Mi Luz en la Oscuridad - Min Yoongi (suga) - Bts

Capítulo 34


Me quedé anonadada.

- Pero mis padres vivían en Nueva York – respondí extrañada.

- Ya lo sé, por eso no tiene sentido, a no ser que hubiera otra persona con el mismo nombre – dijo encogiéndose de hombros -. Estaba en una de las cajas de los antiguos propietarios. Con la tormenta hubo goteras y tuve que apartarlo todo. Al moverlo, la caja volcó, y así lo encontré. ¿Quieres verlo?

Asentí, me soltó la mano y subió la escalera. Lo seguí con la mirada un tanto confundida. ¿Cómo había llegado hasta ahí el diario de mi madre? Me dio un bloc de tapa dura, tan grande como un libro de bolsillo. Estaba forrado con papel de seda, que el paso del tiempo había vuelto amarillento y que estaba adornado con letras y dibujos de la Corea antigua, ya difuminados. Sentada en el sofá, acaricié la tapa. El corazón me palpitaba con fuerza. ¿Averiguaría más cosas aparte de lo poco que me había contado el tío Seokjin? ¿Y sobre mi padre?

Miré a Yoongi, estaba en el sillón y me observaba en silencio. Cuando por fin me decidí a abrir el libro, cayó la foto de una ecografía. Me temblaron las manos al recogerla. Había una flor seca entre la tapa y la primera hoja, en la que había dibujado un cinco en caligrafía bastante antigua. Debajo estaba el nombre de mi madre y dos cifras, una era el año de su boda y el otro el de mi nacimiento y su muerte. ¿Era su último diario? Con un nudo en la garganta empecé a hojearlo.

No escribía regularmente, entre cada entrada había a veces uno o dos días, otras, una semana entera. La tinta estaba corrida y apenas podía leerlo. Lo intenté en vano hasta que le pedí ayuda a Yoongi. Se sentó a mi lado y le echó un vistazo.

- ¿Por dónde quieres que empiece? – preguntó.

Por lo visto entendía la letra; me incliné hacia él, miré las hojas amarillentas, y meneé la cabeza.

- No sé, por donde quieras.

Pasó unas páginas y empezó:

“23 de marzo de 1990. Jong Suk no se podía creer que estuviera embarazada. Dijo que era imposible. En ningún momento pensó que le había sido infiel y sólo de pensarlo me da la risa. Desde que nos casamos, sus hombres me tienen más vigilada que las joyas de la corona inglesa. Tiene miedo de que su familia sepa de mí antes de lo previsto y haga algo para separarnos.

No era imposible, tengo la prueba aquí conmigo: una ecografía, la primera. Él estaba conmigo cuando me la hicieron. No se puede distinguir gran cosa, pero no cabe duda, estoy embarazada, y Jong Suk es el padre. Cuando el médico señaló la pantalla y le dijo que era su hijo, se quedó de piedra. Luego me besó la mano y me dijo que era el mejor regalo que podía hacerle. Nunca había visto a Jong Suk tan feliz como en ese momento, pero hay algo que le preocupa, lo sé. De camino a casa estuvo en silencio mirando por la ventanilla, aunque no me soltó la mano ni un instante. Cómo me gustaría saber el motivo. Le he preguntado, pero me dice que todo está bien”.

“29 de marzo de 1990”. No vamos. Me lo ha dicho Jong Suk. Ha comprado una finca en un pueblo de Corea del Sur”.

Yoongi me miró como queriendo asegurarse de que esas líneas provenían de mi madre.

Asentí, y continuó leyendo.

“No conocía esa ciudad, probablemente sea tan pequeña que nadie la conozca. No me gusta la idea, pero él insiste en que nos vayamos lejos. Ya lo ha preparado todo, sólo tengo que ultimar mi equipaje, y partiremos. Hubiéramos salido de viaje durante unos meses a cualquier parte del mundo si no fuera porque teme por mi salud y la del bebé. Sólo nos acompañarán sus hombres de más confianza. Me gustaría que me dijera qué le preocupaba tanto”.

“20 de abril de 1990. Hasta hoy no he recuperado mi diario. Estaba en una de las bolsas de Jong Suk que le había dado a uno de sus trabajadores: David. Mi marido ha hecho todo con mucho cuidado y discreción, para no dejar rastro. Ni si quiera ha pagado con tarjeta de crédito, solo efectivo. Me da la sensación de que se está volviendo paranoico.

Anteayer llegamos a la ciudad. Estaba tan cansada que dormí casi veinticuatro horas. La casa es de ensueño, está en un claro de un pequeño bosque, un poco apartada de la calle y a las afueras de la ciudad. Detrás hay un lago rodeado de arces centenarios. El agua es tan clara que puedes ver el fondo. La casa está rodeada por una veranda a la que se puede salir desde cualquier cuarto de la planta baja. Se parece mucho a una casa de Nueva Orleans. Es amplia y luminosa y en la sala de estar hay un hogar. Jong Suk va a montar la biblioteca y su estudio en el primer piso; dice que cuando todo esté arreglado traerá sus libros antiguos, que tanto aprecia- En la buhardilla quiere hacer un taller para mí, así podría volver a trabajar. Me entra cosquilleo en las manos sólo de pensar que al fin volvería a tocar piedra y metal.

También sé qué habitación será la del bebé y cómo la voy a decorar. David me mira y sonríe. Me parece que se me nota tanto la emoción que doy risa. Él dice que más que hacer gracia, estoy encantadora. Entra un coche, tienen que ser Jong Suk y Seok. Espero que me hayan traído el helado de fresa y las olivas rellenas.”

Yoongi paró de leer.

- ¿Helado y olivas? – murmuró con gesto de asco, y continuó leyendo.

 

 

Lo escuchaba atentamente….¿Qué ocurría?

 

 

 

¡Hasta aquí el capítulo! <3

Espero que lo disfrutéis muchísimo.

Muchas gracias por el apoyo.

Historia adaptada.

Original:

El beso del vampiro, por Lynn Raven Alemania.

(España en 2008)

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¡Hasta pronto! <3



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Editado: 12.06.2020

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