La semana transcurrió con normalidad. Jeremy no volvió a
buscarme, y las veces que coincidíamos en clases o cuando
nos cruzábamos brevemente por los pasillos se dedicaba a
mirarme fijamente hasta que le devolvía la mirada, entonces
fingía que yo no existía. No sé si eso es bueno o malo, pero
preferí no decirle nada al respecto.
Todavía sigo acostumbrándome a no contar con su presencia
en mi vida. Si hubiéramos terminado hace unas semanas, creo
que no me habría importado mucho porque prácticamente solo
éramos novios de título, pero justo la semana antes de romper
me sentía muy unida a él… Ahora sé que fue porque había
dejado a Daniela.
Daniela tampoco ha vuelto a intentar interactuar conmigo. Ni
siquiera para molestarme, lo cual me parece muy extraño,
después de todo. Me extraña que no bromee con que mi
relación con Jeremy se ha terminado o que no trate de hacerme
sentir mal. Nada. Es como si de repente e hubiera olvidado de
mi existencia.
En casa, Tyler y Nick se llevan mucho mejor de lo que
pensé. Soy hija única, y el vacío de no tener hermanos lo había
llenado con Luke y Caroline, aunque no había conseguido
llenarlo por completo porque ellos tienen sus propias casas con
sus respectivas familias, y cuando se iban, volvía a ser hija única. Pero ahora, teniendo a mi niñero y a mi primo bajo el
mismo techo, es como tener hermanos mayores insoportables.
Ahora comprendo por qué algunas personas me dicen que soy
afortunada al no tener hermanos.
Cuando digo «insoportables», me refiero, en serio, a muy
insoportables. Son ruidosos, desordenados, y todo el tiempo
están bromeando entre ellos. Me he sorprendido a mí misma al
sentir un poco de celos porque, en todos los días que llevamos
siendo amigos, Tyler jamás se ha divertido tanto conmigo
como lo hace con Nick.
Una vez intenté jugar a los videojuegos que comparte con
Nick y terminé perdiendo a los cinco segundos de empezar.
Fue patético. Caroline se burló de mí por querer encajar.
Hoy es el día del baile, y Nick irá. Mis celos se preguntan si
Tyler no querrá asistir con él al baile, ya que parece pasárselo
mucho mejor con él que conmigo.
—¡Hoy es el día del baile! —exclama Caroline bailando
frente al espejo—. Perdona, pero es que estoy emocionada.
—¿Desde cuándo te emociona un baile? —pregunto,
mirándola divertida—. Oh, espera, desde que tienes
conciencia.
Caroline es muy controladora, así que sacia su necesidad de
control convirtiéndose en la presidenta del consejo estudiantil.
Participa en la organización de cada evento del instituto.
Aunque su favorito siempre es el baile.
—Pero este baile es especial… —me dice con aire
misterioso, y se mete en el baño para ponerse su vestido—. Ya
verás —agrega, y cierra la puerta.
Decido no indagar en las ocurrencias de Caroline.
Tampoco parece dispuesta a decirme más, pero conociéndola sé que algo está tramando y tengo el mal presentimiento de
que tiene que ver con mi reciente triste vida amorosa.
—Te ves bien, Donnut.
No le dirijo la mirada a Tyler, solo sonrío; sé que me está
mirando sorprendido, y es exactamente la reacción que quería
lograr. Mi vestido es ajustado, muy ajustado, y posiblemente
me sienta incómoda con él al cabo de un rato de llevarlo
puesto, pero desde que lo vi supe que lo quería. Al probármelo
en la tienda, vi que acentuaba cada una de mis curvas a la
perfección, y eso no había cambiado. La parte de atrás, de la
cintura para arriba, está hecha de un encaje precioso. El color
blanco me sienta bastante bien, ya que todavía me queda algo
del bronceado adquirido en las vacaciones de verano. Para mis
pies, he optado por unos zapatos negros estilo Ankle Strap que
me resultan comodísimos y que, además, ya tenía.
—Lo sé —asiento, pasando junto a él. Me acerco al espejo
para aplicarme más rímel. Caroline se ha encargado de
maquillarme. Tomó clases hace tres veranos porque estaba
emocionada debido a que ya teníamos edad para salir y que
nos invitarían a fiestas—. Bonita camisa —agrego mirándole
por el espejo.
—Gracias. —Una sonrisa se extiende en su rostro y baja la
mirada para inspeccionar su atuendo. Lleva pantalones negros
de vestir y una camisa de color celeste pastel—. Nick me
ayudó a elegirla.
—Así que… ¿Nick y tú se llevan bien? —pregunto sin
mucho entusiasmo al tiempo que guardo el rímel en el neceser
de Caroline. No dejo que Tyler responda—. Me alegro.
—Sí, hace mucho no me divertía tanto con alguien —
contesta sonriendo.
—Ah… —añado, desinteresada.
