El capítulo de hoy está dedicado al Sol de mis días, porque me convenció de subirlo hoy y no mañana.
Nicolás.
Llegamos a la casa y escuchamos muchas risas, de inmediato Sebastián me rebasa para ir a jugar con Lucas, al verlo se pone de pie y corre donde su titi Sebas, también viene a saludarme a mí y se sorprende cuando le muestro lo que traje de postre, el delicioso helado Napolitano.
-Papi trajiste helado- dice emocionado sin dejar de seguir con la vista el helado.
-Sí, hoy tu titi Sebas quiso complacerte con helado- le señalo a Sebastián.
Busco con la mirada a Mariana que no la he visto hasta ahora, le digo a Sebastián que se quede un rato con Lucas, voy a la cocina a dejar el helado para que no se derrita.
-Huele delicioso- digo sobresaltando a Mariana que estaba viendo a través de la ventanilla del horno.
-Hola, no escuché que llegaste- se acerca a saludarme con un beso en la mejilla lo que me toma desprevenido pero me recompongo de inmediato para que no note el cambio.
-Traje helado de postre- le muestro moviendo el envase.
-Delicioso.
-¿Cocinaste tú?- le pregunto al ver que lleva los guantes de cocina.
-Sí, quise hacerlo por Lucas, seguí un tutorial que se veía que estaba delicioso- me señala la tableta a un lado.
-Bueno tengo que probarlo entonces- ella se sonroja y me río un poco, me recuerda a cuando éramos tan jóvenes.
-Bueno la comida ya está lista, ¿puedes ir por Lucas y Sebastián, por favor?- me pregunta antes de voltearse al horno.
-Ya voy- le digo pero no me presta atención, dejo el helado en la nevera y vuelvo a la sala para encontrar a Lucas y Sebastián susurrándose algo, espero que no sea una de sus travesuras.
-La comida ya está lista- les digo a ambos que se sobresaltan- ¿qué estaban planeando que se asustaron?
-Nada papi/ nada- responden ambos.
-Bien bueno muévanse a lavar las manos y a comer. Lucas no te olvides de traer tus vitaminas.
-Ya voy papi- me dice antes de correr escaleras arriba.
-¿De qué hablaban?- vuelvo a intentar con Sebastián.
-Cosas de chicos ya sabes- me dice tan campante antes de palmear mi espalda.
Entramos los tres a la cocina y todo huele tan bien, los platos están servidos, el primero en sentarse es Sebastián como siempre un tragón de primera, después Lucas se va a sentar a lado de su madre y el único asiento libre es para mí, al otro lado de Lucas.
Comemos en silencio, hasta que Sebastián hace un comentario sobre la comida, Lucas también elogia a su madre, yo solo me limito a comer aunque no digo nada, todo está delicioso, todo vuelve a quedar en silencio y levanto la vista, todos me están mirando y no sé de qué hablan.
-¿Qué pasa?- pregunto sin entender por qué dejaron de comer y me miran.
-¿No la vas a felicitar?- dice Sebastián indignado- se ha esforzado mucho en la cocina, malagradecido.
-Sí esto está delicioso, pero no es necesario que te molestes preparando la cena, tenemos alguien que nos ayude, aunque si lo quieres hacer no tengo problema con probar más de esto.
-Muchas gracias por sus halagos, pero todo es gracias al tutorial.
-Mami ¿mañana también puedes cocinar por favor?- pregunta Lucas haciéndole ojitos.
-Si es así yo vengo a cenar todos los días- Dice Sebastián metiéndose en la conversación.
-Puedo hacerlo, pero ¿mañana no trabajas?- le pregunta Mariana a Sebastián.
--Sí, pero puedo hacerme tiempo, tú tranquila, si es por probar algo como esto, nada vale.
Después de comer, lavo los platos mientras los demás están en la sala viendo que juego de mesa jugar, me duele un poco la cabeza, pienso seriamente irme a dormir después de esto, ya van varios días con estos dolores, tengo que ir al médico.
-Chicos me voy a descansar me duele un poco la cabeza y fue un día largo, Sebastián si quieres te quedas a dormir, me dijiste que mañana entrabas tarde al trabajo, ya sabes cuál es tu habitación, buenas noches- me acerco a Lucas a darle un beso en la frente y me voy a mi cuarto, pensaba tomar una ducha pero no aguanto el dolor y prefiero dormirme, espero que con eso me pase el dolor, no soy fan de los medicamentos, así que no tomo ningún analgésico.
Percibo un cuerpo cálido junto a mí, abro apenas los ojos y encuentro a Lucas acomodándose a dormir conmigo.
-¿Te desperté papi?- me pregunta con algo de recelo.
-No hijo tranquilo- miento para que no se sienta mal, el dolor de cabeza ya no es intenso como antes pero aún persiste.
-Cómo te duele la cabeza vine a cuidarte- me conmueve mi pequeño hijo con esta acción.
-Tranquilo bebé, solo estaba cansado, ya dormí un poco y ya no me duele la cabeza, ven a dormir conmigo- ¿te lavaste los dientes?- le pregunto porque a veces se olvida y no quiero luego que tenga caries.
-Sí papi, mi mami se lavó los dientes conmigo- dice orgulloso.
-Tu titi Sebas ¿se quedó a dormir?- le pregunto recordando lo que le ofrecí.
-Sí, dijo que estaba cansado y no iba a desaprovechar la comida de mamá.
-Bien, entonces a dormir- traigo más cerca a Lucas y lo arropo, después de unos minutos se queda profundamente dormido.
Yo me quedo pensando en cosas sin sentido y el horario para mañana antes de caer en un sueño profundo, despierto con Lucas saltando en la cama, no sé qué tiene este niño que a veces se despierta muy temprano y otras veces no, quiero dormir un rato más, los domingos siempre soy perezoso, me hago el dormido esperando que Lucas desista, pero ahora salta sobre mí y comienza a llamarme a cada rato.
-Ya estoy despierto hijo- le digo para que deje de molestarme.
-Papi, vamos a comer, mamá hizo panqueques.
-¿Qué hora es?- pregunto porque me quede dormido.
-Son las 10- escucho que dice Sebastián desde la puerta.
-Dios mío, dormí demasiado- digo levantándome de un brinco.