Mariana.
Empieza un nuevo día de trabajo, me arreglo lo más discreta que puedo sin llegar a parecer una señora de edad.
-Hola hermana- me dice Paulina cuando pasa por mi lado.
-Hola, ¿cómo amaneciste?
-Bien, con ganas de comerme el mundo hoy- y es cierto a diferencia de otros días hoy tiene una motivación que incluso a mí me subió el ánimo en un instante.
-Esa es mi pequeña hermanita- le revuelvo un poco el cabello y ella se deja no más.
-Buenos días- decimos mi hermana y yo al unísono saludando a nuestros padres.
-Buenos días- responden ambos, papá se encuentra tomando su café de la mañana y leyendo el periódico, mamá por el contrario nos entrega a mi hermana y a mí nuestras vitaminas, si a pesar de nuestra edad aún nos da vitaminas para mantenernos saludables.
-Papá hoy les va a dejar a ambas, niñas- dice papá de buen humor, él es un militar jubilado y cuando sale de casa es para encontrarse con sus amigos de la milicia.
-Por mí genial, me ahorro el salir a encontrar el bus- dice mi hermana.
-Paulina que te he dicho de usar esa jerga vulgar- reprende mi mamá seria.
-Mamá es lo que dicen los chicos de mi edad- se justifica en un intento vano mi hermana.
-De igual forma, estás pronta a graduarte, como piensas encontrar un trabajo usando ese vocabulario.
Mi hermana acostumbrada a los regaños de mi madre solo se limita a comer su desayuno, y yo la imito antes de que se enfoque en mí.
Después del desayuno papá nos va a dejar, primero deja a mi hermana en la universidad y luego a mí en el trabajo a ambas nos desea buena suerte hoy.
-Adiós papá- le digo despidiéndome con la mano.
Ingreso en el aula y ya encuentro a varios de mis alumnos jugando entre ellos, incluso encuentro a Lucas en su habitual asiento con vista hacia el patio.
-Hola Lucas, ¿cómo estás? - le pregunto cuando me acerco a él.
-Bien maestra y ¿usted? - me devuelve la pregunta siendo serio y cortés.
-Bien gracias, ¿por qué no estás jugando con los demás? - le pregunto tratando de sacarle conversación.
-Son aburridos sus juegos- me responde sin más a lo que me sorprendo porque jugar a las cogidas y congeladas es lo más común en los niños.
- ¿Por qué piensas que son aburridos?
-Porque solo juegan a eso y nada más, además hacen mucho ruido- se queja frunciendo un poco el ceño.
-Ya veo, entonces ¿qué es lo que te gusta hacer?
-Me gusta leer cuentos- me dice sonriendo esta vez.
- ¿De verdad? - el asiente- a mí también me gusta leer cuentos.
-Me cae bien maestra Mariana.
-A mí también me caes bien Lucas.
Me levanto en mi puesto y me dirige hacia el escritorio.
-Niños es hora de empezar la clase, ya en el recreo tendrán tiempo para jugar, tomen asiento, por favor.
Todos los niños obedecen, la mejor manera de tratar con ellos es con respeto y cariño.
Comienzo la clase de manualidades en donde tienen que hacer una flor de plastilina y luego dárselo a su mejor amigo o amiga, la mayoría de niños hace un trabajo desastroso, pero me divierto mucho al ver como sonríen cuando se entregan las flores entre sí, incluso Lucas recibió una flor de una niña, la reacción del niño solo fue un leve sonrojo que me provoco mucha ternura.
Cuando los niños están en recreo me quedo un rato en el aula a ordenar el desastre que siempre dejan.
-Maestra- escucho que me llama Lucas.
-Dime Lucas, ¿qué ocurre? - le pregunto dejando de lado el ordenar las cosas.
- ¿Qué tipo de cuentos le gusta leer? - me pregunta acercándose a mí.
-Mmm, me gustan varios tipos de cuentos, pero no creo que estes acostumbrado a las historias que yo leo.
- ¿Me puede contar uno? - me pregunta, pero es la primera vez que lo veo actuar con algo de recelo.
-Claro, tengo uno ideal para ti- y así comienzo a relatarle el cuento de la estrella perdida que gracias a la Luna y el Sol pudo encontrar su camino, él me mira fascinado mientras le cuento la historia.
-Maestra es una bonita historia.
-Lo es cariño, lo es- le digo acariciando su cabello hasta que de pronto Lucas comienza a llorar.
- ¿Por qué lloras mi niño? - le pregunto preocupada por el cambio repentino que tuvo.
-Es que a mí nadie me lee cuentos, siempre paso solo- me dice con sus ojos llenos de lágrimas a punto de derramarse.
-Oh cariño, y tu papi ¿no te cuenta cuentos? - le pregunto conociendo la respuesta.
-No, antes lo hacía mi abuelita, pero ella ya se fue al cielo y ya no lo puede hacer- se me rompe el corazón escucharlo decir eso, y por instinto lo abrazo brindándole todo el calor que puedo.
. ¿Puede leerme más cuentos, por favor? - me pregunta y simplemente no puedo negarme a hacerlo.
-Claro que sí, puedo leerte todos los días un cuento diferente.
Él sonríe y simplemente me derrito, mi debilidad es ver a los niños felices y sonreír, simplemente es algo que me reconforta el alma, aunque a mamá le parezca absurdo.
***
Es el segundo capítulo de esta historia, espero que amen el proceso como lo hago yo
Adioses
Anis