Mi estúpido niñero

Capítulo 30

Son las dos de la tarde. Me acabo de despertar hace una hora. 
Sí, he dormido toda la mañana gracias a Tyler. Después de 
nuestra reconciliación, por así decirlo, nuestras llamadas son 
mucho más largas. 
En su vida están sucediendo muchas cosas. Por ejemplo, su 
padre planea abrir una sucursal de la empresa familiar en 
Nueva York y que Tyler sea el encargado de dirigirla. Tendrá 
que ir a vivir a Nueva York, por lo tanto no tiene sentido que 
siga buscando apartamento en Londres porque tendrá que 
mudarse. Es genial. Mis amigos y yo estudiaremos allí. Así 
que todo será como si estuviéramos en Los Ángeles. 
Estoy esperando a Caroline para irnos a casa de Juliett. Me 
escribió ayer por la noche para que quedáramos para tomar té 
por la tarde en su casa. Invité a Daniela, pero tiene algo que 
hacer y no va a poder acompañarnos; dijo que vendrá con 
nosotras la próxima vez. Seguro que habrá una próxima vez. 
Creo que Juliett es una persona agradable y sé que a mis 
amigas también les cae muy bien. 
Mi móvil comienza a sonar, leo en la pantalla el nombre de 
Tyler. Acepto la llamada y me río. No tengo nada que hacer 
ahora que las clases se han terminado, pero él debe ocuparse 
de su pasantía con su padre. Debe ser responsable y puntual. 
Por lo que me ha dicho, su padre es muy estricto con él en ese sentido. Constantemente le recuerda que lo que hacen no es un 
juego y que debe tomárselo en serio. 
—¿Sigues vivo? —le pregunto con una sonrisa. Estuvimos 
hablando por teléfono toda la noche. Colgamos cuando él tuvo 
que irse a trabajar. 
—No hay nada que no pueda arreglar una dosis de cafeína 
—contesta feliz del otro lado—. Afortunadamente, mi padre 
ha dicho que ya hemos acabado por hoy. Dormiré una buena 
siesta, Donnut. 
—¿Qué haces que todavía no vas a dormir? —le pregunto 
arqueando una ceja. 
—Necesitaba oír tu voz. —No puedo evitar sonreír 
enternecida al escuchar eso—. ¿Y tú qué haces, Donnut? ¿Te 
he despertado? 
—No, voy a tomar el té con una nueva amiga —le cuento 
contenta. 
Hay un breve silencio. 
—¿Una nueva amiga? —Ya no mantiene la misma alegría en 
su voz. Frunzo el ceño levemente. 
—Sí, se llama Juliett —le explico, confusa. 
—Ah, bueno, que te diviertas. —Escucho una voz detrás de 
él, creo que es la de su padre—. No me eches mucho de 
menos, Donnut. 
—Egocéntrico. 
—¡Espera, espera! —Escucho que dice. Frunzo el ceño—. 
Yo… también quería decirte que no podré ir a Los Ángeles 
para tu graduación. Hay mucho trabajo aquí y… no puedo 
viajar a otro continente en estos momentos. Lo siento, Donnut.

