CAPÍTULO 5
Rebeca llego al veterinario casi tirando la puerta completamente preocupada, mientras el gato en sus brazos no paraba de maullar algo adolorido
¿Y como no estarlo? Umar sentía un terrible dolor en la espalda, lomo, por el golpe que se dio cuando el ladronzuelo lo arrojo contra el mueble. Le reconfortaba el hecho de haberle ganado en cuestión de segundos, aunque tuvo que volver a su cuerpo para hacerlo. Pero le había roto al menos el brazo, así que eso lo hacía sentir mejor
Rebeca en cambio le dijo a la recepcionista algo que ni él logro entender, pero ella la paso de inmediato a un pequeño consultorio donde había un hombre con bata blanca bebiendo algo, que dejo de lado al ver tan histérica a la muchacha, rápidamente lo retiraron de los brazos de Rebeca y la mujer le dio unos pañuelos mientras la tranquilizaba
Umar se dejo revisar por el hombre y al final de cuentas vio como saco una aguja y se puso alerta, pero fue sujetado por la mujer recepcionista junto a Rebeca y el hombre le logro inyectar algo. Pronto sintió mucha pesadez y ganas de dormir, pero se relajo cuando Rebeca se sentó a su lado acariciando detrás de su oreja, pronto se quedó dormido.
Rebeca salió del consultorio del veterinario después de rogar su perdón por entrar a la hora de su descanso, pero el hombre la tranquilizo.
Al parecer el gato era macho, algo desconocido para ella. Llevaba ya un tiempo sin el ojo derecho, estaba bien alimentado y no lucía enfermo. Pero le puso un sedante para que el no estuviera adolorido mientras lo revisaba. A fin de cuentas, solo le habían dado medicina y una cuenta carísima que pago con la tarjeta que su padre le dio.
Llamo a Fernanda para que le dijera la situación de la casa y la muchacha le explico todo. Ya habían llamado a la policía y se lo iban a llevar. La bolsa con las pertenencias que iba a robar también se las llevó y al parecer tendrían que ir después con un adulto a recogerlas, así que quizá sería Jesica, quien ya tenía 19 años, por las cosas. Ya que era la única mayor de edad en la casa.
Las demás ya estaban enteradas de lo que había pasado y de donde estaba ella. Así que después de comprar un transportador para el gato y meterlo, regreso al fraccionamiento. Donde había varios vecinos reunidos y angustiados por la patrulla que acababa de entrar.
Afortunadamente, vio a Jesica hablando con un policía, mientras escuchaba al ladrón gritar desde la patrulla
- ¡LO VI! NO ESTOY LOCO. ESE ANIMAL SE HIZO HUMANO POR UNOS SEGUNDOS -Gritaba desde dentro de la patrulla. Umar entonces comenzó a despertar por todo el ajetreo y los gritos, solo para ver al sujeto siendo llevado.
-Quizá lo lleven a una clínica para locos- escucho a una chica, se giro para verla, estaba a lado de Rebeca y recordó haberla visto fugazmente antes de ser llevado con el humano de bata blanca- ¿Ese es el nuevo gato de la casa? -Pregunto con voz mimosa viendo al gato. Rebeca levanto el transportador y sonrió animada
-Sip. Gracias a este héroe no nos pasó nada- Dijo animada
¿Héroe? Por favor, yo soy la pesadilla de esos imbéciles, pensó Umar con burla mientras se revolcaba en la caja, quería salir, pero por ahora comprendía que no iba a poder
- ¡Llegue! -Ambas se giraron para ver a Jesica que venía jadeando por haber corrido para llegar al fraccionamiento, las miro y se acercó a los policías que sus amigas les indicaron
Ella permaneció hablando con los policías y después regreso con sus amigas. Ambas entonces sacaron sus bolsos de las mochilas que Fernanda estaba cuidando. Para sacer dinero y pasárselo a ella discretamente. ¿Soborno a la autoridad? Oh, cielo Santo, a Orum le encantaría esta situación, pensó Umar con diversión viendo como Jesica regresaba con los policías y les pasaba discretamente el dinero. Estos asintieron y le regresaron la bolsa con sus pertenencias.
-Igual, iré a levantar denuncia, pero seguramente va a salir en poco tiempo- Dijo Jesica mientras llevaba la bolsa a la casa- Pero, hay que primero festejarle a este héroe por haber atrapado al ratero- Sonrió y Umar se sintió en las nubes
Las tres pasaron a la cocina y dejaron la transportadora en el suelo para luego dejar salir al gato negro, que estaba todavía atontado y prefirió quedarse adentro para no pasar la vergüenza de andar tambaleando
Las tres sacaron una bolsa de la alacena que tenía pan y procedieron a repartírselo
-Bolillo pal susto- Se burlo Fernanda mordiendo el pan que tenía en sus manos. Las otras dos se rieron
-Bien, entonces ¿Cuál es el plan para el fin? -Pregunto Jesica tocando un tema desagradable para todas.
-Cierto, Miranda dijo que vendrá el fin de semana, eso quiere decir… ¿Tu hermana vendrá, Rebeca? Puedo llevarme al gato- Dijo después de un rato de silencio. Rebeca sintió un sabor amargo en la boca y las miro con algo de tristeza
- ¿Y si también me llevan a mí? -Pregunto con esperanza haciendo que sus amigas soltaran una risita- En serio que no tengo ánimos de soportarla- lloriqueo
-Lo sabemos, pero por más que queramos. Susan es una chismosa, ira a decirle a tu mamá que la ignoraste por nuestra culpa y ella es capaz de sacarnos a patadas de la casa, aunque tu papá no quiera- Le explico Fernanda, Rebeca sabía que eso era verdad y solo se quejó.
A demás de soportar a su hermana, seguramente también a Miranda.
Como tal, ese día y el siguiente se pasaron volando y las chicas pidieron disculpas por abandonar a su amiga y ella solo resoplo molesta. El gato, quien ellas mismas habían decidido llamarlo “Gato”, se negó a dejar la casa y las chicas vieron aquello con un sacrificio por parte de su mascota para no abandonar a su salvadora.
Ese día, viernes en la noche, Umar conoció a la chica restante que vivía con ellos, lo supo por que ya había escuchado su nombre antes, Miranda Hernández. Una chica de cabello castaño amarrado y de piel clara, sus ojos eran cafés similares a los de Rebeca, pero incluso los de Rebeca eran más claros.