Adonis
Llevo aproximadamente tres horas en el pasillo, en todo este tiempo he tratado de comprender que es lo que pasa, el porque me siento así y porque Nahiara se desmallo de esa manera. Lo único que entiendo es que todo mundo sabe lo que pasa menos yo, al menos eso me dio a entender Erick cuando salió corriendo del lugar. He intentado verla, pero cada vez que la llamó todo se queda en completo silencio, no hay respuesta alguna que me diga que se encuentra mejor, parece como si solo estuviese evitando el mundo.
Pero justo cuando pienso en darme por vencido e ir por ayuda escucho como baja de su cama, los pasos que da y el rechinar de una ventana, después de eso no hay nada no hay más ruido solo un oscuro silencio que me preocupa aún más, así que con un poco de magia abrí la puerta y efectivamente, ella no estaba aquí así que extendí mis alas y salí del lugar.
Con la mirada intenté encontrarla, pero parecía un intento en vano hasta que vi polvillo lo cual significaba que estaba cerca. Seguí el rastro hasta ver el bosque, baje y me escondí en un árbol frondoso para no ser descubierto, buscando con la mirada la ví cerca de un lago, uno realmente hermoso que pareciese fuese hecho para ella, había pasto en el suelo y el cielo estaba completamente despejado dando una vista hermosa.
Así que con delicadeza Nahiara se quitó los zapatos que traía puestos y los dejo sobre el pasto que adornaba el lugar, con ayuda de sus manos se quitó el delicado vestido que adornaba su dulce y pequeño cuerpo, ya lista avanzó sintiendo cada roca que pisaban sus pies, como el agua la tranquilizaba y como la brisa se encargaba de hacerla sentir bien. Su cabello se ondeaba gracias al viento que jugaba con el y sus brazos se estiraban sobre su cabeza creando una sonrisa que no se hacía esperar, cuando por fin se encontraba sumergida nadó, cantó, bailó, rio, se sintió una con el agua y el bosque que la rodeaban.
Después de unos minutos observo a la luna, se quedó admirándola como si estuviese hablando con ella, como si la entendiese y le diese el remedio que necesita para sanar, y si como mis pensamientos hubiesen sido invocados una luz blanca bajo desde aquel cielo hasta mi pequeña, extendió los brazos y con sus labios pronuncio la palabra “gracias”. Cuando llevo tal luz a su pecho se instaló una sensación de mí, una de paz y tranquilidad, pero tal como lo sentía parecía que ella también.
Salió del lago y con un movimiento de manos seco su cuerpo y cabello, después solo se colocó el vestido y los zapatos.
—Puedes salir, sé que estas aquí- declaro mirando justo donde me encontraba
—Hola- respondí llegando donde ella y sin esperarlo me abrazó sintiendo como unas gotas de agua se depositaban en mi hombro
—¿Estas bien?- pregunte abrazándola con la misma intensidad y buscando ver su rostro
—Creo que la pregunta correcta sería ¿tu estas bien?-
—Sí, pero dime que es lo que pasa ¿Por qué te pusiste tan mal?- cuando pregunte solo bajo la mirada y unas lágrimas más salieron de sus ojos
—Ey, ¿Qué sucede? Sabes que me lo puedes contar- con una mano la tomé del mentón y la hice verme
—Lo dire, solo que no ahora, necesito tiempo, solo eso- me sonrió
—Bien, lo entiendo, será mejor que salgamos de aquí- asintió
Bastaros unos cuantos pasos para que un fuerte dolor se instalará en mi cabeza, no quise hacer caso para no preocuparla más, así que seguimos caminando, pero conforme pasaba el tiempo el dolor se intensificaba más.
—Adonis, ¿Qué sucede?- me pregunto preocupada
—Nada, es solo un pequeño dolor de cabeza, sigamos- sonreí
—Creo que es mejor que te sientes, no has comido ¿o sí?- negué —Bien, buscaré un poco de comida, en un momento regreso- cuando se alejó lo suficiente logre soltar un grito de dolor
Parecía como si la cabeza me quisiese explotar, luego solo la vi:
—Mi amor, tranquila, todo estará bien- la cargué entre mis brazos y cree un domo para mantenernos seguros y no sufrir ningún ataque, luego me hinque con ella y sostuve su cabello
—Adonis, yo…-
—No hables mi pequeña, todo estará bien, te lo prometo solo no me dejes- tan solo la pegué a mi cuerpo y…
—Adonis despierta, ¡Adonis!-
—Y-yo-
—Ey, ¿Qué pasa? Te estuve hablando y no me hacías caso, ¿Qué sucedió?- no puede ser…
—N-no sucedió nada, solo me quedé pensando en Erick y me perdí, lo siento-
—¿Erick?- me extendió una fruta la cual tome y empecé a comer
—Sí, después de que te pusiste mal salió corriendo y no supe nada de él-
—Qué extraño- asentí
—Creo que estoy mejor, podemos irnos al castillo-
Extendimos nuestras alas y tal como lo dije llegamos al castillo, ya ahí cada uno se fue a su habitación, cuando llegué a la mía me di un baño y coloqué mi pijama. No sé si pueda dormir con lo que vi aunque la pregunta más apta sería ¿Por qué la vi?
Erick
Después de lo que me dijo Adonis no puedo quedarme sentado a esperar que los futuros reyes puedan morir, así que rápidamente me dirigí a lo más profundo del castillo donde se encuentran algunas de las mejores curanderas del lugar, en el pueblo existen mitos de que las esclavizamos o que las usamos para rituales a la diosa Luna y otras cosas un tanto absurdas en general. La verdad es que no las tenemos como esclavas, sino que son hombres y mujeres que “adoptamos” en caso de que existan guerras de gran magnitud y así poder restaurar los números de heridos que lleguemos a tener.
Solemos esconderlos porque pueden ser usados para magia negra, con esto no hago referencia a las cortes, sino a la magia que es prohibida, en este mundo existe todo tipo de seres: licántropos, hadas, vampiros, demonios, convertidos, duendes, ángeles, seres que existen desde el inicio del tiempo, dioses y demás. Así que la magia negra no es una excepción, lo que sucede con ella es que si se utiliza hay un precio a pagar, desde objetos de valor hasta sangre, animales, vidas humanas o mágicas, su precio es el sacrifico así que quien la práctica y es descubierto se le condena a la muerte.