Los llantos me guiaron en la oscuridad. Como un camino que era invisible a la vista.
Finalmente llegué a unos arbustos solitarios. Apartados en lo más profundo de la oscuridad.
Solitarios tristes y olvidados. Me lamente y sentí como una mano apretaba mi corazón.
Los arbustos tenían un aspecto lamentable. Era como si estos se lamentaran al escuchar esos llantos.
Me sumergí en los arbustos y hay pude ver lo que parecía una persona.
Seguia llorando y no solo eso la manera en como se encontraba, abrazabada si misma en una vano intento de portejerce de la oscuridad y el frío era un poderoso mensaje sin palabras.
Un mensaje que gritaba ayuda y gemía tristeza.
— ¿Estás bien? — pregunté con la esperanza de conseguir alguna respuesta.
La figura en la oscuridad tembló ligeramente como si así fuera su forma de responderme.
Con dedos temblorosos le toque.
— ¡Déjame en paz! — grito la figura.
Di un sobresalto ante aquel repentino grito. Retrocedi un poco pero después volví a acercarme.
— Quiero ayudarte — dije en un susurro suplicante.
— No quiero verte Lincoln, solo déjame sola — gimió.
Lincoln. ¿Quien era esa persona?
Estaba claro que está chica no me había visto y pensaba que era otra persona.
No tenía tiempo para tratar de esplicar que estaba en un herror. La tomé con delicadeza para así sacarla de su escondite.
Por un momento protesto. Se resistió a recibir mi ayuda. No quería salir de su tristeza.
Después de un rato de forcejear pareció rendirce y de mala gana se puso de pie.
Apenas podía verla pues la oscuridad lo dominaba todo.
Apenas pude ver su largo cabello lo cual había confirmado mis sospechas.
— Salgamos de aquí — Dije mientras caminaba con la intención de encontrar el camino iluminado por las farolas.
Sentí su fuerte agarre. Tal vez estaba enojada por alguna razón que no entendía.