Ángel P.O.V
—Me alegra que volvieras, mi pequeño angelito.
—Hola ma' —Sin dudarlo envolví a mi madre en un gran abrazo, la extrañaba mucho. Luego de la desaparición de mi padre ella fue la que más sufrió.
Mi madre me puso al día de lo que había pasado en la manada, me comentó que se está buscando un nuevo terreno para expandir la manada, pero no saben en qué dirección. Hablé con mi madre durante varias horas, no me di cuenta cuando se hizo de noche y una hermosa luna llena de color rojo se asomó por el cielo nocturno.
—Debemos ir a buscar a nuestra mate, presiento que está allá afuera —Mi lobo me insistía y vaya que era insistente.
—Tu solo quieres ver a esa humana —respondo por nuestra conexión.
—Hijo ¿Ya encontraste a tu mate? —pregunta mi madre y nuevamente centro toda mi atención ella.
—No, aún no —Bajo la cabeza en señal de negativa, pero una sonrisita se posó en mis labios al recordar a la chica del bosque.
—Hoy hay luna roja ¿Por qué no sales? Tal vez la encuentres —Sugiere mi madre.
—Estoy de acuerdo con tu madre —Interviene John en mi mente, le ignore.
—Prefiero quedarme esta noche contigo mamá, hace mucho que no te veía —Tomé la mano de mi madre y la mire fijo a sus ojos.
—Ya habrá tiempo para eso hijo ahora tienes que salir y buscar a tu mate —dijo mi madre en tono regañón.
—Pero mamá... —Me queje como un niño.
—Ningún «pero», sigo siendo tu madre así me obedeces y vas a buscar una mate.
—No puedes decirle que no a tu madre «Angelito».
—Está bien ma' voy a ir —Le mostré una sonrisa sincera, ella me la devolvió y antes de irme la envolví en otro abrazo para luego salir por la puerta a buscar a mi mate.
—¿A dónde vamos primero? —pregunta mi lobo con entusiasmo en sus palabras, mientras caminamos.
—Obviamente a la manada, buscaremos allí a nuestra mate.
—Obviamente no ¡Vamos al bosque!
—Conozco tus intenciones, solo quieres ver a esa humana —Mi rostro se desfigura en una mueca de asco.
—No seas exagerado hombre, quizás olía a humana porque traía ropa de humana.
—Eso es absurdo, yo tengo ropa de humano y no huelo a humano.
—Ay cállate y vamos a buscarla.
Al final le hice caso; antes de transformarme saque la ropa de mi cuerpo para que no quedara hecha trizas y corrí en dirección al bosque, al lugar donde habíamos estado con esa humana. Al llegar estaba su olor, pero era débil, también estaba el olor de un hombre, seguimos los olores en dirección a la ciudad de los humanos, antes de llegar me volví a la forma humana colocándome la ropa y caminé casualmente por el lugar.
El olor del hombre y el de la humana se separaron, el del hombre siguió a la ciudad, pero el de la humana se dirigió ¿Al bosque?
—¿Por qué iría otra vez al bosque? —Me cuestioné.
Al final decidí no seguirla, mi lobo se molestó un poco por eso, pero hice caso omiso a sus quejas, me dirigí al este de la ciudad algo me decía que debía ir. Ahora estoy recostado en un poste de luz admirando la Luna roja, de mis labios sale un suspiro a la vez que cierro los ojos, mientras disfruto del solitario lugar.
Un dulce olor a fresas me inundó las fosas nasales, era el mismo aroma del bosque, luego escuché unos pasos pasar por mi lado me sentía observado.
Abro mis ojos lentamente encontrándome con una cabellera castaña ondulada atada en una coleta, la dueña de dicha cabellera gira sobre sus talones quedándose al frente de mí a unos dos metros de distancia. Lo supe en ese instante cuando mi lobo empezó a gruñir.
—MATE. Es ella
Todas mis dudas quedaron completamente aclaradas no tenía la menor idea de quién era esa chica, bueno... esa mujer, pero estaba seguro de que la marcaría como mía.
Instintivamente la comencé a definir: Jean rasgados con unos tenis, chaqueta de cuero, al igual que sus guantes de medio dedo y debajo traía una camisa verde y una careta blanca, aunque no veía su rostro completo sabía que era hermosa.
__ Es ella Ángel, ella es nuestra Mate —Mi lobo gruñe con ganas de salir, como pude logré controlarlo.
Me acerqué aquella fémina acortando los dos metros de distancia, camino alrededor suyo y ella me sigue con la mirada, esos ojos miel están clavados en mí y me encanta esa sensación.
—¿Qué hace una chica como tú a estas horas de la noche en un lugar como este? —pregunto intentando sonar tranquilo aunque me estoy muriendo de ganas por comérmela.
—¿Qué hace un chico como tú a estas horas de la noche en un lugar como este? —Contraataca ella con su voz, su dulce y meliflua voz, sentí un escalofrío recorrerme cuando la escuché.
Me detengo frente de ella a unos cuarenta centímetros de distancia, le llevo media cabeza aproximadamente, así que tuve que bajar un poco mi vista para verla directamente a los ojos, mientras preparaba una respuesta decente en mi mente. Juntando todo mi valor le dije:
—Aún no respondes mi pregunta.
—Tú no has respondido la mía.
Mis ojos no se apartan de los de ella y ella no aparta los suyos de los míos. Yo definitivamente no tenía ninguna intención de apartar los míos, era como una pequeña guerra, como un reto, para ver quién apartaba primero la mirada.
—Me perdí en los senderos de la vida —explico con una sonrisa como si fuera lo más normal del mundo— ¿Y tú?
—Yo me dejo llevar por el viento —responde con el mismo tono que yo usé.
Como si ambos pensáramos lo mismo cortamos el espacio de cuarenta centímetros que nos dividía, como si leyéramos nuestros pensamientos, una de mis manos pasó a su cintura, al instante que una de las suyas llegó a mi nuca jugueteando con el cabello que allí se encontraba.
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Editado: 08.08.2022