Esa mañana Emmett se fue más feliz que nunca. Lo despedí en la puerta como cada día, hasta que su sonrisa se perdía en la esquina, al doblar para marcharse. Giré para entrar en la casa y todo fue tan rápido. Una brusca mano me tapó la boca y la otra me sujetaba ambas manos. Me obligó a entrar en la casa a pesar de mis forcejeos y codazos. No podía verle el rostro porque estaba a espaldas, pero su asqueroso aroma era inconfundible.
-Así que te andas revolcando con éste... - me susurró al oído. - No fue difícil encontrarte. Tu amiga Vera es tan predecible. La seguí ayer y esperé toda la noche. Casi muero de celos al verte recibir a ese tipo con tan caluroso beso - Royce pasó su boca por mi cuello. Estaba en un pánico total pero no iba a dejar que me amedrentara.
Su mano que callaba mi boca estaba un tanto floja ya, así que mordí con toda mi fuerza, sacándole un tanto de sangre. Royce me soltó y gritó del dolor. Aproveché el momento para salir corriendo. No miré atrás en ningún momento pero pude sentir como me perseguía. Salí de la casa y me dirigí hacia el bosque. Los pies me dolían pues no llevaba zapatos. Podía sentir la tierra encrustarse en la planta de mis pies. Pero no me importaba. Tenía que esquivarlo y salir de allí. Era muy temprano y no había nadie en las calles para socorrerme. Ya casi llegábamos a la entrada del bosque. Saqué más velocidad y me introduje con disimulo, escondiéndome tras un árbol. Podía sentir su presencia, buscándome, acechándome.
-No te escondas querida... Vamos, podemos pasarla muy bien juntos. - gritaba en todas direcciones.
Se acercaba lentamente a mi escondite. Rogaba a todos los santos porque algo lo hiciera retroceder e irse. Pero nada. Sus pasos se hacían cada vez más cercanos. Mientras él avanzaba, yo giraba en torno al árbol pero al no mirar donde pisaba, clave mi pie en una rama llena de espinas, lo cual hizo que lanzara un grito ahogado de dolor.
Royce corrió en mi dirección y no me dio tiempo de hacer nada. En un segundo tenía su mano sobre mi cuello casi ahogandome.
-¿Por qué quieres arrancarte? Con migo tendrás lo que siempre quisiste. Eres vanidosa y te gusta el lujo. A cambio sólo pido una pequeña comisión ... - miró mi cuerpo con sus ojos deprabados.
-No...quiero tus.. mugrosas cosas - intenté decir. El aire empezaba a faltarme y al oír esas palabras, Royce apretó más mi cuello.
Pude sentir que la vida se me iba, pero estaba tranquila. Tuve más de lo que pedí. Amé y fui amada. Al menos Emmett no tendría que ver como iba a morir. Él podría seguir con su vida sin sufrir. Royce ya no quería mi cuerpo, me quería muerta. Lo vi en sus ojos asesinos. Lo sentí en sus manos que ejercían una presión contundente en mi cuello, impidiéndo el paso al aire que necesitaba. Todo se volvía negro y sólo cerré mis ojos.
Ya no sentía sus manos sobre mi. El aire volvía poco a poco pero no me atrevía a abrir los ojos. Quizás estaba muerta pero no quería comprobarlo.
-¡Rose! ¡Rosalie! - sentí la voz de Emmett. Si, estaba muerta. Era el sonido de su voz... -¡Rosalie, amor! - pero entonces caí en la cuenta.
Abrí los ojos lentamente y lo pude ver. ¿Alucinación? ¿Locura? ¿El cielo?- NO. Emmett estaba ahí, salvándome una vez más.
Lo abracé para demostrarle que lo esperaba, que le agradecía por siempre estar ahí. Divisé a Royce en el suelo a unos dos metros, limpiándose la boca que tenía con sangre. Emmett le había pegado una vez más.
Me sentía segura como nunca. Mientras estuviera en los brazos de Emmett, todo estaría bien.
-Malditos...-Royce balbuceó escupiendo sangre. Emmett me levantó del suelo y me apoyé en el árbol. Estaba un poco mareada aún.
Mi defensor fue en dirección a Royce pero se detuvo. Su gran cuerpo me impedía ver que estaba pasando. Emmett no se movía ni un centímetro. ¿Estaba pensando en cómo matarlo? ¿Se había arrepentido?
Caminé hacia Emmett y pude verlo. Ahí estaba yo, contemplando como mi Emmett estaba siendo acorralado por la pistola de Royce.
-¡Me la quitaste! – le gritaba Royce.
-¡Tú no la merecías imbécil! –Emmett le respondía.
-¡Ella va a ser mi esposa, te guste o no! - Royce se acercaba con la pistola firme.
-¡Sobre mi cadáver! ¡Si me matas, ella jamás te amará como me ama a mí! ¡No eres más que un pobre tipo mal nacido!
-¡Auxilio! – Corrí en dirección a la cuidad para buscar ayuda, pero me detuve al ver que sería en vano. No había nadie. Los contemplé a ambos. Emmett a un metro de la pistola que Royce sostenía.
-¡Debí haberte matado el día que querías dañarla! – el hombre de mi vida tenía una expresión de odio en su rostro. Me defendía tal como ese día. Aquel maldito pero maravilloso día. Maldito porque mis sueños se vieron destruidos. Maravilloso porque conocí a Emmett.
Royce avanzó otro paso y no pude evitar correr… Correr al lado de Emmett. Lo abracé pero él me movió detrás de su enorme cuerpo, protegiéndome como siempre. Entonces Royce nos miró con odio y supe que era nuestro fin… Me aferré a la espalda de Emmett y él lanzó un brazo hacia atrás rodeando mi cintura.
El sonido del gatillo hizo eco en mi cabeza, seguido de un fuerte estruendo que me sobresaltó.
-¡Royce, NO! – mi grito se ahogó en la última letra mientras que ahora eran mis brazos los que rodeaban el cuerpo de Emmett.