Mi hermano favorito.

11.

Había visto a una chica de cabello negro esconderse en la oscuridad. Por un momento había sentido la tentación de no prestarle atención y seguir mi camino.

Algo en esa chica se me había hecho familiar. Demaciado familiar.

No había forma de conocerla. Nunca la había visto y mucho menos había hablado con ella. Algo dentro de mi. Algo en lo más profundo de mi corazón me decía que tenía que buscarla y no solo eso tenía que encontrarla.

Si no lo hacia algo me susurraba que me arrepentiría toda mi vida.

Seguí por el parque. Era de noche, solo podía sentir el frío abrazar todo mi cuerpo. La oscuridad se sumaba a las bajas temperaturas. 

El parque no era muy iluminado en la noche. Las pequeñas farolas estaban ubicados en esos lugares donde solo eran estrictamente necesarias.

Más específicamente a lo largo de todo el camino de piedra que atravesaba el parque.

Pero esa chica no estaba en el camino iluminado. La chica no estaba en ninguna de las banquetas que habían sido ubicadas en su día para permitir que las demás personas pudieran tomar un descanso.

Lo más seguro es que ella se había sumergido en los lugares mas profundos. En aquellos lugares donde la luz no alcanzaba a penetrar. 

Donde la oscuridad dominaba todos los rincones. Al sumergirme aún más mi ojos no lograron ver más que solo oscuridad.

Apenas podía ver unos pocos centímetros por delante de mi. De alguna manera pude guiarme con la poca iluminación que una tenue luna me brindaba.

Después de un rato me había dado cuenta que me había perdido.

Seguí caminando con la esperanza de encontrar el camino. No podía encontrar en sendero.

Antes de que pudiera caer en la desesperación escuché un llanto.

Un llanto lleno de lamentos y dolor. 




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