—No importa, Tyler —le contesto sonriendo forzadamente, 
por más que no esté viéndome, siento la necesidad de hacerlo 
para que mi tono de voz triste no se note—. Ya nos veremos. 
Ahora te dejo porque acaba de llegar Caroline, ¿sí? —No 
espero su respuesta y cuelgo, soltando un suspiro y borrando la 
sonrisa de mi rostro. 
Sí me desanima un poco que Tyler no esté, pero es mi 
graduación. La única vez en mi vida que será mi graduación 
de secundaria. Lo pasaré bien con mis mejores amigos y en 
algún otro momento veré a Tyler. Eso es todo. 
Me pongo unos tejanos de cintura alta y una blusa amarilla 
mientras espero que mi mejor amiga llegue. Entra en la 
habitación cuando estoy rizándome las pestañas. Me observa 
con una sonrisa. Lleva un vestido largo blanco que parece muy 
cómodo y unas botas camperas. Me alegra que otra vez esté 
bien. Las últimas semanas del instituto no las pasó bien por el 
tema de su embarazo y los síntomas. Ahora me siento feliz 
viéndola sonriendo y mucho más radiante que antes. 
—¿Por qué me miras así? —me pregunta arqueando una 
ceja. Me encojo de hombros, dejando de presionar mis 
pestañas. 
—Eres la persona más genial que conozco —le digo, y 
comienzo a buscar el rímel dentro de mi neceser de maquillaje. 
—¿Qué hiciste? —me pregunta ladeando la cabeza. 
—No he hecho nada —le contesto, indignada, con el rímel 
en la mano—. Me parece que decir que eres genial no es hacer 
nada malo. 
—No… —contesta asintiendo con la cabeza—. Pero es lo 
que usualmente haces —agrega elevando sus cejas. 
—Bueno, entonces comenzaré a recordarte lo genial que eres más seguido. —Comienzo a aplicarme el rímel en las pestañas. 
Ella se coloca detrás de mí, apoyando las manos sobre mis 
hombros—. Y lo digo por todo lo que has pasado estos últimos 
tiempos. Nunca dudé de tu fortaleza, pero siempre logras 
sorprenderme. 
Caroline sonríe cabizbaja. 
—Mi madre cree que he aceptado seguir con el embarazo 
porque Nick está conmigo. —Se ríe secamente—. Pero se 
equivoca. —Lleva sus manos a mi pelo para hacerme una 
trenza—. Para mí un niño debe tener padres que quieran 
tenerlo, no para sufrir por padres ausentes o maltratadores que 
lo trajeron al mundo porque no tuvieron otra alternativa. 
También creo que una mujer debe ser madre cuando desee 
serlo… Yo deseaba ser madre, aunque jamás pensé que lo sería 
a los dieciocho. Dudaba en continuar con este embarazo 
porque no creí que podría ser la madre que este alien merece, 
no creí que tendría la fuerza suficiente para afrontar todo lo 
que conlleva la maternidad. Estaba asustada. Pero me recordé 
a mí misma que soy capaz de todo lo que me proponga, que 
soy fuerte y puedo soportar todo lo que se interponga en mi 
camino, que soy capaz de darle a este alien una vida feliz. — 
Mis ojos se llenan de lágrimas con cada palabra que dice—. Y 
sé que si en algún momento me tropiezo, tengo a los mejores 
amigos del mundo listos para ayudarme a levantarme. —Llevo 
una mano a mis labios para que dejen de temblar—. ¿Tienes 
una goma para el cabello? —pregunta levantando la vista. 
Le tiendo una de mis muñecas para que le saque la goma que 
lleva. Caroline la coge y finaliza la trenza que estaba 
haciéndome. 
Enciendo la radio justo cuando están poniendo Lighs de Ellie 
Goulding. Me encanta esta canción. Después de las inspiradoras palabras de Caroline, lloré unos segundos, pero 
luego ella me obligó a dejar de llorar porque temía acabar 
haciendo lo mismo. A regañadientes, obedecí y ahora estamos 
en mi coche yendo a la casa de Juliett. Me pasó su dirección 
por texto. Vive algo alejada de la civilización. Me lo dijo por 
teléfono. Pero no creí que realmente estuviera tan lejos. Su 
casa está a treinta y cuatro kilómetros de Los Ángeles. 
Además de que tienes que recorrer un largo camino para llegar 
a ella. 
Por fin llegamos. A medida que avanzo con el coche, puedo 
ver lo fabuloso que es el edificio. Es completamente de vidrio, 
lo que te permite ver lo que hay en el interior de la casa. Para 
subir a ella tiene unas escaleras de madera. Me encanta. 
Bajamos del coche y cerramos las puertas con seguro. 
Desbloqueo el móvil para ver qué hora es; son las seis y diez. 
Frunzo el ceño al ver que no hay cobertura. Subimos hasta la 
hermosa casa de cristal y llamamos a la puerta. A los pocos 
segundos, Juliett nos abre con una sonrisa. Lleva un delantal y 
