Mi futuro asesino

El cuarto del pensar

La madre se levantó a poner la tasa de café sucia en el lavatrastos, la enjuagó y limpió sus lentes con un extremo de su camisa, los levantó a la altura de su vista para rectificar que hayan quedado limpios, y se los puso de nuevo. Se sentó de nuevo en el comedor principal, quitando las boronas que habían brotado de su pan, abrió de nuevo el diario en donde había dejado una pequeña esquina doblada para recordar la hoja si se le cerraba el libro, y continuó: 

“Desperté con un mal cuerpo y empapado de sudor, así que me dirigí a bañarme. Al abrir la puerta del baño me encontré con el cuerpo de Josh esperando a podrirse así que decidí no bañarme. Aunque aún tenía la sensación de que alguien me observaba, por la puerta, la ventanilla, las escaleras; no sé, pero tenía la sensación. Bajé a ponerme desodorante, tomé mi teléfono y salí a la casa de Ethan, tenía ganas de preguntarle que tal iba la estadía de Michael, que me tenía preocupado. Mientras salía y cerraba la puerta principal sentí como un objeto se detuvo justo detrás de mí. No quise alarmarme, ni entrar en pánico, lentamente me di la vuelta y vi al niño de la casa de al lado, aún lleno de moretones y coágulos con su triciclo viéndome —Hola. ¿Has escuchado lo de anoche? —, me dijo. Tomé una ligera pausa y le pregunté acerca de qué hablaba. 

—No te preocupes, no le diré a nadie. ¿Escuchaste lo de anoche? — preguntó entre murmullos 

—No…, no lo he escuchado, ¿qué ha sido? 

—Ya decía yo… me has decepcionado, hombre— decía encorvándose con una expresión triste —podría asegurar que los escuché. Tenemos vecinos mapache del tipo alíen. Papá y mamá no me creen y a veces me pegan por mencionar cosas que no son de acuerdo a Dios. Pero sé que existen 

—¿Tus padres te pegan? — susurré acercándome a él 

—Sí. Pero es normal si desobedezco las normas que dicta Dios 

—¿Quién te ha dicho eso? 

—Mis padres, claro 
 

—¿Qué más te hacen si desobedeces a Dios? — pregunté preocupado 

—Ellos me mandan al cuarto del pensar 

—¿Qué es eso? 

—Es una habitación que está debajo de la casa, con candado. En ella hay solo imágenes de Jesús crucificado. Está rodeada de estatuillas y pinturas de Jesús sangrando 

—¿Cuánto tiempo te dejan ahí? 

—El que Dios le diga a mamá que es suficiente— dijo sonriente 

—Entiendo…, puedes seguir en lo tuyo— le dije desarreglándole el cabello y dirigiéndome a la casa de Ethan, mientras desde la ventana; veía a la madre del niño observándome con una charola de galletas en la mano y una sonrisa casi de oreja a oreja.  
Cuando por fin llegué a casa de Ethan, se encontraba allí Eli con su cabello hecho coleta. —Hola, Alex. Pasa, pasa— dijeron sonrientes apenas me vieron  

—Justo estaba a punto de prepararme una segunda tasa de café de canela, ¿quieres una? — me preguntó Ethan 

—Estoy muy bien. Gracias— respondí mientras me sentaba junto a ellos en un par de muebles de piel, negros que rodeaban el centro de mesa. 

—¿Por qué estás tan sudado, hombre? —, me preguntó Eli quitando de mi frente gotas de sudor 

—Es que no sale el agua del drenaje de mi casa, no sé porqué. La última vez salió llena de tierra, parecía soltar puro lodo firme—, dije con cara de asco aunque nada de eso era verdad —Pero ¿qué tal va Michael? —, pregunté y ambos voltearon a verse con una cara seria. Se echaron una mirada de pelea como la típica 《Dile tú. No, dile tú》 entre colegas.  

—Él sigue ahí, pero su vida ya depende totalmente de la máquina. Sin ella no podrá vivir—  dijo Eli después de unos segundos de miradas 

—Recuerdo que tú decías hace tiempo que de vivir por una maquina a morir, preferías morir— me dijo Ethan 

—Bueno. Sí. Pero fue hace tiempo, he cambiado ya de parecer— respondí entre risas de nervios 
 

—Yo opino que debería ser así. Depender de una maquina es estorbar, con todo respeto— alegó Eli —Esa es mi opinión. No quiero molestarlos  

—No, no, para nada. Es tu opinión, todos tenemos una distinta— dijo Ethan pegando un sorbo a su café… pero, algo estaba un poco extraño…, la mirada y los ojos de Ethan, se veían extraño, con secretos, con algo  detrás de él que quizá lo atormentaba, o quizá yo estaba quedando loco —Alex…— decía poniendo su café en la mesa de centro —Si te pregunto algo…, ¿respondes con sinceridad? 

Quedé un poco… consternado, quizá. ¿Pero que podía preguntarme él, si no sabía nada?. Aunque… —Sí. Claro. Pregúntame. 

