Sam está durmiendo plácidamente. Su respiración es lenta y
calmada. Tyler la observa dormir. Analiza detalladamente su
rostro. Sus labios rosados entreabiertos que de vez en cuando
sueltan pequeños suspiros. Las voluminosas pestañas que
adornan sus ojos cerrados. Descubrió que tiene un pequeño
lunar sobre el párpado izquierdo, que apenas se ve. Sonríe. A
sus ojos, es la persona más hermosa que haya visto.
Mira la hora y entorna los ojos. Debe reunirse con la
acosadora. Ahora entiende el dicho de «Lo bueno dura poco».
Suelta con cuidado la mano de Sam, que se durmió
acariciando la suya. Afortunadamente para él, está tan
profundamente dormida que no necesita hacer mucho para que
lo suelte. Antes de salir, se gira para mirarla una vez más y
suspira con tristeza. Ella no debería estar en esa cama de
hospital, piensa. Se sigue lamentando por ello. Pero irá a poner
fin a todo aquello.
Tyler camina por los pasillos solitarios del hospital. Su
mandíbula está tensa y se sobresalta por cada sonido que
escucha. Está nervioso por tener que verla. No la ve desde que
se fue de Inglaterra. Pensó que se olvidaría de él, y avanzaría.
Estaba equivocado, muy equivocado. Al llegar a la entrada,
intenta abrir la puerta, pero está cerrada con llave. Golpea
levemente la puerta de vidrio para llamar la atención del
guardia. Este abre la puerta y lo mira con desconfianza.
—¿A dónde vas tan tarde, chico?
—A la casa de mi madre. Necesito buscar unas cosas —
miente poniendo su mejor sonrisa de chico bueno.
Al guardia realmente no le interesaba, y esa sonrisa
encantadora es suficiente para que le abra la puerta. Tyler
mantiene su mirada inocente hasta estar lo suficientemente
lejos del hombre y expresar su verdadera preocupación. En
cuanto sube a su coche, no lo piensa dos veces y arranca hacia
la dirección que le dijo.
El lugar está vacío. Es una especie de callejón, y se pregunta
si ha sido buena idea venir sin estar preparado. Creía
conocerla, pero últimamente las cosas que hace lo hacen dudar
mucho de que la conozca del todo. Es como si fuera una
persona completamente diferente. Se baja divisando a una
persona de espaldas a unos metros de donde ha aparcado su
coche.
A medida que se acerca a esa persona, puede ver cómo va
vestida. Lleva una gabardina larga negra, que deja a la vista
sus piernas, y unos zapatos de tacón rojos. Su cabello rubio
cae como cascada por su espalda. En cuanto está a unos pocos
pasos de ella, Tyler habla:
—Jessica.
La mujer se gira y le mira de pies a cabeza, confundida unos
segundos, pero luego la sonrisa que se expande por sus labios
hace que a Tyler se le erice la piel.
—Cuánto tiempo sin vernos —dice contenta. Sus ojos
almendra lo observan detenidamente. Aunque su voz
demuestre alegría, sus ojos demuestran furia—. ¿Qué tal te ha
ido? Por lo que he podido ver, has estado ocupado con una
adolescente.
—¿Qué hay de ti? —pregunta, arqueando una ceja—. Por lo que he podido ver, tú has estado ocupada acosándome y
haciendo daño a una adolescente inocente.
Jessica sonríe.
—Oh no, cariño —le dice dejando de sonreír y fingiendo
sentirse apenada—. No quieras adjudicarme un logro que es
tuyo. —Tyler frunce el ceño—. Te lo dije. Vuelve a Inglaterra
o habrá consecuencias. Lo que le ha pasado a Sam es por tu
culpa.
—¿Quieres vengarte? Bien —dice Tyler, cansado de sus
juegos—, pero hazlo conmigo. No con Sam. Ella no tiene nada
que ver en esto.
Jessica lo observa confundida.
—Pero así perdería toda la diversión —le responde ella. Sus
ojos iracundos lo observan durante unos largos segundos.
Luego continúa hablando mientras va acercándose a él—. Si
yo obtengo mi venganza dañando a Sam, te dolerá más. No se
asemejará al dolor que me hiciste pasar, pero algo es algo,
cariño.
Tyler y Jessica tuvieron «algo». Comenzó cuando él tenía
diecisiete y ella veinticinco. Se conocieron gracias a su madre,
porque Jessica era amiga de ella. En ese entonces, él solo era
un adolescente problemático con demasiadas malas amistades
que lo hacían sentir mal y le animaban a adentrarse en el
mundo de los excesos.