se ven en él varias manchas de pintura. Se apresura a 
abrazarme evitando que la parte del delantal toque mi ropa. 
—¡Qué alegría verte! —exclama contenta. Se separa para 
abrazar a Caroline de la misma forma—. ¡Están guapísimas! 
—Tú sí que estás guapa —le contesta Caroline—. Y 
pintando —le dice en cuanto se separan. 
—Oh, soy una aficionada. Pasen, por favor. 
Ambas entramos lentamente en la hermosa casa. Por dentro 
es aún más bonita. Las paredes que dividen las diferentes 
estancias —que no son de vidrio— están decoradas con 
preciosos tonos pastel. Hay cuadros por todas partes, son de 
figuras abstractas, y algunas son bastante raras, hasta podría 
decir que dan un poco de miedo. La única que llama mi atención es una de un hermoso atardecer. 
—¿Has pintado alguno? —le pregunto. 
—Todos son comprados —contesta, haciendo un gesto 
desinteresado con la mano—. Siempre intento pintar; todavía 
no acepto que no es lo mío. —Se ríe. 
Juliett va a la cocina para preparar el té mientras Caroline y 
yo nos quedamos en el salón. El suelo es de madera, los 
sillones son blancos. Estamos sentadas en uno en forma de L. 
La mesa de centro es de vidrio y tiene un cenicero en forma de 
flor en medio. Al parecer fuma o quizá es solo decoración. La 
pared que está a nuestra derecha es de vidrio, así que tenemos 
la vista de su solitario jardín con una hermosa piscina. 
—Quieren añadir algún licor al té, ¿verdad? Mi padre solía 
ponerle whisky —nos cuenta divertida mientras deja la 
bandeja de madera con las tazas blancas y la tetera del mismo 
color sobre la mesa de centro. 
—Aunque quisiera no puedo —responde Caroline. Juliett 
parece entender a qué se refiere—. Estoy de siete semanas. 
—¡Felicidades! —exclama contenta, y suelta un suspiro 
manteniendo su sonrisa—. Estar embarazada es una 
experiencia maravillosa. 
—¿Tienes hijos? —pregunto, intrigada por sus palabras. 
—Iba a tenerlo —responde con una sonrisa forzada—. Fue 
un aborto espontáneo. 
—Lo siento muchísimo —le dice Caroline, llevándose una 
mano a su pecho. 
—Lamento haberlo preguntado, yo… 
Juliett se sienta en el sillón individual que está frente a 
nosotras haciendo un gesto con la mano. Sé que intenta restarle importancia, pero puedo ver en su rostro que le duele 
recordar eso. Caroline y yo nos miramos de reojo. 
—Me alegra que vinieran —nos dice comenzando a servir el 
té en las tazas que tienen una flor rosada—. Mi prometido 
Ryan está ocupado la mayor parte del día, y yo estoy aquí 
intentando pintar. 
—Estamos encantadas de que nos invitaras —le contesto 
sonriendo—. Tu casa es muy bonita. 
—Sí —dice Caroline—. Es impresionante. 
Juliett nos sonríe en agradecimiento y se levanta para buscar 
unas galletitas que ha horneado para la ocasión. Cuando 
vuelve, vemos que son galletas con chispas de chocolate. 
Recuerdo vagamente que Tyler una vez mencionó que le 
fascinan. Algún día tendré que intentar hacérselas. 
—En dos días es su graduación, ¿no están emocionadas? — 
nos pregunta, elevando el meñique para tomar el té. 
Pruebo una de sus galletas y entorno los ojos; están 
deliciosas. Creo que ya tengo quién me pase trucos para 
cuando intente hacerlas. 
—Mucho —contesta Caroline—. Y obviamente estás más 
que contratada para maquillarnos. 
—Me alegra oír eso —dice sonriendo—. ¿Ya tienen pareja? 
—pregunta mirándome a mí. 
—Sí, yo iré con mi novio Nick —responde Caroline, y se 
gira para escuchar mi respuesta. 
—Yo… iré sola —le cuento a Caroline—. Tyler me dijo que 
no podrá venir. Tiene mucho trabajo. 
—¿Tyler «tu amigo»? ¿El que Daniela mencionó en la 
tienda? —pregunta Juliett, intrigada. Asiento con la cabeza, sin decirle nada por las comillas que ha hecho con los dedos al 
decir «amigo»—. No te ofendas, pero me suena a excusa. Es 
solo una noche, no una semana entera. 
—Tyler vive en Londres —le explico haciendo una mueca 
—. Así que no es ninguna excusa. De hecho, hubiera preferido 
que lo fuera, pero es la triste realidad. 
—En ese caso, lo siento mucho, Sam —me dice mirándome 
con pena. 
Sonrío negando con la cabeza. Sí me hace sentir mal que 
Tyler no esté aquí, pero, si no puede, no puede. Ya tendremos 
alguna otra ocasión para estar juntos.



#1737 en Joven Adulto

En el texto hay: adolescentes, drama, niñero

Editado: 07.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.