Felicidad
Después de pasar un día espectacular al lado de mis amigas y de Matthew llegue a mi casa y le conté a mi mamá sobre el noviazgo que empecé con Matthew, lo cual la puso súper feliz y la verdad no me extraña, ya que mi mamá adora a Matthew, a veces siento que lo quiere más a él que a mí.
*****
Hoy por fin ya es lunes y veré a Matthew, hablare claro con Reichell para que no se vuelva a meter con nosotros.
—Nena Matthew ya está aquí, así que date prisa si no llegaran tarde. —Me dijo mi mamá del otro lado de la puerta.
—Voy mamá. —Si mi mamá me llama nena y no hija es que bueno se sentiría vieja al decirme hija, ya que ella me tuvo muy joven pues ella es más joven que mi papá. Después de cinco minutos baje ya lista, peinada y con la mochila, lista para irme.
—Ya estoy lista, vamos Matth. —Le dije al bajar las últimas gradas.
—No tan rápido. —Nos dijo mi mamá. —No se van de aquí sin antes desayunar algo, no quiero que se enfermen después por no comer a tiempo. —Dijo saliendo de la cocina.
—Pero mamá ya vamos tarde. —Le intente explicar.
—Nada de peros, cualquier cosa tu papá los va a dejar y listo. —Me respondió enseguida.
—Si princesa tranquila, aparte quien no va a querer algo preparado por tu mamá, si cocina delicioso. —me dijo Matth apoyando a mi madre.
—Ya Matth deje de ser tan adulador, ya entiendo porque mi mamá lo quiere tanto. —Le respondí cruzada de brazos.
—No me culpe solo porque su mamá me quiera más a mí que a usted. —Dijo mientras me sonreía.
—Eso no es cierto. —Le dije haciendo un puchero.
—¿A no? Verdad que usted me quiere mucho suegra. —Le gritó Matth desde el comedor a la cocina a mi mamá.
—Claro que sí, si te quiero como un hijo, es más por mí que se casaran ya. —Le respondió mi mamá casi gritando.
—Hay mamá no seas tan exagerada si apenas tenemos diecisiete años, como estás pensando en casarnos, por Dios mujer. —Le respondí muy sonrojada.
—Aunque no es mala idea, total algún día nos tenemos que casar, así que el tiempo no importa. —Dice Matth entre risas, sabiendo que eso me enoja.
—Deje de darle cuerda, que yo aún no me quiero casar, aparte a como es mi mamá luego saldrá con que quiere nietos y eso sí que no. —Le respondí dándole un pequeño golpe en el hombro.
—Y ¿Por qué no? ¿Acaso no quiere unos mini gruñonsitos corriendo por la casa? —Me respondió abrazándome a lo cual casi me desmayo.
—Que está loco, tal vez dentro de 10 años, pero ahorita no gracias, estoy bien así. —Le respondí con horror pues la verdad es que a veces ni yo misma me soporto ya se imaginan yo con un bebe, el llora y yo lloro junto con él.
*****
Después de que mi papá nos fuera a dejar, íbamos de la mano cuando encontramos a Reichell, hoy sí era hora de ponerla en su lugar.
Cuando se acercó me tense, ya que estaba intentando controlar mi enojo para no matarla de una vez.
—Tranquila no vale la pena que se enoje, yo hablaré con ella. —Me dijo Matth abrazándome.
—Per... —No me dejo terminar.
—Pero nada, no quiero verla así y al que le mintió fue a mí, así que yo me encargo de ella. —Me respondió serio.
—Si pero... —Intente decirle.
—Ya dije sí, por favor no peleemos por esto, se lo pido. —Me respondió en tono suplicante, a lo cual sin remedio acepté.
—Ya que, está bien hágalo usted pero eso sí, si se pasa de lista yo me encargare. —Le dije en tono de advertencia. En eso Reichell se acerca con la sonrisa más falsa que he visto en mi vida.
—Hola chicos, me alegra verlos al fin juntos. —Dijo al estar delante de nosotros.
—¿Enserio te alegra? —Le pregunté con un tono de rabia intentando controlarme.
—Claro sí, sí son mis mejores amigos. —Me respondió de forma inocente lo cual me molestó aún más.
—Aja, bueno si así eres con tus amigos no me quiero imaginar cómo eres con tus enemigos. —Le dije soltando una risa sarcástica.
—Ya Samanta, deja que yo lo resuelva por favor. —Me dijo Matth.
—Está bien como usted quiera. —Le dije bufando.
—Gracias. Bueno la cuestión es esta, ya no te queremos cerca y mejor si no nos vuelves a hablar en toda tu vida gracias adiós. —Dijo de un solo Matth, eso me sorprendió mucho y también lo agradecí.
Después de eso nos dimos la vuelta dejándola con la palabra en la boca, lo cual me gustó aún más.
—Bravo, me encanto como hablo lo felicitó. —Le dije abrazándolo con emoción.
—Bueno, ya vamos a clases ¿sí? —Me dijo entre risas.
—Claro, deje y me pongo bien la mochila. —Le respondí separándome de él.
—Nada de eso, deje que yo me la lleve. —Me dijo intentando quitármela.
—Hay no que pena, aparte no soy manca. —Le respondí encogiéndome de hombros.
—Hay deos, yo tratando de ser lindo con mi novia y ella no quiere, quien las entiende. —Dice entre risas.
—Está bien, haga su obra del día llevando mi mochila. —Le dije mientras le daba mi mochila.
—Gracias hermosa dama. —Me respondió haciendo una pequeña reverencia.
—De nada, fiel caballero. —Le respondí imitando su acción entre risas.
—Bueno vamos, si no me van a dejar afuera en mi clase y a usted en la suya. —Me dijo colocando mi mochila encima de la suya.
—Okey vamos. —Le dije mientras entrelazábamos nuestras manos y empezábamos a caminar.
*****
Después de un día muy cargado con tareas para mañana (eso que solo es lunes), por fin salimos de la última clase y Matth me esperaba en el mismo lugar de siempre.
Me despedí de las chicas y fui rápido con él ya que lo extrañaba demasiado, pues desde que somos novios lo extraño mucho más que antes.
—Quién es el novio más lindo del mundo. —Le dije mientras lo abrazaba.
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Editado: 16.01.2023