Jessica lo ayudó a alejarse de sus amigos tóxicos,
brindándole el apoyo que necesitaba para ello y estando a su
lado para dejar los excesos. Jessica estaba encantada con Tyler
y él por un tiempo la quiso porque le estaba agradecido, pero
luego solo quiso ser su amigo. Él fue conociendo a chicas, y
eso a ella no le gustó. Los celos no lo alarmaron al principio,
pero con el tiempo esos celos se convirtieron en acoso y agresión hacia él y hacia cualquier persona con la que él
estuviera.
Tyler quiso terminar «eso» por las buenas y quedar con
Jessica como amigos, si eso la hacía sentir mejor. Pero ella no
quería romper su relación. Cuando su madre le comentó que
los padres de Sam se iban a Japón, sin dudarlo se ofreció para
cuidar a Sam y poder alejarse de Inglaterra. Desde esa fecha,
no había vuelto a ver a Jessica, hasta ahora.
—Jessica, lo siento mucho —dice Tyler con sinceridad.
Jamás pensó que ella se iba a enamorar tanto de él. Creyó que
solo lo vería como una relación más—. Nunca quise
lastimarte…
—Pero lo hiciste —le interrumpe Jessica.
—Y si pudiera, daría marcha atrás en el tiempo y lo evitaría.
—Tyler continúa—. Por favor, perdóname. Te lo estoy
implorando.
Jessica frunce el ceño. Las palabras de Tyler realmente la
conmueven, pero no de la forma en la que él espera. «Solo me
está pidiendo perdón para salvar a Sam, de otra forma jamás
me diría todo esto», piensa. Se moja los labios y eleva la
mirada, juguetona.
—Todavía estás a tiempo de evitar algo —dice. Tyler frunce
el ceño—. Puedes evitar que le haga daño.
—Jessica…
—Tú decides —le interrumpe, sintiendo un nudo en la
garganta y la ira creciendo dentro de su pecho—. Aléjate de
ella si quieres que siga sana y salva. Hazlo antes de que sea
muy tarde y ella también te odie.
—¿Por qué… dices eso? —pregunta, confundido.
—¿Qué crees que pensará de ti al saber que solo me utilizaste? —pregunta, arqueando una de sus cejas— O mejor,
¿qué crees que pensará de ti al saber que todo lo que sufrió fue
gracias a ti?
—Jessica, escúchame. —Tyler coloca ambas manos sobre
los hombros de la mujer rubia. Ella apenas reacciona a ese
contacto. Lo observa elevando el mentón levemente—.
Perdóname. Te estoy muy agradecido por tu ayuda en aquellos
tiempos oscuros, en serio. Jamás quise hacerte daño, ni darte
señales equivocadas. Tú mereces a alguien mucho mejor que
yo. En serio, yo jamás te merecí. Eres una gran abogada y no
vale la pena que te ensucies las manos por mí. De verdad.
Jessica entrecierra los ojos y procesa las palabras de Tyler.
Por su cabeza pasan muchas ideas y el nudo en su garganta
cada vez se hace más grande. Finalmente, decide abortar sus
planes y suspira.
—Bien… —Tyler afloja su agarre, confundido—. Te
perdono —musita Jessica, elevando la mirada.
—¿En serio? —pregunta él, incrédulo.
Los ojos de Jessica se llenan de lágrimas y comienza a
asentir.
—No sé en qué estaba pensando cuando hice lo que le hice a
Sam… —dice, soltando lágrimas reales, aunque no por lo que
sus labios dicen—. Yo… me destruiría si esto llega a hacerse
público, lo sabes, ¿verdad? Podría perderlo todo…
—No diré nada —susurra Tyler, pensando que es lo mejor.
Ella desaparece y Sam puede estar bien—. Lo prometo.
Jessica sonríe levemente y le acaricia la mejilla. Baja la vista
hasta sus labios, donde se detiene unos segundos y, finalmente,
ambos se sueltan. Se despiden y cada uno vuelve a subir a su
coche. Él se va con rapidez mientras la rubia se queda sentada
en su vehículo. La morena que está detrás baja sus gafas oscuras y pregunta:
—¿Por fin cedió? —le pregunta.
Jessica arranca.
—Cedí yo —le responde. La morena se baja las gafas y le
observa atónita—. Por un tiempo —agrega sonriendo.