Mi Hermanastro

9. MUSA

Capítulo dedicado a: Lucia Santacruz - Rosa Iris Montilla - Yamilet  Leal - Alexa Cross - Maribel Ramirez Castillo - escarlinpena97 - Diana Fimbres

Gracias por su apoyo. Me llena de alegría que les guste la historia. Gracias por darle me gusta de ese modo me ayudan a que la historia se haga más conocida. Se los agradezco. Besos y abrazos.

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—¿Daisy, estás bien?— pregunta su madre abriendo la puerta.

Daisy al oír su voz inmediatamente empujo a Owen de su cama. Éste cayó sobre el enorme oso de peluche evitando cualquier sonido que lo delatara. Rápidamente lo coloco delante suyo para que no se viera su cuerpo por debajo de la cama.

—Sí mama.

—Me pareció oírte gritar

—Ahhh —no sabía que decir, hasta que de reojo a su espalda noto al oso de felfa —Es que me asuste con oso. Estaba en la cama y como estaba oscuro y con sueño me asuste.  

En lo que Owen y Daisy se encontraban con los nervios carcomiéndolos por la sola posibilidad de ser descubiertos, Kirk se hallaba en la oscuridad de su cuarto acostado en su cama, con la iluminación de la pantalla alumbrando su rostro  al observar su celular con adoración hacia la imagen representada en la pantalla.

En la imagen con acercamiento, ignorando al resto de jóvenes  en los que se hallaba Daisy, reparaba a una castaña de sonrisa radiante. Ada, en el momento que Kirk tomo la foto a escondidas, se reía de la anécdota que Reese y Scott contaban a sus amigas.  

Al restaurar el tamaño de la imagen, deshaciéndose del acercamiento, se podía ver un gran panorama.  Jóvenes sonrientes, rodeados por la poca iluminación al estar el sol escondiéndose, resaltado por el cielo naranja del atardecer.

El pelirrojo pasó su dedo por la pantalla, pasando a la siguiente imagen, en la que la protagonista era Ada. Su cabello al vuelo hacia la derecha por el viento y su cuerpo resaltado por un brillo debido a un efecto en la imagen a causa de la luminosidad del día.  

Paso de imagen a imagen adorando a la musa de sus fotografías, otras personas lo llamarían pedófilo por tener varias fotografías de una niña y lo principal por sentirse atraído. Así lo pensaba su cerebro.

A pesar de que sus sentimientos  hacia la castaña eran de los más dulces, no asimilaba el hecho de que fueran por una niña de catorce años.

Al terminan de contemplar todas las imágenes de su doncella encendió la luz, camino hacia el escritorio enfrente de su cama. Conecto su celular a la laptop inalámbricamente, para pasar las fotografías a la carpeta denominada “Mi Doncella”. No podía conservar esas fotos en su celular.


(...........)

 

Los días pasaban y pasaban, dejando atrás al clima veraniego del mes de agosto. Las hojas se tiñen amarillas, naranjas y rojas, dando la bienvenida, junto a la brisa templada, al otoño.  

La primera semana de septiembre paso rápido, llegando al día ocho; el día de inicio de clases que para suerte de algunos jóvenes –a los que les aburría estudiar– se cánselo hasta nuevo aviso por no tener conserjes aun.

Kirk bajaba por las escaleras hablando por teléfono acordando la hora de una reunión en un bar. Al llegar a la sala de estar se encontró con Owen y Daisy en el sofá. La castaña con los ojos en el celular y al rubio en el televisor, ambos separados por el espacio entre ellos.  

Al terminar con la llamada, Kirk se sentó en medio de ellos, informando a Owen que saldrían en una hora para encontrarse con dos compañeras, que curiosamente se hallaban en la ciudad por esa noche.

Necesitaba deshacerse de los sentimientos que tenía por Ada. Convencerse de que sus sentimientos sólo eran una apreciación hacia su belleza que, lo inspiraba como cualquier musa, porque eso era Ada, su musa de las fotografías. La que revivió aquel pasatiempo olvidado de su adolescencia.    

Intento tomar el tazón de palomitas del regazo de Owen, pero este se negó a entregarlo, refutando que las palomitas eran suyas al haberlas preparado el mismo.

—Ni siquiera me dejo tomar unas cuantas —se queja Daisy dejando el celular en la mesilla de enfrente.

Kirk se cruzó de brazos poniendo atención a la película—No que no te gustaba —comenta dejando de lado el comportamiento quisquilloso del rubio, considerando que es parte de los cambios de actitud que tenía últimamente.

En la gran pantalla, dos jóvenes corrían bajo la lluvia para refugiarse debajo de un toldo.

—Dije que era aburrida no que no me gustaba —responde Owen llevándose palomitas a la boca.

—¿Y por qué la ves? —inquiere.

El chico quitaba los mechones del rostro de la chica.  

—No tengo nada mejor que hacer y Daisy no me deja cambiarlo.

Los jóvenes se observaron por unos segundos.

Kirk ya había visto la película y en aquellas ocasiones Owen protestaba al no ser fan de las películas románticas. Para él eran como una burla de lo que jamás podría tener. Ese sentimiento que descubrió y perdió en su adolescencia.

—Con que tenemos los mismos gustos —dijo Kirk girándose sobre el sofá, sonriéndole a Daisy.  

Daisy no quito la vista de la película —Que nos guste la misma película no significa que compartamos los gustos.

—Un ejemplo —solicita el pelirrojo sin dejar de observarla.

Daisy dejo de prestarle atención a la película girando su rostro a Kirk—A mí no me gustas las chicas.

Kirk se acomodó en el sofá, dejando su brazo sobre el respaldar  —Nunca dije que fuera heterosexual.

Daisy giro rostro a su hermanastro —¿Eres homosexual? —pregunta incrédula.

Juraba que al salir con distintas chicas en esos días era todo un don juan.

—Podría ser bisexual —le sonrie.  

—¿Lo eres?

—No.

—Lo acabas de decir —acusa.

—Yo sólo te señalaba que no debes tomar conclusiones  apresuradas. Los mayores conflictos ocurren por ello. “La velocidad sólo es útil si estas corriendo en la dirección adecuada” Joel Barker.




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