Dos semanas después
—Sam, ten cuidado —me dice Tyler, intentando ayudarme a
bajar de la cama.
—Te dije que puedo sola —protesto, deteniéndolo.
Él se apoya en el umbral de la puerta y observa cómo me
levanto con mucho cuidado de la cama del hospital. Al
hacerlo, le sonrío victoriosa.
—¿Ves? Te dije que puedo hacerlo sola.
—Es porque eres asombrosa. —Acuna mi rostro en sus
manos y me besa en los labios—. ¿Lista para irnos?
—Estoy lista desde hace mucho tiempo —digo, mirándolo y
haciendo una mueca. Odio los hospitales.
Han pasado dos semanas desde aquella loca noche.
La policía entró segundos después de que Jessica me
disparara. Solo recuerdo cómo se la llevaban y cómo Luke me
observaba sorprendido. Después de eso, me quedé
inconsciente. Pero Tyler me contó lo siguiente: los
paramédicos me llevaron a la ambulancia y de allí al hospital.
Jessica actualmente está arrestada por los cargos de secuestro e
intento de homicidio. Sorprendentemente, no testificó en contra de Jenna ni de mi mejor amigo.
Sobre Luke, él está bien, sigue recuperándose del disparo en
la pierna, pero está bien. Me lo explicó todo cuando desperté
de la cirugía, y la verdad es que pienso que todo hubiera sido
más fácil —y menos doloroso— si él hubiera advertido a las
autoridades de lo que escuchó en la conversación entre Jenna y
Jessica. Pero bueno, al menos hizo algo para intentar
detenerlas.
Vamos caminando lentamente por los pasillos del hospital.
Tyler se adapta a mi ritmo mientras yo me siento una anciana
por tener que utilizar un bastón para caminar. La doctora me
ha dicho que será mi nuevo mejor amigo hasta que mejore.
Siento como si todo dentro de mí estuviera fuera de lugar. Me
siento como el juego de mesa Operando.
Me detengo al ver a Jenna a unos metros de nosotros. Lleva
un globo en forma de corazón en una mano y en la otra una
pequeña bolsita que dice «Mejórate» en letras brillantes. No la
veo desde la noche en la que sucedió todo, y siendo sincera,
creí que jamás volvería a verla.
—Te espero afuera —murmura Tyler.
Asiento con la cabeza.
Jenna comienza a caminar hacia mí. Al pasar junto a Tyler le
sonríe levemente. La miro sin poder creer que esté aquí.
—Bonito bastón —me dice sonriente cuando está frente a
mí.
—Es mi nuevo accesorio —contesto, también sonriendo.
Jenna se ríe levemente.
—Quise venir antes, pero no me atrevía —dice. Se muerde
los labios—. Yo… soy la peor ex mejor amiga del mundo.
Después de esa noche, me di cuenta —suspira—. Lo siento
mucho. No solo por el disparo, sino por todos estos años de
molestarte y… también por lo grosera que fui al ignorar tus
disculpas.
Asiento con la cabeza. Me hace feliz que Jenna esté
disculpándose, pero de nuevo vuelve a surgir la duda que
siempre tuve. Carraspeo incorporándome.
—¿Por qué te alejaste? —le pregunto.
Jenna asiente con la cabeza como si esperara que se lo
preguntara. Hace una pausa mientras mantiene su mirada en el
suelo y aprieta los labios.
—Te tenía envidia —confiesa sin mirarme—. Envidiaba que
tuvieras a tu madre contigo. Poco a poco esa envidia fue por
todo. Por tu capacidad de caerle bien a todo el mundo, porque
todos querían ser tus amigos, no lo sé… Estaba muy enojada
contigo por ser como eras. —Hace una pausa y me mira—. Lo
siento.
Me acerco un poco más a Jenna. Ella me observa
detenidamente al hacer esto. Poso una mano sobre la suya.
