Al bajar del auto me dirigí con pasos apresurados hasta entrar en la casa y buscar a Julie con la mirada. Una vez que la localicé, fui hasta la barra de licores, donde ella se encontraba con una copa de vino blanco en la mano.
― Buenas noches Señora Mercedes ¿Cómo esta? ― me dispuse a saludar educadamente.
Con tal solo verme embozo una sonrisa cálida y alzó las manos con tanta rapidez que me preocupe que el liquido en la copa se derramara en el hermoso vestido que llevaba.
― Buenas noches, querida ― quise darle la mano pero ella lo omitió y me abrazo tan fuerte como pudo ― Te ves preciosa, a ver dame una vueltita ― ¿Disculpe? ¿Cómo dijo? Pero cuando vi el entusiasmo de su voz no me quedó de otra que obedecer.
― Muchas gracias Señora Mercedes.
― Cariño, dime Julie, me siento mayor cuando me dicen "señora".
― Como usted diga, Julie.
―Así me gusta, a pesar de haber tenido tres hijos me se mantener. Y si, aun tengo las estrias y las cicatrices pero me da igual. Me gusta mi cuerpo tal y como es― tomó un sorbo a su bebida ― además, mi esposo aún me mira, como lo hacia hace 20 años en nuestra luna de miel.
― Es muy afortunada de tenerlo a su lado.
―Si que lo soy ― cuando dejó la copa en la vara, se quedó un momento mirándola. Tal vez en su mente estaban pasando recuerdos de ellos dos porque al terminó sus labios se curvearon para arriba. ―Siéntate, Camille― hizo unas palmaditas en el taburete que estaba a su lado.
Me senté a su lado.
―Mira, tú cantaras en ese escenario..
― Perfecto.
― ...pero mientras tanto te quiero presentar a mi familia.
¿Ah?
― Ou.. Ahm, claro ¿porqué no?
Comenzó a caminar entre la gente, sin necesidad de empujarlo o pedir permiso, algo que yo no pude hacer. Para mi desgracia tuve que empujar a las personas ganándome un par de insultos por el trayecto.
Me detuve bruscamente cuando casi... casi, por un maldito milímetro me choco con las grandes puertas.
― Llegamos, Camille. ― empujó las puertas dando pase a la excelente/ peculiar vista de su hogar.
Lo primero que vi al entrar, fueron las paredes de color crema, en ciertos lugares había diseños pintados a mano, lo sabía por que aún tenia la marca del lápiz debajo, a la derecha estaba el saló principal donde se encontraba los muebles, uno amplio, que estaba de frente al televisor y los dos últimos a sus costados.
Y justamente dos de sus hijos estaban sentados de espaladas en el sillón grande, supongo que uno de ellos era Hugo, pero sabía quien era exactamente.
Cuando mi vista regreso a Julie, ella ya estaba con un señor aún mas alto que yo, con la barba recién rasurada y un elegante traje.
― Él es William y por esta noche el afortunado cumpleañero― informó tomándolo del brazo y entrelazando las manos son su cónyuge.
― Mucho Gusto Señor Mercedes y ¡Feliz cumpleaños! ―Le di mi mano para saludarlo, pero como hizo su esposa anteriormente, me atrajo hasta a él en un cálido abrazo.
Supongo que con esta familia debo de dejar de dar la mano como saludo.
― Prefiero que me llames William. Como ya te habrá dicho mi esposa, no hay necesidad de formalidades contigo. Y muchas gracias por las felicitaciones, lo aprecio mucho.
A ver, no se dan cuenta que están dejando entrar a su vida a una completa extraña.
¿Y su fuera una asesina serial?
Podría ser, me veo genial con traje negro.
Soy yo o todos de esta familia tienen la cualidad tener esa sonrisa tan, pero tan dulce.
―Claro señ... digo William ― el asintió con la cabeza dulcemente y tomo por la cintura a Julie para atraerla a el y darle un beso en los labios.
Me disculpe con los dos para poder ir con Hugo y hablar un rato, pero me paré en seco ante la curiosa escena que estaba presenciando.
Los dos ya estaban de pies...
Pero... Hugo está ahí ... pero también está aquí. Acaso estoy viendo doble.
Me frote los ojos, para corroborar que no estaba soñando.
Creo que es hora de dejar tomar café todo el día...
Julie notó mi cara de confusión al verlos y los llamó para que se acercaran a nosotros.
Con cada movimiento los músculos de sus brazos se comenzaron a tesar, a notarse.
Uno se acarició levemente el pelo acomodándolo de manera que me dejo ver completamente su rostro. Sus manos eran gruesas y estaban cubiertas por anillos, no eran de compromiso porque no se veían como uno, en la mano izquierda tenía una especie de cadena que iba desde su dedo, sujetado por un anillo de color negro; hasta su ante brazo.
Ese definitivamente no es Hugo.
Madre de Dios.
Madre de Dios.
Madre de Dios
―Hola, bonita
El si que era atractivo, pelo castaño, ojos color miel y una sonrisa agradable a la vista.
―Camille, mi nombre es Camille―rodé los ojos. Su sonrisa se transforma, aunque no de la forma que yo esperaba: el hoyuelo que trae en su mejilla izquierda se hace más pronunciado y sus ojos destellan con algo que parece picardía.
― Mucho gusto. Soy Marco ― ya ni me molesté en darle la mano. En un movimiento rápido y ágil, me tomó del brazo, se acercó y depositó un duradero beso en la comisura de mis labios.
Hugo al notar que mis mejillas estaban más que encendidas me dedicó una cara picara que me dejó con culpabilidad.
Como quieren que me tome enserio, si me acaba de ver sonrojada y babeando por su hermano.
― M...Mucho gusto―logre vocalizar con dificultad
―De igual manera― Tomó mi mano y lo llevó a su boca para depositar un beso en mis nudillos sin dejar de mirarme.
Su madre puso los ojos en blanco y le pellizco el brazo, el se sobó por el dolor.
― ¿Dónde está su hermana ? ― les preguntó Julie a sus hijos .
― En su habitación― respondió Hugo
― Hija, baja de tu habitación en este mismo instante ― Julie gritó desde las escaleras y estuvo más que claro que todos, hasta los vecinos la escucharon. Quise taparme los odios e imaginé que los otros también lo harían pero para mi sorpresa ellos no me imitaron y siguieron haciendo sus cosas como si nada .