CAPÍTULO 1. UNA NUEVA AVENTURA
"Primer día de instituto". Esa frase que a nadie le gusta y todos odian. Nunca he sido muy fan de los internados, la verdad nunca he pisado ninguno. Por suerte este internado es algo más flexible respecto al significado de la propia palabra. Para los que no saben que es, esta es la definición que sale en el diccionario: Régimen educativo de ciertas instituciones educativas en que los alumnos estudian, comen y duermen en el mismo centro. Bueno, pues en el Sourthvil no es del todo así, para los de último curso no se aplica casi nada de lo que se menciona ahí, los estudiantes pueden dormir fuera y hacer todo fuera, menos las clases, a esas tienen que asistir presencialmente. También con los de penúltimo curso hay excepciones, y esta es la parte que me interesa porque yo estoy en este curso. Nos dejan dormir fuera tan solo los fines de semana o días festivos, siempre y cuando tengamos la autorización previa de nuestros padres, como es de esperar, pero también podemos salir entre semana a comer fuera o de compras al centro comercial. Eso sí, siempre y cuando lleguemos antes del toque de queda, que es a las doce los días normales. Por estos privilegios poco comunes en los internados es que acepté venir a estudiar aquí. Por eso, y porque quería sacar de mi vida la mala hierba que habitaba en ella. Amigas que no eran realmente amigas.
No negaré lo asustada que ahora mismo me encuentro. Nunca me ha hecho demasiada gracia conocer a personas nuevas, me cuesta bastante relacionarme abiertamente con gente que no conozco, más si son de mi edad. Se podría de decir que soy muy tímida en ese aspecto de la vida. Puede que se deba a los constantes ataques que recibía de pequeña por estar un poco rellenita. Eso me hizo cerrarme en banda a la gente. Aunque por suerte, o por desgracia, un día llegó a mi vida cierto chico que la puso patas arriba, mi primer amor. Me hizo cambiar, a mejor por supuesto. Tan solo teníamos 13 años pero con él todo era demasiado intenso. Hice muchas amigas, pero como he dicho antes tan solo eran mala hierba, personas falsas e interesadas, no se parecían ni de lejos a lo que debería ser una buena amiga. Esto es hasta tal punto, que mi novio tuvo la desfachatez de engañarme con una de ellas.
Ahora ando contenta, acalorada y con una sonrisa en los labios arrastrando mis maletas por el césped fresco del patio.
Mientras caminaba hacia secretaría iba viendo los distintos grupos de alumnos que ya se habían reunido para cuando comenzaran las clases mañana (punkis, deportistas, populares, frikis...). Sé que algunos han pasado gran parte del final del verano aquí, ya que hay un programa especial para aquellos alumnos que necesiten reforzar materias, y por eso empiezan antes. Al entrar por la puerta de color rojo lo primero que veo es a una mujer mayor con gafas y un tinte muy artificial en el pelo, lo llevaba de un rubio platino ¡horrible! Pero quitando su pésimo gusto para tintarse el cabello y sus añitos de más, era muy guapa y agradable, seguro que en sus tiempos se llevaría a todos lo chicos de calle. Me dio un plano del internado y mi horario de clases. Tuve que esperar durante diez minutos ya que la mujer debía ir a por unos papeles al despacho del director que yo tenía que firmar. Durante la espera una chica de ojos claros, estatura media y cabello castaño no paraba de mirarme con cierta curiosidad e intriga. En otras circunstancias su comportamiento hasta me habría asustado un poco, pero supongo que simplemente querría saber quién es la nueva alumna de penúltimo curso, porque por lo que me había dicho la mujer de cabello platino yo era la única alumna nueva en todo el internado este curso. ¿A qué se debe esto? A que es el internado más prestigioso del país y el más difícil de acceder, solo entran los hijos de las mejores familias y más adineradas, a parte de que es obligatorio tener unas buenas notas, sobre todo antes de ingresar aquí, ya que tu media cuenta mucho para que te acepten.
La mujer volvió y dejé de prestarle atención a esa extraña chica de ojos azules. Tras firmar los documentos y hablar animadamente durante unos cinco minutos con Glenda, la secretaría de cabello platino, me despedí y fui de nuevo hacia el patio.
— Perdona — oí decir a una chica gritar, pero no le di la menor importancia y seguí mi camino. — . ¡Oye! ¡Tú! — me giré para ver si era a mí a quien hablaban. Al volverme me encontré de bruces a la misma chica que hacía unos escasos minutos me estaba observando en secretaría.
— ¡Ah! Hola — la saludé extrañada.
— ¡Holaaa! — me devolvió ella el saludo sin esconder ni un poco su excesiva alegría por hablarme. Cada vez esta chica me resulta más peculiar. Ahora que la veo más de cerca veo que tiene unas pequeñas pecas en los pómulos, y unas motitas verdes que se mezclan con el color azul de sus ojos. ¡Ojalá yo tuviera esos ojazos! Es bastante más baja que yo, pero no es enana, supongo que es de estatura media. — ¿Eres Nora? — me pregunta al fin después de tanto preámbulo.
— Sí... — le contesto dudosa y un pelín intimidada por su carácter. — Nora Smith, y ¿tú?
— Ah, claro. Yo soy Paris Johnson, tu compañera de cuarto y guía personalizada. — ¿Ella era a quién esperaba? ¡Qué suerte! Y ¡qué rara!
— Encantada — respondo tímidamente.
— Lo primero que vamos a hacer es dejar toooodo esto en la habitación — señala mis maletas y algunas cajas que hay a nuestro alrededor — . Segundo — me agarra del brazo y coge dos cajas del suelo, luego me arrastra del brazo hacia la salida mientras yo deslizo mis dos maletas por la moqueta del piso — , ir a la cafetería a tomar algo. Y por último, visita turística por este magnífico paraíso. —finaliza sin dejar de sonreír. Es demasiado entusiasta.