Una vez que el telón cae y ya hemos recibido nuestros
aplausos, me dirijo al camerino como si mi vida dependiera de
ello. Caroline me sigue con la misma velocidad con la que voy
yo. No pregunta ni me dice nada, pero supongo que entiende
por qué estoy escapando como si fuera una prófuga. Después
de todo, es una de las primeras personas que estaban viéndome
desde bambalinas.
Estoy completamente en shock por lo que acabo de hacer.
Tyler y yo acabamos de besarnos. Y no fue un simple buen
beso, fue EL BESO. Mis mejillas, mi ritmo cardíaco y mis
sentimientos todavía no se han recuperado. Por fin he hecho lo
que desde hacía tiempo quería hacer. Siento miedo al tener
ganas de besarlo otra vez y me desanimo un poco al saber que
no podré. Este beso no fue gran cosa para Tyler. Lo puedo
sentir. Solo quería dar un buen espectáculo.
Dejo que Caroline pase primero y, una vez que estamos
dentro, cierro la puerta y me recuesto sobre ella, mordiéndome
los labios y queriendo morirme de vergüenza. Llevo una mano
a mi pecho, más exactamente donde se encuentra mi corazón;
late demasiado rápido.
—¡Oh, por Dios! ¡Mírate! —exclama Caroline mirándome
con una sonrisa—. ¡Estás muy sonrojada!
—¿Crees que no lo noto? —Me cubro las mejillas con las manos—. No puedo creer que nos hayamos besado.
—¿Te gustó? —me pregunta, acercándose a mí, subiendo y
bajando las cejas.
—Dios, Caroline —intento hacerme la enojada, pero no me
sale y termino riéndome—. Fue un ¡superbeso!
—¡No me digas! —exclama sarcástica—. Ahora todo tiene
sentido.
—¿De qué hablas?
No entiendo nada.
Caroline entorna sus ojos.
—Tyler siente cosas por ti. —Me señala con el dedo índice
—. Estaba con Jenna para no afrontar que a quien realmente
quiere es a ti.
Me quedo mirándola sin saber qué decir. Caroline, por lo
general, no se equivoca, pero esto va más allá de cálculos
matemáticos y estrategias para salir con chicos. Hablamos de
los sentimientos de Tyler. Algo superajeno a nosotras.
—Lo que dijo tiene varias interpretaciones.
Caroline se refiere a lo que dijo Jenna antes de irse. «Afronta
la realidad, por favor» fueron sus palabras. Ella cree que Tyler
en verdad siente cosas por mí y estaba con Jenna para no
pensar en ello. Es imposible.
Me doy la vuelta para que me baje la cremallera que está en
la parte de atrás del vestido. La baja riéndose.
—Dime una.
Me da la espalda para que yo le desabroche los botones de su
vestido.
Comienzo a desabrocharlos lentamente, pensando en una interpretación alternativa, una que suene mucho más creíble
que la de Caroline y que no suponga ilusionarme.
Lamentablemente, termino de desabotonar sin una respuesta.
—¿Ves? —me dice dándose la vuelta—. No hay otra
interpretación.
—Claro que sí. Solo que no se me ocurre cuál puede ser.
Me quito con cuidado el vestido.
Mi mejor amiga deja el tema mientras nos cambiamos para
poder irnos a casa. Una vez que estamos completamente
vestidas con la ropa normal, llaman a la puerta. Caroline se
pone de pie para abrirla.
—¿Y si es Tyler? —le pregunto a Caroline, deteniéndola.
—Pues le preguntamos qué quiso decir Jenna.
La miro seria.
—Hablo en serio. Me pondré roja como un tomate si es él.
Caroline mira a la puerta y luego a mí.
—Amiga, no puedes evitarlo. No sé si te has dado cuenta,
pero viven en la misma casa —me dice haciendo una mueca.
Suelto un suspiro, sentándome rendida en la silla.
—Inhala y exhala. Actúa normal, ¿sí?
Asiento con la cabeza y sigo sus consejos. Tiene razón. No
puedo esconderme de Tyler hasta que mis padres vuelvan.
Debo afrontarlo. Nos hemos besado. Fue un superbeso. Pero
eso ha sido todo. No tengo que exagerar las cosas.
—Falsa alarma —me dice Caroline. Exhalo con pesadez. No
me había dado cuenta de que estaba aguantando la respiración.
Daniela entra en la habitación mostrándose confundida por lo que Caroline acaba de decirme.
—Solo pasaba para invitarlas a una pequeña reunión que
haré en mi casa más tarde. —Puedo notar que se siente un
poco avergonzada al decirnos esto—. Creo que esto merece
una celebración y me gustaría que vinieran.
—Gracias por la invitación —le contesta Caroline sonriendo
levemente.
Daniela asiente con la cabeza y me sonríe una vez más.
Caroline cierra la puerta, borrando su sonrisa y haciendo una
mueca de confusión.
—¿Por qué nos ha invitado? —pregunta como si fuera la
cosa más complicada de entender del mundo.
Me quedo sonriendo ante su confusión. Yo estaba
exactamente igual hace unas horas. Tomamos nuestras
mochilas y, de camino a casa, le cuento todo lo que me pasó
antes con Daniela.
La pequeña reunión de Daniela es una enorme fiesta. Me
siento un poco fuera de lugar al llevar ropa informal. Pensé
que íbamos a ser solo los chicos y chicas que hemos
participado en la obra, así que me puse unos pantalones azules
de mezclilla, una camiseta rosa y unas zapatillas de deporte
bajas. Pero aquí hay chicas con vestidos, faldas cortas y tops
que hacen que me sienta fuera de lugar. Caroline con su
vestido blanco va mucho más acorde para la ocasión, pero,
bueno, ella viste normalmente de esa forma. Yo siempre voy
más por lo cómodo.
Un chico completamente sudado choca conmigo y mi piel
entra en contacto con el líquido en el que está bañado. No sé si
es sudor, alcohol o quién sabe qué. Pero no lo quiero
averiguar.
—Explícame otra vez por qué hemos venido —pregunto
mirando con desagrado a la persona que acaba de chocarse
conmigo. Ni siquiera se ha parado para disculparse.
—Porque pensé que habría comida y bebida gratis —me dice
con tranquilidad, saludando a algunas personas con una
sonrisa.
Estábamos muy cómodas en la tranquilidad de su habitación
y de repente se le ocurrió venir a la fiesta.
—¡Están aquí! —Daniela aparece con un hermoso vestido
rojo que se va degradando a negro a medida que desciende—.
Pensaba que no vendrían.
—Yo también —contesto sonriendo forzadamente y dándole
un codazo a Caroline.
—Tomen lo que quieran. Creo que hay algo para comer en la
cocina si es que no se lo acabaron ya. —Se ríe antes de volver
a desaparecer entre la multitud.
Caroline me sonríe agradecida por contar con mi presencia
aquí y me toma de la mano para guiarme hasta la barra.
Caminamos sin rumbo, chocando con más personas sudadas
hasta que por fin la encontramos. La casa de Daniela es
enorme y está en una gran propiedad rodeada de jardín. No
tiene vecinos hasta unos metros más adelante, así que la
música puede estar tan fuerte como los altavoces lo permitan,
que nadie va a quejarse.
—¡Pensaba que no vendrías!
Me giro y me encuentro con Nick. Lleva una camisa de
flores horrible. Por suerte, parece estar lo suficientemente
bebido como para no ofenderse por mi mirada.
—No eres el único —le contesto dándole unas palmadas en
la espalda—. ¿Has venido solo? —digo fingiendo desinterés.