—Eras y eres genial —le digo con honestidad—. Y sé que tu
madre está contigo siempre. Quizá no físicamente, pero
siempre estará en tu corazón. Ahora mismo debe estar
orgullosa de ti por disculparte. —Sus ojos se llenan de
lágrimas—. Porque eres una buena persona. Lo sé porque
sientes las cosas que has hecho y pides perdón. Eso hacen las
personas buenas cuando cometen un error.
—¿En serio crees eso? —pregunta con un hilo de voz.
Niego con la cabeza.
—No lo creo. Estoy segura —le contesto sonriendo
levemente.
Jenna me sorprende al abalanzarse sobre mí en un efusivo
abrazo. Me tambaleo un poco, pero logro mantenerme firme
para corresponderle. Cierro los ojos sintiéndome tranquila al
saber que las cosas entre nosotras están bien después de tanto
tiempo.
—A esto me refería. —Se sorbe su nariz cuando nos
separamos—. Eres muy buena persona.
Niega con la cabeza sin poder creerlo.
—Si quieres, puedo golpearte con mi bastón —digo,
encogiéndome de hombros.
Jenna se ríe.
—No, estoy bien con esta reconciliación —me dice
sonriendo.
—¿Quieres que te ayude a salir del coche? —me pregunta
Tyler.
Sonrío mientras niego con la cabeza. Desde aquella noche,
Tyler se siente culpable por lo que me hizo Jessica, y por más
que le diga que no estoy ni enfadada ni disgustada con él, ese
sentimiento no se va. Espero que en algún momento logre
perdonarse a sí mismo.
—Mis padres dijeron que en cuanto mejores les encantaría
que fueras a nuestra casa —dice mientras me observa bajar
despacio.
—Me gustaría —asiento sonriendo—. ¿Puedes coger los
regalos de Jenna?
Tras nuestra reconciliación, Jenna me acompañó hasta el
coche de Tyler y me dio el globo en forma de corazón y la
bolsa con brillitos, dentro de la cual hay un osito de color azul.
Finalmente, las cosas entre los tres están bien.
—¿Sabes? —me giro para mirarlo—, cuando… Jessica te
disparó, sentí que mi corazón se detuvo unos segundos. Jamás
me había ocurrido algo así. Era como si de repente me
arrancaran una parte de mí. Suena loco, lo sé. Pero en ese
momento pude sentir… —Hace una pequeña pausa—. Pude
comprender en realidad —se corrige— cuán enamorado estoy
de ti.
Se vuelve para mirarme unos segundos y luego vuelve la
vista al frente.
—Y lo mucho que te quiero en mi vida.
Estiro mi mano para entrelazarla con la de él. Sé que lo que
dice es verdad, porque también yo lo sentí. En el momento en
que me secuestraron solo pensé en lo mucho que echaría de
menos a mis amigos, a mis padres y a Tyler si algo malo me
terminaba pasando. Eso ocurrió, pero tuve la suerte de tener
otra posibilidad para volver a abrazar a mis padres, bromear
con mis mejores amigos y estar con Tyler.
Me siento tan agradecida de poder seguir estando aquí…
Ahora me doy cuenta de que no valoramos las cosas lo
suficiente. Yo no lo hacía antes de esa noche. Y no hablo de
las cosas materiales, sino de las más pequeñas e inofensivas,
esas que se nos hace tan normal tener y olvidamos que otros,
menos afortunados, quizá no tienen. Ya sea unos oídos que te
escuchen cuando tienes un mal día, un abrazo reconfortante
cuando te sientes mal, una cama cálida donde dormir, personas
a las cuales les importas… Normalmente, olvidamos dar las
gracias por esas cosas porque damos por sentado que siempre
las tendremos, y la realidad es que no tenemos la certeza de
que siempre contaremos con ello.
Lo que nos pasó me hizo abrir los ojos y apreciar los
pequeños momentos y las pequeñas cosas mucho más.