estás aquí?... ¿tienes algún problema que te aqueja?

Al ver a Giselle a los ojos, Steven se recuerda de la mirada de la mujer del puente, y le dice:

— Ayer tuve una especie de ataque emocional y muy fuerte.

— Explícate mejor, para poder ayudarte.

— Bueno, hace meses perdí a mi mujer por causa del virus, y eso me afecto mucho... desde ese momento mi vida a cambio por completo al punto que hace dos días quise quitarme la vida.

— ¿Qué te detuvo?

— Una persona que me hablo de Dios.

— Steven, ¿eso es todo lo que tienes que decir?...

— Creo que sí.

— Tu cara me dice que no, tú tienes más cosas por contar, ¿cuéntame con más detalles de ese ataque que te dio?

— Tuve miedo.

— ¿Miedo de que?

— De encontrarme con el hombre que me hizo sentir muy mal... me hizo sentir que nada valía la pena y que lo única salida... era morir.

— ¿Quién es ese hombre Steven?

— Mi jefe.

Giselle cruza sus manos y luego le dice a Steven:

— ¿Eso es todo?, ¿sigues con los mismos sentimientos de suicidio?

— No, ya estoy bien... de hecho, no sé qué estoy haciendo aquí acostado.

— Bienes a curarte mentalmente, y tienes que sacar tiempo para que vengas todos los días.

— No puedo.

— Claro que, si puedes Steven, ahora escucha el diagnostico que te voy a dar de todo lo que escuche de ti.

— Dime.

— Tuviste síntomas de escopofobia.

— ¿Qué es eso?

— Un temor morboso de ser visto.

De inmediato, Steven se sienta. Cuando Giselle le dice:

— Busca a tu jefe y confróntalo, pierde el miedo Steven... la vida hay que enfrentarla con mucho valor...

 




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