Caroline sale en el momento justo. Acaba de evitar un
posible silencio incómodo o que Tyler continúe echándome en
cara lo aburrida que soy. Mi mejor amiga está fabulosa. Lleva
un vestido lila con un escote ligeramente revelador, es ajustado
hasta la cintura y con falda de vuelo tableada. La espalda es
abierta, y se ha recogido el cabello en una trenza espiga, la
cual deja posar sobre el hombro derecho para que no interfiera
en el lado bueno de su cara. Parece una especie de princesa
moderna.
—Déjame decirte que tus pechos jamás se habían visto tan
geniales —me elogia Caroline por algo que solamente ella
puede elogiar.
—Guau, están… —Luke intenta hablar, pero parece que sus
cuerdas vocales simplemente no quieren funcionar.
—Sí, eres muy afortunado de ser el mejor amigo de dos
bellezas como nosotras —contesta Caroline con aires de
grandeza, mientras pasa junto a los dos chicos, que nos
observan sorprendidos.
Ya en el instituto, comprobamos que Caroline y el comité se
han lucido con la decoración. El gran salón, donde usualmente
se organizan asambleas, reuniones de tutores para hacer algún
anuncio importante o ferias de ciencias, parece un lugar de
otra dimensión. Todo es neón y brilla en la oscuridad. La ropa
de casi todos también brilla. Cuando las personas se mueven,
se ve como si fueran solo parte de ropa, sin personas. Ahora
comprendo por qué Caroline insistía en que lleváramos colores
claros, como blanco o tonos pastel, para que las luces de neón
hicieran su magia, y todo se viera genial.
A principio del curso muchos no entendieron por qué
Caroline estaba tan interesada en recaudar todo el dinero que fuera posible. Con el consejo estudiantil realizaron venta de
platillos y lavaron coches, reuniendo mucho dinero. Este es el
porqué. Un baile genial.
—Te has pasado —Luke felicita a Caroline.
—Es verdad. Qué genial —digo yo, continuando la cadena
de halagos.
—Nick, gracias por ayudarme a elegir la mejor camisa. —
Escucho que Tyler le dice a mi primo, detrás de nosotros.
Pongo los ojos en blanco y me aparto del grupo para buscar
algo de beber. Mientras me alejo, puedo escuchar a algunas
personas felicitar a Caroline por su gran trabajo. No puedo
creer que esté celosa de la relación de Tyler y Nick. Debería
alegrarme de que se lleven muy bien. Me molesta que me
moleste que se lleven bien.
Sin embargo, también me enfurece que Tyler me siga la
corriente. ¿Por qué seguía pasando tiempo conmigo si le
molestaba? ¿Por lástima?
—¿Quieres una bebida o una bebida? —Miro a Wayne, un
rubio alto que utiliza brackets de diferentes colores. Es mi
compañero en Matemáticas y adora hablar sobre aves; casi
nunca comprendo de lo que habla, pero ahora ha hecho que me
confunda totalmente con una pregunta tan simple—. Caroline
me pidió que preguntara antes —aclara al notar mi confusión,
pero no simplifica nada.
—Quiero una… —Wayne eleva sus cejas a medida que
hablo— bebida.
Wayne sonríe y me da la espalda para servirme mi refresco.
Cuando coloca el vaso de plástico transparente sobre la barra,
le agradezco con una sonrisa, la cual desaparece en cuanto me
alejo de él. ¿Bebida o bebida? «¿Cuál se supone que es la diferencia?», me pregunto a mí misma.
Solo hizo falta un sorbo para entender la diferencia abismal
entre bebida y bebida.
—¿Te escapas de tu cita?
—No. Es solo que no quise privarte de pasar tiempo con
Nick —le contesto esbozando una leve sonrisa—. Ya sabes.
Por fin lo estás pasando bien.
Tyler comienza a reírse.
—No creerás que… —se queda en silencio. Desvío la
mirada—. Oh, Sam.
—¿Qué? —Me hago la desentendida.
—No lo dije en serio.
—No, tienes razón. Lamento haberte molestado con mis
cosas —digo—. Debiste decirme que no querías…
—Fue genial hacerme la manicura contigo, Sam Donnet —
me interrumpe, tirando de mi mano—. Y volvería a hacérmela
una y otra vez.
—¿En serio? —pregunto escondiendo una sonrisa.
—Absolutamente —responde con lentitud—. A Nick le
gusta meterse conmigo porque le dije que me gusta pasar el
tiempo contigo.
—¿En serio? ¿No te sientes… obligado?
—Claro que no, Donnut.
—¿Esto es un baile o una reunión?
Nick acaba de interrumpir nuestra conversación de
reconciliación. Nos observa esperando una respuesta, mientras
que Tyler intenta descifrar si la presencia de mi primo me molesta o no. Dejo mi bebida sobre una mesa cercana y
vuelvo para tomar de la mano a cada uno de mis
acompañantes.
—Bailemos. —Ambos me miran fijamente—. He oído por
ahí que Tyler es el rey del twerking —le digo a Nick, mirando
de reojo a Tyler.
