El día había sido agotador. Las clases parecían eternas, y mi estómago rugía de hambre mientras caminaba de regreso a casa. Como siempre, opté por tomar un atajo a través de un estrecho callejón. No era el camino más bonito ni el más seguro, pero acortaba varios minutos de caminata, y a esas alturas, eso era lo único que me importaba
Todo parecía transcurrir con normalidad hasta que en medio del silencio, un suave maullido rompió la monotonía de la tarde. Me detuve en seco. Al principio, pensé que solo era mi imaginación, pero el sonido se repitió, débil, lastimero. No pude ignorarlo
Con el corazón latiéndome un poco más rápido, observé a mi alrededor, tratando de localizar la fuente del sonido. Finalmente, mis ojos se posaron en una caja de cartón arrinconada contra la pared, sellada con varias vueltas de cinta adhesiva. De ahí venían los maullidos...
Un escalofrío recorrió mi espalda, ¿Alguien había dejado un gato ahí dentro?, ¿Por qué harían algo así? Sin perder tiempo, me arrodillé y rasgué la cinta con las uñas, tirando de la solapa con un poco de dificultad hasta lograr abrirla
Y ahí estaba
Un pequeño gato de ojos grandes y asustados, con el pelaje revuelto y sucio. Su cuerpo temblaba, y su respiración era rápida, como si llevara demasiado tiempo atrapado en ese espacio oscuro
Tranquilo... ya estás a salvo- murmuré, sintiendo una mezcla de ternura y rabia al imaginar lo que había pasado
Con cuidado lo tomé entre mis brazos sintiendo su calor contra mi pecho. Me miró con ojos llenos de desconfianza, pero no hizo el intento de escapar. Sus patas eran delgadas, su cuerpo demasiado liviano, No podía dejarlo ahí
Patee la caja con molestia, con la intención de llevarlo conmigo, Sin importar lo que pasara después, sabía que no podía abandonarlo. Algo en su mirada me hizo sentir que nos necesitábamos mutuamente
Lo que no sabía en ese momento era que aquel día no solo había rescatado a un gato. También había cambiado el rumbo de mi vida para siempre. A partir de ese instante, nada sería igual
Pero sin importar los desafíos que vinieran, tenía claro algo: no dejaría solo a Oliver. Porque, sin darme cuenta, él ya se había ganado mi confianza... y mi corazón
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Editado: 28.02.2025