No me creían hasta que comencé a gritar su nombre para que todos la recuerden.
Pasaron los días. Estaba en mi casa. Por cuestiones de refacciones y seguridad, el museo recién hoy abría sus puertas. Todos y cada uno de esos días pasaba en cabeza situaciones que desconocía. Era como si mi cerebro quisiera salirse y crear una nueva vida.
Y pasaron los días, y mi mente se aclaraba cada vez más. Pasaron los días. En el trabajo, no se producía ningún indicio de nada sobre mí. El advenedizo de cada lugar quebraba mis sensaciones y aumentaba la ansiedad. La sala Hades estaba en arreglos pues faltaban los últimos pisos, pero ya podíamos regresar.
Y un día todo comenzó a dar vueltas en mi cabeza. Fue un día que desperté de tantos con los mismos sueños de siempre.
Ese día experimentaba un desolador cansancio. Mi cabeza daba boleos de mareos ininterrumpidos. No podía creer que todo los recuerdos que mi cabeza tenía. Una mujer. Si era una mujer con ojos rojos de mediana estatura y un cabello extenso, y su nombre era Gaia. ¿Pero por qué?
Al principio intenté restarle atención, pero eran más y más agudos aquellos pensamientos que se insumían en mi mente. Relacioné aquel onírico suceso, y sin remedio me rendí. Al preparar el desayuno todos los días, discernía que había adquirido una nueva forma de poder realizar tales acrobacias en el cortado del pan y su tostado. Luego la manera en que preparaba el café. Era un
tanto diferente. Lo tomaba con dos cucharadas de azúcar siempre, pero tenía también edulcorantes en sobres muy pequeños. El té de todos los sabores. Te marrón inglés, Té Verde, Té de manzanilla, Té de frutas tropicales, té de los arbustos lejanos. Y así podría contar hasta un infinito. En mi refrigerador de congelamiento rápido, pedazos de carne que nunca tuve la suerte de probar. La casa estaba aseada. Tenía algunas pertenencias que no recordaba poseer. Entre ellas un almohadón muy femenino. Bueno supongo que era parte de mi vida. Siempre olvido todo, y me olvidan como un anónimo que soy. Al salir de mi casa, aquel gato rondaba y se me acercó solamente para pasar entre mis piernas y luego huir como todo felino que solo busca alguna caricia. Es un gato que mantiene un aire de espectador de mi hogar. Todas las noches lo he visto venir y posarse entre la ventana como queriendo platicar con alguien. Aunque tengo algunas imágenes, son borrosas. Al abrir mi billetera para asacar mi tarjeta de ómnibus, pude ver que tenía una foto en un parque de diversiones. ¿Qué hacía en un parque de diversiones? Estaba allí solo, y algo en mi mente me manifestaba algún indicio. En aquella imagen disfrutaba del paisaje. Detrás de mí una gran esfera como planeta y dentro de éste lo que parecía la tierra. A los costados una sucesión de pequeñas estrellas. Era como un afiche grande como parte de una pared, en la cual estebábamos apoyados ¡¡Momento!! ¿Cómo estábamos apoyados? Fue solo una mala expresión en plural, obviando un singular. La foto es bastante perfecta, ahora que la observo bien. Todos sus trazos son especiales. Estoy como si fuera acorralado por una persona, mirando hacia arriba. Debe ser una tontería de mi parte el pensar así. Nunca he salido bien en las fotos que me han tomado. Parezco como nervioso, y como si tuviera un chaleco de fuerza natural. Soy un desastre en ese sentido.
Al salir a caminar era como un ir y venir de personas. Muchas de a dos. Me pregunto si eso sería algo normal para mí que estuve siempre solo. Una pareja con sus bolsas de las compras. Otro indicio que generó un dinamito boleo
mental. Al llegar a mi trabajo, los mismos empleados y empleadas de siempre. Me preparé para la sala Hades, y fue cuando me desvanecí. Fue de inmediato. Ingrese por todo el salón caminando, y fui al corredor principal y entonces esa efigie. Si esa efigie traumó mi psiquis. Al mirarme fijamente si visión penetró por mis retinas como queriendo devorarme, y salí espantado de allí. Detrás de mí, la figura de una silueta se dibujaba por todo el corredor, y fue que caí al suelo. Algo quería tomar mi pie, y empecé a patearlo sin éxito, hasta que se arrojó encima de mi cuerpo y fue que me desmayé. Lo último que podía ver eran todas las figuras, y el Júpiter desde lejos junto a la mujer mirándome, y una gran figura en silueta se me iba a acercando
Volvía en sí, y estaba en la enfermería.
Al incorporarme en la cama, con mi mano me toqué la frente masajeándome. Tenía un moretón por la caída.
- ¿¿Eh??
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Editado: 09.11.2024