—Has oído bien —contesta este esbozando una sonrisa, y
luego los dos me escoltan hasta la pista de baile.
Cuando asistía a los bailes con Jeremy, bailábamos una o dos
canciones, y luego él pasaba la mayor parte del tiempo
charlando con sus amigos y a mí me tocaba estar con Caroline
o Luke. Luego nos íbamos porque usualmente estaba cansado
por el entrenamiento o el gimnasio. No me había dado cuenta
de lo aburrido que era hasta ahora.
Esta noche bailo todas las canciones. No importa que no las
conozca, mi pareja no me deja descansar. No solo Tyler ha
hecho que me divirtiera con sus graciosos pasos de baile, sino
que mis amigos y mi primo también han ayudado. De vez en
cuando, mi mirada se cruza con la de Jeremy, que está fuera de
la pista hablando con su círculo de amigos, pero no me siento
triste. Solo me doy cuenta de que debía haber bailado más.
Caroline, que nos abandonó hace quince minutos para
encargarse de la votación de los reyes del baile, ahora vuelve
para susurrarle algo al oído a Luke. Este asiente con la cabeza
y pasa a susurrarle algo a Tyler. Nick y yo nos miramos sin
entender la cadena de susurros.
—Voy por algo de beber —digo, y cuando me acerco a ellos
tres, guardan silencio—. ¿Está todo bien?
—Sí. Ve por una bebida. —Caroline me guiña un ojo.
Vuelvo a la barra, donde Wayne ha sido relevado por un chico pelirrojo al cual no conozco. Le indico que me dé una
botella de agua y me siento en la butaca de enfrente para
bebérmela. Mis pies no aguantan más los tacones. Hay chicas
que están bailando desde mucho antes que yo y siguen
moviéndose al ritmo de la música. ¿Cómo están tan bien? Yo
siento ganas de seguir en la pista, pero ya tengo mis pies
adormecidos por el dolor.
—¿Caroline está nominada? —me pregunta Nick,
sentándose a mi lado. Niego con la cabeza—. Qué raro.
Es raro, sí. A Caroline le entusiasma esto de estar en nuestro
último año de secundaria y quiere que le ocurran todas esas
cosas que siempre les pasan a las protagonistas en películas
clichés de adolescentes. Eso incluye ser reina del baile, pero
no se ha presentado al concurso. Asumo que con ser presidenta
del consejo estudiantil le bastó.
—Oye, la vez que bromeé sobre que esclavizabas a los
hombres, no hablaba en serio —dice, golpeándome
suavemente el hombro—. Más bien, la palabra correcta para
describirte sería «malcriada».
—Hey, tú tampoco te quedas atrás. Obligas a Tyler a correr
antes de ir al instituto aun sabiendo que se desvela por ti. —
Finjo pensar—. Eso es más bien cruel, no de malcriado —me
corrijo.
—Ya sabes, es mi típica iniciación de amistad. —Entorno los
ojos, divertida—. Tyler me cae muy bien. Por eso lo torturo.
—Pues no seas tan estricto con él. El pobre se duerme en
clase… —le digo mientras poso mi vista en Tyler, quien acaba
de terminar de jugar al teléfono descompuesto y camina hacia
nosotros.
Hace unos dos días Tyler se durmió en la clase de Química y la profesora le llamó la atención. Le dijo que, si no le
interesaba la materia, podía irse en cualquier momento, pero
que después no le llorara para que lo aprobara. La señora
Jones debía de tener un mal día, por lo general no suele tener
tan mal carácter. Tyler se disculpó y desde entonces no volvió
a dormir en clase.
—¡Eh, Tyler! —Nick lo atrae hacia él, pasándole un brazo
por los hombros—, estás a esto de aprobar. —Con el dedo
pulgar e índice, le enseña lo poco que le falta—. Te pondré un
sobresaliente si consigues algo de alcohol.
—¿Aprobar el qué? —pregunta él sin comprender.
—Ignóralo —le digo—. Es un malcriado.
—¿Hola? ¿Se oye bien…?
La música cesa poco a poco y las luces iluminan el
escenario. Allí se encuentra Caroline, sosteniendo el
micrófono, y detrás de ella hay una especie de vitrina cubierta
por una tela de seda roja. Recuerdo que me hablaron de esa
vitrina la primera y única vez que vine a ayudarlos con el tema
del baile. Wayne me comentó que pondrían en ella las coronas
de los respectivos reyes.
—Antes que nada, les agradezco a todos que hayan venido y
también quiero dar las gracias a todas las personas que
ayudaron con la decoración, la organización y el sonido.
También espero que lo estén pasando tan bien como yo —
comienza a decir Caroline, sosteniendo el micrófono con
elegancia y mostrándose muy segura allí arriba—. Oh,
esperen. No les he oído… ¿Lo están pasando bien? —Caroline
apunta el micrófono hacia la audiencia. Los silbidos y los
«sííí» no se hacen esperar—. Ahora sí. —Se ríe—. Bueno,
amigos, llegó el momento de anunciar a la reina y al rey del
baile.