Mi medicina

CAPITULO DOS

Y Ahí estaba yo, al frente de ese gran edificio. De color celeste, ventas extensas, semi cristalinas que permitían observar un poco el interior de las instalaciones. Las letras de color blanco con el respectivo nombre se hacían visibles desde antes de llegar.

Otros internos, residente y doctores entraban y salían como de costumbre. A pesar de que no es mi primer día, aún puedo sentir el sudor frío en las palmas de mis manos y en mi frente, el ligero temblor y sensación de revolver mi estómago. Si, aún están ahí.

―¿Qué tal Camille? ― No, tú no. Steven. El descarado me guiño un ojo sin anticipadamente rozar su mano en mi trasero.
Puse la mejor cara que tengo y le sonreí.

―Hola, Steven ¿Qué tal?

― Bien, más que bien. Hoy me siento muy caritativo― se acercó susurrando casi cerca de mi oído.

Cuando capté la CLARA señal puse los ojos en blanco y me giré para ir por la otra parte del Hospital.

―Oye, no me ignores ¿si?― habló mientras hacia un puchero con sus labios.

―Aléjate de mí. No estoy de humor para lidiar contigo.

―Linda, voy a hacer todo lo que tú me digas.

Si no me lo impidiera las leyes del país lo mataría con mis propias manos.

Apreté mis puños a mis costados por instinto, pero logré calmarme al recordar que estamos en el hospital, y aparte no tengo ni una ventaja, él es más alto, más rápido, más fuerte.

No puedo contra él.

―Díganme si hice algo mal, porque creo que la he ofendido.

―¿Qué quieres?―le pregunté esperando que no me respondiera y pudiera seguir mi camino. Grave error.

―Bueno me preguntaba sí...― se acercó a mí y logró acorralarme ―estás libre esta noche, ir por unas copas de vino y pues, ya sabes― acarició mi labio inferior y giro levemente su cabeza― divertirnos un poco esta noche.

Antes de que siga, agarré su mano con fuerza y de un solo azote la separé de mi rostro, le obligue a retroceder junto conmigo hasta que su espalda tocó los casilleros provocando un fuerte sonido en toda la habitación.

―Entiendo que quieras ir rápido, pero no opino que este sea el lugar indicado para que puedas gritar mi nombre entre gruñidos― me guiño el ojo y embozó una estúpida sonrisa perversa.

Este si que se pasó de idiota.

―El hecho que tu seas mujer no significa que las personas puedan hacer contigo lo que quieran, tu eres una persona, con sentimientos, emociones  y derechos, iguales a los de ellos. Tienes que darte tu lugar.―yo todavía seguía en la misma posición de antes, sus palabras retumbaron en mi cabeza una y otra vez ¿Darme mi lugar?―¿Camille? ―Emma levantó una mano y la agitó sobre mi rostro ―¿Me escuchaste? 

―Si, muy claro.

―Escúchame bien engendro. Tengo cosas más importantes que lidiar contigo y tus estupideces, si quieres actuar como una nena infantil está bien, solo apártate de mi vida. ―dirigí mi mano a su camiseta, la enrosqué en la parte superior, levantándolo un poco del suelo y entrecerré los ojos con rabia en ellos ―¿Me entendiste?―Con desdén vocalizo un sí ―Y por si te importa ¡Tú apestas a basura!

Y muchas cosas más, sin embargo, como soy una persona educada me las guardo para mi misma.

―Buenos días, doctores ― ingresó la residente sorprendiéndonos a los dos. Detrás de ella entraron más internos con expedientes en sus manos.

―Buenos días ― respondo amablemente.

―Bien internos sus tareas. Primero, el jefe necesita un interno para la cirugía del señor Williams.

Todos levantaron la mano para poder acompañar en la cirugía y por supuesto que yo era uno de ellos.

Creo que harán un Whipple, una Whipple, he esperado todo este tiempo para poder asistir en una cirugía como esa, me esforcé en todo y traté de morderme la legua para no mandar al diablo a mi residente.

Mejor dicho, quiero esa cirugía.

No, miento. NECESITO ESA CIRUGÍA

―Hum, muy bien ― nos miró a todos con cara de cansada, como siempre ―. Steven a lavarse, entras en 20 minutos ― habló señalándolo con su lápiz

―Yuju―exclamó Steven alzando sus bazos celebrando saliendo de la habitación.

Me tienes que estar jodiendo.

―Mercedes a laboratorio, ahora. Vas a comenzar con cosas pequeñas, pero no te acostumbres a eso por mucho tiempo. Porque luego llegaran aún más y créeme que no tendrás tiempo ni para ir al baño, y yo personalmente me encargaré de que sufras hasta que llames a tu mami llorando.

Un momento, ella dijo Mercedes.

¿Mercedes?

Esa no es la familia... mi mente trataba de ordenar mis recuerdos y procesar bien la información.

―Camille tú vas a urgencias para hacer suturas ―ordenó Kate sacándome de mi trance.

―¿Qué? ¿Solo suturas? ― le reproché. En cuanto vi su rostro de pocos amigos, supe que había cometido un grave, muy grave error.

―¿Te estás quejando?―Kate me miró y se acercó lentamente.

Cada paso que daba me atemorizaba más y más.

Dios, considero que invoqué al diablo. Padre nuestro que estas en los cielos.

―No, yo...―Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino...
―Veo que eso no es suficiente para ti, veamos... ―se detuvo un momento, miró al chico que estaba en el marco de la puerta y luego a mí (Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo...)Tomó entre sus manos un expediente de la pequeña mesa junta a ella― Hugo ven aquí.

El Chico de pelo castaño se acercó rápidamente hasta donde estábamos. Ella lo miro de pies a cabeza minuciosamente.

― Muy bien, hoy te haces cargo de Mercedes con la habitación C119; la señora Parker. Hugo es tu responsabilidad ahora, eso te dará algo que hacer esta maña. Si tanto te molesta hacer suturas, veamos que si esto ― lo señaló con su lápiz ―. Está a tu "nivel". Buena suerte Green― vocalizó cada una de las palabras de mi apellido con fastidio e indiferencia absoluta.




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