Hoy será un buen día. Los pájaros están cantando y mi madre
ha entrado hace unos veinte minutos para abrir las ventanas de
mi habitación y dejar que corra una ligera brisa de verano. Mi
móvil comienza a vibrar debajo de mi espalda haciéndome
cosquillas. Me río y lo saco para contestar.
—¿Hola…?
—¡HOY ES EL DÍAAAAAA! —chilla emocionada mi mejor
amiga.
Alejo el teléfono de mi oído y lo vuelvo a acercar cuando sus
chillidos cesan.
—Caroline, yo tam…
Abro la boca ofendida. Acaba de colgarme. Me río
levemente y me levanto de la cama con pesadez. Estaba tan a
gustito…
Me doy una larga ducha de diez minutos mientras canto
todas las otras canciones de mi playlist. Puedo sentir la
emoción y los nervios correr por todo mi sistema. En verdad,
jamás pensé que estaría tan emocionada. Es decir, me burlaba
de Daniela, de Caroline y hasta de Luke por estar emocionados
y nerviosos por nuestra graduación. Y aquí estoy, eufórica por
esta noche.
Nada va a estropear este día. Si por alguna razón —el helado — se me mancha el vestido, no me importará. Si me tropiezo
en el momento de recibir mi diploma, no me importará. La
ausencia de Tyler tampoco importará. Este es mi último baile y
debo aprovecharlo y bailar hasta que mis pies no aguanten,
cantar las canciones hasta que mi garganta duela y divertirme
hasta que el sol vuelva a salir.
Con ese pensamiento, salgo del baño de mi habitación para
comenzar mi día. La pantalla del móvil se ilumina con un
mensaje de Caroline, avisándome de que está afuera y que, al
parecer, Juliett está con ella.
Bajo las escaleras para abrirles la puerta, pero casi al final de
estas puedo escuchar la voz de mi madre en la puerta
principal. En efecto, está hablando con Caroline y Juliett
mientras las invita a entrar. Mi mejor amiga corre para
abrazarme al verme.
—¡Aaaah, no puedo creerlo! —exclama en mi oído haciendo
que cierre mis ojos. Casi me explota el tímpano. Cuando nos
separamos, ve mi disgusto por su grito—. No comiences,
gruñona.
—También estoy emocionada por ustedes. —Juliett ha
terminado de hablar con mi madre y se acerca a nosotras.
Subimos a mi habitación para empezar una intensa sesión de
belleza. Nos depilaremos, nos haremos la manicura y la
pedicura, nos pondremos algunas mascarillas y un montón de
cosas más hasta que sea la hora de estar listas para la
graduación. Voy a buscar algo de agua y algunas frutas con
Caroline para comer mientras estamos en nuestra sesión, y al
volver encuentro a Juliett mirando mi móvil, que está sobre la
cama.
—Te ha llegado un mensaje —me avisa guiñándome un ojo
y acercándose para ayudarnos con las cosas. Cuando se gira para llevarlas, miro a Caroline de reojo. Eso ha sido raro.
Me acerco a mi teléfono para ver el mensaje. Es de Tyler:
:D
Tecleo una respuesta rápida:
¿Qué significa eso?
Contesta al instante.
Sólo: D, Donnut.
Decido no contestar más. Tyler y sus estupideces.
Juliett nos arregla las uñas, aunque las de Caroline estaban
perfectas. No hemos querido uñas esculpidas, las hemos
llevado alguna vez, pero simplemente no son para nosotras,
nos resultan demasiado largas. Preferimos nuestras uñas
naturales, que son medianamente largas, pintadas de algún
color bonito. Juliett nos quita las cutículas y las lima bien y
luego pinta las mías de azul, mi color favorito, y las de
Caroline de un rosa pálido. Sin duda nos quedan preciosas. Mi
amiga agrega una pequeña mariposa negra en cada dedo
anular.
—¿Puedo tomar una foto? Pero no he traído mi móvil —dice
Juliett.
Señalo mi teléfono, que sigue en la cama. Ella se acerca para
cogerlo y suelta una pequeña risa.
—Al parecer, Sam oculta muchas cosas —dice sarcástica—.
¿Me pones la contraseña?
—Voy a cambiarme primero —nos avisa Caroline
poniéndose de pie y comenzando a caminar hacia el baño con
su vestido en una percha.
