Capítulo dedicado a: Rosario Hernandez Felix — Belu Martinez — Jeanet Fiorela — Dirce Barrera, Francy Calle Suarez — Liliana Ferrara — Elizabeth Riv — Brenda Ortega — Gilmari Lopez — MARIA GUADALUPE MARTINEZ VARGAS — Ivana Amaro
Les agradezco su voto desde mi corazón. No sólo con ello se que les gusta la historia, me ayudan a que la historia sea más reconocida y tenga más lecturas. Se los agradezco demasiado. Besos y abrazos.
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Kimberly y Samanta observaron a Daisy sin entender su molestia. Ada, no había echo nada grave como para molestarse.
Sólo son fotografías de dos chicos bien guapos, pensó Kimberly. Y Samanta sólo se preguntaba por qué tenía fotos de los hermanastros de Daisy.
Daisy al ver los rostros de extrañeza en sus amigas se sonrojo por la vergüenza. Le acababa de levantar la voz a Ada por celos.
Y se sintió mal al ver el rostro de Ada, ella estaba asustada. Entendió que está muy mal tener fotos de Kirk sin camiseta. Que Daisy la regañara por eso lo demostraba.
—Perdón…No debí hacerlo…No volverá a pasar —se disculpó bajando el rostro, avergonzada.
—No. Yo debo disculparme —replicó, Daisy —No debí reaccionar así…Es que, me molesto que tuvieras fotos de Owen.
—¿Dices que tuviste un arrebato de celos por unas fotos? —preguntó Kimberly.
—¿Por tu hermanastro? —preguntó seguido, Samanta.
—No las tome por Owen —aclaró, Ada.
Daisy observo nuevamente las fotografías, viendo que no sólo salía Owen. Kirk estaba también en la imagen sonriendo y Owen sólo era un añadido en el costado, bebiendo de una botella.
Culpo a sus hormonas por sólo notar el torso desnudo de Owen.
—¿Kirk? —Ada asintió, sonrojada. Pues recordaba perfectamente como salía el pelirrojo en la fotografía. Esa había sido su reacción al verlo quitarse la camiseta: tomar fotos de su torso marcado.
—Okey. Ustedes dos tienen que aclarar que pasa con las fotos.
Samanta y Kimberly se acostaron en la cama de pecho y Daisy se sentó en el suelo apoyando la espalda en la cama. Las tres observaban a Ada, que seguía en el puff, aguardando la explicación de las fotos.
Ada, contó que la tarde que tomo esas fotografías fue cuando daba sus caminatas para fotografiar ya que le encantaba tomar fotos, siendo una fotógrafa nata.
TRES DÍAS ANTES…
Ada, caminaba por la acera cuando se detuvo al ver una mariposa totalmente negra con las alas extendidas sobre una rosa negra. Ambos tonos se complementaban, perfeccionando su belleza, resaltándose a si mismo y también al otro, como si no pudieran existir sin el otro.
Se acercó lentamente, para no espantar a la mariposa, hacia la rosa que sobresalía, junto a otras, del enrejado y se arrodillo obteniendo una excelente vista de la pareja de tonalidad radical.
Alcanzó a tomar tres fotos antes de que la mariposa aleteara sus alas en vuelo; mientras veía las fotos oyó un vitoreo de gol proveniente de enfrente.
Cruzando la calle se hallaba una cancha de soccer, por dentro del alambrado y por fuera gradas con toldos para los espectadores.
Ada camino hacia las gradas para sentarse bajo la sombra del toldo; necesitaba un descanso del calor irradiado por el sol.
Pasaba de imagen viendo sus tomas hechas pero, una inconfundible voz le llamo la atención. Levanto su vista y sus ojos azules se toparon con un pelirrojo quitándose la camiseta para refrescarse.
Ada sólo pensaba en retratar ese torso descubierto que brillaba por los rayos del sol sobre el sudor.
—Vamos Kirk, un partido más —dijo un chico del otro equipo.
Kirk, camino hasta la banca resguardada del sol bajo el toldo —Ya fue suficiente por hoy —Tomo la botella para saciar su sed.
—Bien. Toni, entras —Regreso a la cancha junto al otro chico.
Owen también salió.
—¿Qué te ocurre?—preguntó a Kirk, librándose de la camiseta sudada.
—Nada —respondió.
—¿Enserio? —dijo con sarcasmo—. Con un punto de diferencia.
Kirk, es un hombre competitivo y no deja nada sin demostrar ser el mejor. Además, siempre se marchaba después de diez puntos de diferencia.
No toleraba la falta de atención de su doncella —así la llamaba en su mente— Pero lo que lo frustraba era sentir atracción por una niña. No entendía porque lo sentía; había escuchado que para el amor no hay edad. Pero se sentía un pedófilo.
Lo peor para él era que tenía esa racionalidad cuando no la veía y cuando la tenía enfrente se olvidaba de todo y sólo pensaba en probar sus labios.
Kirk, se sentó en la banca—Mejor explícame por qué estás tan enérgico.
—¿A qué te refieres?
—Te levantas a la cinco de la mañana para salir a correr y en la tarde o juegas aquí o estas en el gimnasio.
—Qué problema hay en que me ejercite.
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Editado: 02.02.2021