Layla P.O.V
Tres billetes, tres hermosos billetes de cien dólares, lo hago por ellos, estoy en una camioneta con un viejo asqueroso por trescientos dólares. Debería matarlo, estaba tan cerca de acariciar a ese hombre lobo, pero apareció este estúpido y nos interrumpió.
—Preciosa —¿Me llamo preciosa?— ¿No te gustaría ir a mi casa? —¿En serio me pregunto eso?
—No gracias, yo tengo algo de prisa —dije mostrando mis dientes en una falsa sonrisa.
Busco con la mirada disimuladamente los trescientos dólares y los encuentro en el bolsillo del viejo asqueroso, la única forma de alcanzarlos sería acercándome más a él. Una de las manos del viejo se posó en mi rodilla yo me gire y le sonreí, necesito ese dinero. Mire a la ventana y cuando habíamos pasado la entrada para ir a mi casa, puse en marcha mi plan. Coloqué mi mano encima de la de él y la subí unos centímetros.
—Puedes dejarme al frente de esa tienda —mencione señalando una tienda que estaba cerrada.
—Por supuesto preciosa —El viejo asqueroso detuvo el auto donde le indique.
—Gracias por traerme cariño —agradecí posando un sonoro y largo beso en su mejilla—, tal vez nos volvamos a ver —Le guiñe el ojo, abrí la puerta y baje, el tipo arranco y se fue, cuando lo perdí de vista, mire mi mano, y una sonrisa de satisfacción se formó en mi rostro.
Tengo trescientos dólares más.
Camino en dirección a mi casa, caminar quince kilómetros es lo de menos, mientras camino me siento en paz, siento que estoy conectada con el bosque, con las plantas, los animales nocturnos, con todo; ya es completamente de noche y la luna esta asomada de una forma hermosa alumbrando mi camino, miro al cielo despejado esperando ver una gran luna llena de tono amarillo blanquecino, pero al levantar la vista vi una luna ¿Roja?
Detengo mi andar frotándome los ojos, vuelvo a mirar la luna y ahí está una brillante luna llena, de tonos amarillentos claros, me pareció extraño que por un instante vi la luna roja. Acelero mi paso a tal punto que empecé a correr para llegar rápidamente a casa, sujete con fuerza los trescientos dólares.
Al llegar con la respiración agitada, me dirijo al sótano lo más rápido que pude, recordando que, una vez mi padre me advirtió que si sucedía alguna anomalía fuera al sótano y buscara las respuestas. Al entrar veo todo igual, solamente hay un escritorio donde se encuentran mis pastillas, cuando era niña mi padre me dijo que tenía que tomarme estas píldoras hasta que se terminaran.
—Muy bien papá —dije como si él pudiera escucharme—, espero que estar aquí me ayude en algo.
Comencé a adentrarme más en el pequeño cuarto hasta llegar al otro extremo, me quede mirando la pared, y luego gire mi mirada a lo único que se encontraba en el sótano, una mesita de caoba donde estaban mis pastillas y en esa mesita deje los trescientos dólares.
—Vamos Layla —Me dije— Piensa chica.
Noto algo, en una parte del piso hay una alfombra y se escucha hueco cuando piso en ese lugar, me agache y levante la alfombra, debajo de ella había una especie de pequeña puerta de madera, no tenía cerrojos, así que simplemente levante la madera, y al hacerlo vi unas escaleras.
—Okey papá ¿Qué mierda me has estado ocultando? —susurré como si fuera un secreto, aunque realmente no importaba si gritaba, no había civilización en más de diez kilómetros.
Baje con cuidado por las escaleras y al llegar al fondo todo estaba oscuro y muy polvoriento, lo sé por el polvo que se adentró en mis fosas nasales a penas baje por completo, la única iluminación que entraba era la del sótano de arriba, pero eso tampoco dificulto mi visión, gracias al entrenamiento de mi padre puedo ver más o menos bien en la oscuridad. Busque un interruptor y tuve suerte al encortar uno, sonreí al ver que funciona.
—Esto tiene años que no se usa y aún funciona, estoy impresionada.
Revise todo el pequeño cuarto con la mirada y vi un escritorio aparte de dos estantes con muchos libros, me acerqué al escritorio y vi un libro abierto busqué el título decía: Luna roja y Mates. Me parece curioso así que sin importarme todo el polvo que hay me senté en la silla de madera.
Ya pasaron unas horas y me termine todo el libro, les voy a resumir lo que leí, básicamente la «Luna roja» es cuando este satélite se tiñe de ese color, durante esa noche que ocurre cada año los hombres lobo o mujeres lobas, valga la redundancia, encuentren a su pareja ellos le llaman «Mate». Es increíble que aunque viví toda mi vida con un hombre lobo nunca me interesaron sus costumbres.
Volviendo al punto, «Mate» es como la persona a la que éstas destinada, como tu alma gemela, eso fue más o menos lo que entendí. Porque en el libro leí que una vez que encuentras a tu Mate no tienes ojos para nadie más, que una vez que la encuentras su olor es irresistible e inclusive decía que si tu «Mate» se muere tú puedes morir ¿Eso es un poco exagerado no creen?
Un poco abrumada y con muchas cosas en la cabeza salí del sub-sótano y me dirigí a mi habitación para darme un buen baño de agua caliente. Mientras me bañaba no pude evitar pensar que si yo vi la luna roja significa que hoy encontraría mi Mate ¿Verdad? Eso sería ilógico debido a que no soy una mujer loba, yo soy humana, pero como me dijo mi padre tal vez algunas costumbres se me peguen y la que menos deseo probablemente se me ha pegado.
Al salir del baño pensé en ponerme ropa de dormir, pero por alguna razón, el impulso de salir me invadió, vi la hora y me di cuenta de que ya es media noche. Recordé que no tengo nadie a quien darle cuentas, así que nadie me puede impedir salir. Usando básicamente el mismo conjunto de esta mañana, cambiando solo la camisa por una del mismo color, pero distinto diseño, adjuntándolas a mis guantes de cuero, chaqueta negra, tenis del mismo tono y Jean rasgados azules, deje atrás mi habitación recogiéndome el ondulado pelo en una coleta alta.
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Editado: 08.08.2022