Tomo el móvil y marco mi contraseña pensando que el
comentario de Juliett ha sonado algo malicioso. No oculto cosas, pero me gusta tener privacidad. Quizá fue una simple
broma y solo estoy muy susceptible. Juliett me indica que
extienda las manos para que se vean bien las uñas. Hacemos lo
que nos dice y, tras unos segundos, la foto está lista.
—¿Quién es este chico? —dice mientras observa una foto.
Me acerco a Juliett con el ceño fruncido y le quito el teléfono
para ver de qué foto habla. Es una foto que Tyler y yo nos
tomamos hace tiempo. Él me está cargando sobre un hombro
mientras yo estoy besando su mejilla y él sacando la lengua.
Una pequeña sonrisa se forma en mis labios.
—¿Peso mucho? —pregunté.
—Nop —responde por… décima vez.
Caroline se acercó a nosotros cargando con sus libros y
con una gran sonrisa pícara en el rostro.
—¿Alguna vez les dije la gran pareja que harían?
Entorné los ojos.
—Sí, Caro.
Salimos del instituto entre risas y bromas con mis
amigos. Le pedí a Tyler que no fuéramos en coche, que
fuéramos caminando, y después de mucho rogar, aceptó.
—¿Puedo tomarles una foto? —Caroline subió y bajó
sus tupidas cejas rápidamente.
—Acabo de despertarme. ¿Crees que es momento para
fotografiar mi rostro? —le pregunté.
—Tápate la cara de alguna manera. —Hizo un gesto
con la mano.
¿Cómo podía taparme la cara? «Lo tengo», pensé.
—¿Listos? —Besé rápidamente la mejilla de Tyler, y en cuanto escuché el típico sonido que hace la cámara del
móvil, alejé mis labios de su piel—. ¡Qué tiernos! —
exclamó mi amiga emocionada.
Nos enseñó la foto y, como ella dijo, éramos pura
ternura. Es una foto muy bonita y me gustaría
enmarcarla.
—Tyler —contesto sonriendo.
—El chico de las excusas —dice Juliett señalándome con el
dedo índice. Hago una mueca. Ha sido un comentario
desafortunado—. Perdona, no ha tenido gracia. Lo siento —se
disculpa rápidamente.
No contesto porque no sé qué decir. Me ha parecido grosera.
A mí sí me duele que Tyler no pueda venir a algo tan
importante como mi graduación, y que ella bromee con que
son excusas, por más que ya le he explicado la situación, me
parece de mal gusto. Intuyo que hay algo raro en Juliett, lo
puedo sentir.
—¿Cómo me veo? —Caroline vuelve a salir del baño con su
vestido. Es violeta. Tiene un escote en V, y es ajustado hasta la
cintura, donde tiene unas aperturas a los lados y luego es
suelto. Sin duda es muy juvenil y elegante.
—¡Estás preciosa! —exclamo algo triste, aun sintiendo el
efecto de las palabras de Juliett.
—Sí, ¿verdad? —asiente divertida, llevando una mano a su
cintura y posando exageradamente para hacerme reír—. Anda.
Ve a vestirte. —Me da pequeños empujoncitos.
Descuelgo mi vestido y camino al baño escuchando cómo
Juliett comienza a elogiar a Caroline. Ignoraré ese comentario
que hizo. Seguro que fue un simple chiste para ella y que no
buscaba hacerme daño. Me deshago de mi ropa y me pongo el vestido con mucho cuidado de no arrugarlo, ni de estropear mi
maquillaje o mi peinado. Cinco minutos después salgo del
baño y la boca de mi mejor amiga tiene forma de O.
—¡Mírate! —exclama sonriendo—. ¡Estás guapísima!
Me acerco al espejo para corroborar que Caroline está en lo
cierto. Y sin duda no se equivoca. Mi vestido es estilo sirena,
ajustado hasta las rodillas, desde donde acaba con un leve
vuelo. Elegí el color rojo sangre porque creo que es una
tonalidad preciosa, y además me encanta cómo queda con mi
pelo castaño. Llevo un moño informal con algunos mechones
sueltos por delante. Parece un peinado de un minuto, pero en
realidad ha costado mucho tiempo que se vea así. Mi
maquillaje es bastante natural para equilibrar la exuberancia
del vestido. En mis párpados llevo una sombra champán y un
leve delineado con sombra negra, y en los labios, un rosa casi
natural. Suelen recomendar que el maquillaje sea «natural»
para quedar bien en las fotos con el diploma.
