Mi Genio, el Encuentro

Capítulo XV

>> Narra Sally

Esta mañana me levanté muy temprano, con mis males activos en su máxima expresión. Decidí no ir a clases hoy para quedarme en casa y empezar la búsqueda de mi tía Seli. Llamé a la universidad para disculparme por la ausencia de hoy y también llamé al trabajo por si me tardaba más de lo necesario en mi búsqueda. Le administré a la princesa los medicamentos necesarios para que siga mejorando mientras no estoy y me alejé para prepararme.

- ¿Es realmente necesario que vayas? ¿Debes irte? No debes irte, ¡debes cuidarme! Debes quedarte en mi cuidado. La anciana casi no puede caminar, ya pronto se va a caer en cantos y su mirada me asusta mucho. ¿Quién me va a cuidar si te vas? ¿y si me envenena esa anciana decrépita? - La princesa me agarró del brazo e intentó detenerme.

- Gracias a esa anciana que se va a caer en cantos ya pronto, sigues con vida. Gracias a esa anciana decrépita yo sigo con vida. Deberías agradecerle más a esa anciana que podría envenenarte sin enterarte. Ella es quien conoce de medicamentos y comidas. Ella es la que te alimenta y te cuida. Además, ya podrías estar envenenada y jamás lo sabríamos hasta que tu cuerpo comienza a oler mal. Esa anciana es mas inteligente de lo que tu puedes pensar. Mi tía me necesita allá afuera, y no la voy a abandonar.

- Y ¿si muero mientras te espero? ¿qué voy a hacer?

- Si mueres no habrá mucho para hacer y no te voy a abandonar, no se por qué piensas eso, solo saldré por unas horas. No iré lejos, estaré cerca en el bosque buscando a mi tía. Si no la encuentro cerca iré al pueblo. Puedes acostarte mientras regreso o puedes ayudar a la anciana a limpiar o cocinar. Tú decides lo que harás mientras regreso. - Levanté mis hombros y puse mis ojos en blanco.

Estando en la sala terminé de aplicarle crema en las heridas de la espalda y los hombros, la acomodé en el asiento y comencé a prepararme para partir.

- Debes llevarte la guadaña, la necesitas. - Mi abuela tenía cara sonrojada de preocupación, me habló en tono muy bajo y me ordenó llevar la guadaña.

- Abuela, por favor, no insistas con la guadaña justo ahora. No la necesito por ahora. Estoy buscando lo esencial en caso de encontrar a Seli perdida en el bosque, y no puedo estar muy cargada en caso de que me toque traerla en carga.

- Es mi hija de quien hablas y te pido que uses todo lo que tengas a tu alcance para encontrarla. No la siento cerca, no puedo sentirla. Ella siempre se deja sentir cuando esta bien o esta mal y esta vez no puedo encontrarla o sentirla. - Me dijo llorosa y casi gritando.

- Está bien, abuela, me llevaré la guadaña como me pides, pero no esperes que la utilice.

Me preparé con mi guadaña y una mochila bien equipada, y salí en busca de mi tía Seli. Unos años atrás, nos preparamos para búsqueda y rescate en caso de que alguna de nosotras se perdiera en el bosque. Esto ha sido muy útil últimamente, ya que la abuela está perdiendo la mente y se pierde con frecuencia en el bosque. Cada vez tardamos más en encontrarla perdida en el bosque.

Comencé buscando por todo el camino de tierra hacia el pueblo, marcando con banderas rojas los lugares que ya había buscado sin resultado. Mis padres murieron cuando era más joven y mi abuelo murió tiempo después debido a la tristeza por la perdida. Yo no quería aceptarlo y hacía berrinches muy seguido. Me escapaba al bosque y me escondía por días. De regreso en casa, mi abuela y tía me tenían un banquete delicioso preparado en la mesa. Devoraba cada delicia cocinada por las dulces manos de mi abuela. Un tiempo después, mi tía trajo su camioneta llena de tablas y herramientas de construcción. Pasamos días construyendo una casa en el árbol de almendras. "Siempre que quieras escapar, ven aquí. Si algo malo te pasa, podremos encontrarte". Mi tía entendía cada uno de mis sentimientos y me apoyaba sin dudar. En la adolescencia, me ayudaba a controlar mi ira.

Perdía fácilmente la calma y mi tía siempre estaba allí para ayudarme a mantener la tranquilidad. Una vez, un niño me molestó por el color azul platinado de mi cabello. Se burlaba de mi cuerpo pequeño y delgado, mencionando la supuesta herencia física de mis padres, que según él, parecían estar muy delgados. Por mi pelo mas naranja en temporada de verano y azulado en temporada de invierno. Ese niño hizo que me realizaran estudios muy dolorosos, solo porque el niño no podía entender que yo soy así. Según los doctores, mis cambios físicos son completamente normales. Mis hormonas pueden controlar todo mi estado físico y mental. Para ese niño, todo en mí era motivo de risa. En una ocasión, lo esperé en la parada del autobús que tomaba para regresar a casa y, de alguna manera, logré que tropezara frente a sus compañeros, lo que causó algunas risas y burlas. El niño, molesto y corpulento, me persiguió furiosamente por varias calles hasta que finalmente conseguí evadirlo

Al día siguiente, fui temprano a la estación de servicio más cercana y llené un recipiente con ese desagradable líquido. Derramé gasolina en su silla de salón y cuando el niño se sentó, le prendí fuego en su parte trasera. El niño corrió y corrió, adolorido y en pánico. Sus compañeros de clase se reían y burlaban mientras el maestro me llevaba a la oficina del director. Mi tía llegó poco después y no dejaba de mirarme con desaprobación. Al niño lo llevaron al hospital y sus padres llegaron enfadados a la oficina. Solo repetían: "Somos los padres de nuestro hijo, ¿dónde están tus padres? ¿Acaso no tienes padres que puedan dar la cara por ti? ¿Alguien se está haciendo responsable por ti?" No tengo padres por desgracia, pero tengo una abuela y tía maravillosas que me necesitan en este momento. Aún recuerdo cuando ella me enseñaba a manejar la camioneta. Cada vez que se apagaba en el camino, ella sacaba la cabeza por la ventana y comenzaba a gritar: "¡No sabe manejar, auxilio, ayúdenme, me va a matar, pronto voy a morir!" Aunque ahora me hace reír, en ese momento me daba mucha vergüenza. Cuando entré a la universidad, ella me acompañó el primer día. Me sentía como una niña pequeña, pero su compañía me hacía sentir segura, y eso lo agradecía en silencio. Ella ha estado a mi lado en cada paso de mi vida hasta el día de hoy. En las noches de tristeza, cuando extrañaba a una madre, ella me consolaba y curaba mis heridas. Me enseñó a cocinar y a ser más femenina, ya que solía vestirme de manera más masculina. Mi tía Seli siempre ha estado presente para mí, así que ahora yo estaré presente para ella. Ella me necesita, y solo espero que esté sana y salva, encomendándome al favor de Dios.




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