Por Abbey Liriano castillo
Había una vez una niña prodigio con padres ricos. A la niña le encantaban los cuentos de fantasía y tenía una imaginación inigualable. Le gustaba dibujar, tocar el violín, el arpa y el piano, además de que era la mejor de su clase con tan solo 11 años.
Un día estaba sentada en un escritorio en una biblioteca. Estaba sola, leyendo cuentos de hadas y de repente se le ocurrió la idea de ir al bosque, pues en los cuentos siempre decían que las hadas vivían en el bosque. Se levantó del escritorio y se fue a casa y ya en su cuarto, buscó una cartera y se fue a escondidas.
De camino al bosque recogió muchas flores para las hadas, cuando llegó estaba un poco asustada. Entonces de repente, escuchó un tintineo y vio una hermosa y brillante hada que empezó a volar a su alrededor y la niña le preguntó:
—¿Cómo te llamas?
A lo que respondió el hada:
—Me llamo Raily, ¿Y tú, cómo te llamas?
—Me llamo Marian. Un gusto
Y así Marian y el hada Raily se hicieron amigas, Marian se distrajo y no se dio cuenta de que ya era muy tarde. Sus padres en casa estaban muy preocupados y buscándola por todas partes. El hada se dio cuenta y ayudó con su magia a su nueva a amiga a volver a casa más rápido.
Cuando volvió a casa, sus padres se pusieron muy felices.
Marian siguió siendo amiga de Raily y la visitaba, pero teniendo pendiente de que no se hiciera muy tarde.