QUIZÁ SEA EL DESTINO
CAPÍTULO 7
No se puede evadir el destino, sólo se sabe que es inmodificable.
El fin de semana para Albert no fue irrelevante, pues, no pasó nada, no salió de su casa a algún lugar nocturno a emborracharse e invitar a alguna chica. Esperaba con ansias el maldito lunes para hablar con ella de lo que tanto le rondaba la mente. ¿Pero a quien engañar? Le gustaba la chica, pensó mucho en eso el fin de semana, sólo dos veces la había visto y ya ocupaba su mente todo el puto día. Pero bueno eso para él era normal antes de volverla a ver, pensaba en ella, soñaba con ella pero no como algo lindo, sólo la veía tal cual como hace dos años en una camilla, con varias cortadas en su cuerpo e inconsciente.
Al fin llegó el lunes no supo por qué se levantó más alegre que nunca, pero luego recordó el por qué y su sonrisa se ensanchó más. Aseado, cambiado y desayunado, cerró la puerta de su apartamento, al bajar saludó al portero con un habitual “buenos días" salió del edificio.
-Albert...- escuchó a Jennifer entrar a su oficina, él levantó la mirada hacia la rubia médica, no dijo nada, sólo espero a que ella hablara. -Estoy muy molesta contigo- se acercó a él, sentándose en el escritorio, muy cerca, incomodándolo.
-¿De qué hablas?- preguntó mirándola con el ceño fruncido sin entender, ella se movió más hacia él seductoramente, pero no causaba nada en su sistema.
-Cumplí años ayer y ni siquiera me has llamado- dijo tomando su corbata desatándole poco a poco el nudo, Albert predijo sus intenciones, quitó la mano de su corbata y se levantó de su asiento. Dejando a una Jennifer molesta por dentro. -Te perdono con una invitación a cenar- añadió. El doctor sonrió incrédulo, negándose. Se había acostado con ella varias veces, pero nunca le interesó, la describía como una mujer fácil, a quien sólo le interesa el dinero.
-No me interesa salir contigo, si me disculpas estoy trabajando-. Ella le dio una mirada enojada, frustrada por no haber conseguido lo que quería. -Feliz cumpleaños- añadió Albert, señalándole la puerta, volviendo a su asiento sin prestarle más atención. Ésta se dio media vuelta y salió de allí tirando fuertemente la puerta.
La mañana pasó sin complicaciones, sumido en papeles y números, llegando así la hora del almuerzo. No sabía a qué hora vendría Heysli, no dijo la hora precisa que iría a la clínica.
Por otro lado, Heysli no había tenido un buen día, una compañera había enfermado por lo cual le había tocado entregar pedidos, le tocó hacerlo rápido, puesto que también le tocaba atender las mesas, remplazando a la compañera que había faltado ese día. Detestaba hacerlo, era muy torpe llevando la comida en la bandeja, cuando todo el mundo la veía con altivez. Prefería la bicicleta ahí sólo dejaba los pedidos y recibía más propinas.
Se sentía mal, le había dicho a Albert que iría a la clínica, pero no pudo, la mañana pasó y la tarde también. Le había quedado mal y como una mentirosa por no haber ido cuando había dicho que sí asistiría; pensó alcanzarlo apenas saliera del trabajo, así que salió lo más rápido que pudo, apenas acabó su turno en el restaurante.
Media hora después estaba afuera de la clínica esperándolo, llevaba como veinte minutos sentada al principio de las escaleras, por alguna extraña razón no quiso entrar, le daba escalofríos estar allí. El portero desde lejos la miraba raro y esa fue otra de las razones por la que ni siquiera se acercó a preguntar.
Y justo allí lo vio, pero no iba sólo. Iba con una rubia, alta, con figura definida, muy atractiva; se sintió pequeña en ese instante, era obvio que un hombre tan elegante y muy atractivo tendría novia. Se quedó unos segundos pensando si debía ir a hablarle o marcharse de allí, prefirió la segunda opción, se levantó y bajó poco a poco las escaleras.
Albert a lo lejos vio una silueta que reconoció enseguida, estaba molesto por haberla estado esperando todo el día y que nunca apareciese, así que, impulsado por la rabia decidió invitar a Jennifer a cenar, cosa de la que se arrepentía en ese instante “¿Cómo pudo haber sido tan idiota?” se reprochó.
-¡Heysli!- gritó al ver como se alejaba, iba a ir tras ella pero una mano le tomó el brazo, vio como Jennifer fruncía el ceño, recriminándole con la mirada. -La cena será otro día- le dijo en tono tajante y serio, soltándose de ella.
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amor con diferencia de edad, secretos pasados y planes ocultos
Editado: 22.09.2018