—Se ven preciosas —dice Juliett a nuestras espaldas. Nos
sonríe amablemente y por primera vez en todo el tiempo que
lleva en casa sus palabras suenan sinceras—. Sin duda tu
novio quedará encantado —le dice a Caroline. Se gira para
mirarme con una mueca de lástima—. Estoy segura de que
Tyler apreciará las fotos.
Fuerzo una sonrisa y miro de reojo que Caroline también
hace lo mismo. Ahí está otra vez. Ese comentario de mal gusto
con respecto a Tyler. ¿Cuál es su problema? Un día, la persona
más amigable del mundo y luego, de repente, se convierte en
un ser odioso.
—Gracias por todo, Juliett —le digo despidiéndome,
dándole la espalda para colocarme un delicado collar que
Caroline me regaló hace unos días. Ella lleva puesto un anillo que yo le regalé el mismo día.
—Ha estado muy bien, Juliett. ¡Gracias! —exclama
Caroline.
—No ha sido nada. ¡Espero que disfruten esta noche! —
Escucho que responde.
Luego oigo que la puerta se cierra y suelto un suspiro de
alivio. No sé cuál es su problema, pero no tiene por qué
desquitarse conmigo. Caroline se pone a mi lado para mirarme
enternecida. Le sonrío levemente. Me alegra que vayamos a
vivir esto juntas.
La puerta vuelve a abrirse, y me giro pensando que debe de
ser Juliett que se ha olvidado algo, pero es la cara de Nick la
que veo asomando por la puerta entreabierta. Sus cejas están
elevadas y su boca abierta sin poder decir palabra al ver a
Caroline. Me río.
—Creo que Nick intenta decir que estás muy guapa —le
digo a Caroline. Ella se ríe.
—Yo… —Mi primo niega con la cabeza—. En realidad,
quiero decir que eres perfecta.
Caroline se queda sonriendo con la mirada perdida en mi
primo. Nick sigue en la misma posición. Se miran embobados
el uno por el otro. Suspiro negando con la cabeza.
Enamorados. Alguien parece empujarlo levemente haciendo
que salga de su trance y que casi se caiga. Mi mejor amiga
ladea la cabeza extrañada.
—Ah, sí —dice Nick mirando detrás de él—. Tengo una
sorpresa para ti, primita.
Empuja la puerta abriéndola por completo. Tyler está a su
lado vistiendo traje y manteniendo una sonrisa. Abro la boca
sin poder creerlo, y sin poder contener mi emoción, sonrío también. Escucho cómo Caroline carraspea a mi lado.
—Hay que dejarlos solos.
Mi amiga me guiña un ojo antes de salir de la habitación con
Nick.
En cuanto nos quedamos a solas, no puedo evitarlo y corro a
sus brazos. Tyler me recibe con más efusividad. Cierro los
ojos dándome cuenta de lo mucho que echaba de menos estar
con él. No en el sentido romántico, sino el simple hecho de
contar con su presencia merodeando por mi casa.
—Dijiste que no podías venir —le digo separándome lo
suficiente para que podamos vernos.
—Quise sorprenderte —me contesta sonriendo. Su mirada
me recorre lentamente agregando un poco más de rubor a mis
mejillas—. Y tú has acabado sorprendiéndome a mí. —Vuelve
a mirarme a los ojos.
—El rojo es mi color —digo encogiéndome con aires de
superioridad.
—Cualquier color es tu color.
Oh, no. Las cosquillas otra vez.
Nuestras respiraciones se vuelven más pesadas. Mantengo
mis ojos en sus labios, al igual que él en los míos. Hace
presión en mi espalda para acercarnos. Nuestros labios están a
punto de hacer contacto…
—¡Aquí están! —Nos separamos de un brinco al oír la voz
de mi madre. Ella nos mira con una sonrisa pícara. Noto que
tiene una cámara en las manos—. ¿Interrumpo algo? —
pregunta divertida.
«¡Sí!», contesto por dentro.