—¿Qué es 3223? — dijo empalmando sus manos y sentado viéndome casi de frente de manera seria 

Claramente era una mierda esto que pasaba, pero supe salir del apuro, o eso creí: —No lo recuerdo, no recuerdo nada así. Si lo dije ebrio, no cuenta— le respondí en tono burlón, pero sudando, eso sí 

—Es que es eso lo que me temo, verás; no estoy para nada insinuando algo. Pero fuiste tú quien salió con Michael, y Michael a partir de esa noche fue golpeado y robado…, no estoy diciendo que tú hayas tenido algo que ver, pero para mí es sospechoso que nadie sepa nada, ni tú, pero puede influir el que estabas demasiado ebrio para recordar si quiera lo que platicas… 

—Hombre… ¿qué dices? — y comencé a sudar, puesto que no solo tenía la presión de Ethan, Eli igual estaba a un lado, y era demasiado para mí —¿cómo voy a ser yo? 

—Dinos qué pasó, entonces. 

Aquí medité unos segundos mientras soltaba una exhalación como si se me hiciera absurdo que me acusaran de ello, aunque, en realidad parte de la culpa vaya que la tenía yo. Porque si bien lo conté a todos, Michael salió conmigo y era un testigo del resto de cosas que estaban pasando —A ver, Michael es un gran amigo mío, no vería yo porqué le haría algo así. Dinero no me falta, pero tampoco me sobra. Y tampoco ebrio golpearía a Michael, ese no fui yo, hombre 

—¿Estás seguro? — decía preguntando de forma muy seria y receloso quizá 

—Sí…— dije entre sudor, nervios, ¿miedo?, bastante fuera de lugar quizá. Pero pude discernir de algún modo esto: Michael y él son grandes amigos, casi llevan la misma sangre, es normal que al unir ambas cosas sienta inseguridad ante eso 

—Está bien—. Dijo parándose del asiento y dirigiéndose a su planta alta de manera seria 

—Vaya caso, ¿no? —, me dijo Eli a quien se le veía estaba tomando un gran respiro 

—¿Tú igual sentiste demasiada tensión? 

—Desde luego que lo hice, hombre. No se vive estar en el medio de un interrogatorio mientras tienes un corazón débil…— me dijo, que antes de soltar la siguiente palabra, bajó Ethan apresurado. Casi corriendo. 
Eli y yo miramos bastante confundidos, él traía en la mano un bate de madera sólida. —Crees que es gracioso quitarme a mi amigo y luego sentarte con esta ramera a fingir que nada sucedió— dijo alterado, hirviendo en mil emociones y señalándonos a los dos 

—¡Te exijo respeto, por mí, y por Elisa— parándome de inmediato y tratando de tomar algo con mi mano izquierda, pero no había nada a la mano.  
Ethan le pegó una cachetada a Eli mientras a mí me empujó, golpeó con su bate a mi espalda únicamente, porque me volteé inmediatamente, lo suficiente para tomar un arreglo para velas de metal sólido. Eli estaba detrás del mueble alcanzando el teléfono de casa que le quedaba a una distancia bastante lejana para la situación. Yo me levanté e intenté encajarle el arreglo, pero la fuerza inicial disminuyó por ser mi amigo, aunque ya había hecho algo de mayor gravedad, no me sentía listo para hacérselo a un… ¿amigo?. Quise quitarle el bate pero oponía mucha fuerza, que al final solo me empujó contra la tele y me pegó en la cara, pero Eli ya estaba llamando a emergencias. Por desgracia, después de Ethan haberme pegado, fue tras Eli quien aún no decía ninguna palabra a la línea, pero por sus gritos de terror intensificado, estaba seguro que vendrían. Él le pegó en la cara, bastante seco, pero me dio hincapié a levantarme y arrojarme a él. Lo sostuve con mucha fuerza en el suelo mientras manoteaba y forcejeaba. —Tú me quitaste a mi amigo, ¡basura! —, me gritó en el suelo —Tú me debes un mejor amigo, nos debes algo, a todos nos debes algo, ¡a todos nos debes algo! — gritó, después de comenzar a soltar una risa desquiciada, que para mi suerte, las patrullas estaban llegando ya. Pidieron identificáramos la situación, Eli hecha un copo de nieve de lo pálida, y temblando del miedo, le explicó al oficial lo que pasó y esposaron a Ethan.  
—¡A todos nos debes algo! — decía mil veces, a veces gritando, entre susurros, entre el cansancio de como lo llevaban fuera de su casa. Pero lo decía entre risas incontrolables. 《Bendito Dios, ¿qué está pasando?》pensé.  
Nos interrogaron acerca de lo sucedido, y para mi grato favor, Eli había testificado que él había enloquecido de la nada, un hombre que de bebiendo café pasa a golpear a sus ex mejores compañías. Que entre el lector del diario, el diario y yo, no estaba lejos de la verdad, aunque sí era bastante impreciso, así que no le preocupaba nada de lo que dijo, porque con lo loca de la situación, Eli no tenía cabeza para pensar en aquellas burradas y verdades a medias que había acertado, o dicho, ya no sé. Que exhausto, tenso y lleno de incomodidad fue el momento. Lamento haber venido aquí, ni si quiera ha valido la pena.  
Nos despedimos y nos dieron números de referencias para ir a la fiscalía y oficinas a preguntar lo que había procedido con el caso, que quizá era encerrado en un manicomio, de la sala 1 a la 10, seguro. Abracé a Elisa y le di un beso en la frente, no tenía ningún otro modo de calmarle. Desde la puerta abierta, el oficial me miró desde su patrulla y sonrió. Después acomodó su sombrero y se subió a la patrulla”.  
 



#11924 en Thriller
#6712 en Misterio
#2645 en Terror

En el texto hay: horror, sangre, suspenso

Editado: 07.07.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.