Mi Mitad

Capítulo 03 "Cazadores"

Spencer

Cazadores, la palabra más temida de toda criatura no humana. Los cazadores son una plaga peor que las ratas, sobre todo si hablamos de cazadores de criaturas como los licántropos, hombres lobo y vampiros.

Sin embargo, a pesar de lo que se dedican, según mamá en Oregon no habían por ser un lugar bastante pacífico y que pasaba desapercibido al ojo de los cazadores. Es por eso que enterarme de que cazadores han estado rondando por estos lugares no me agrada y me extraña.

—Muy bien, siéntate— me dijo Aza al entrar a su despacho. Obedeciéndolo me senté al mismo tiempo que miraba alrededor. Había dos estantes blancos uno al lado del otro llenos de libros de diferentes tamaños, grosores y colores, había un sofá blanco pegado a la otra pared que combina perfecto con el tono gris claro de las paredes y el tono negro del piso flotante, el escritorio de Aza blanco estaba repleto de pilas de papeles junto a un computador de torre bastante moderno, de hecho, sin embargo lo que más me llamó la atención fue los cuadros colgados en las paredes y puestas en los espacios libres de los estantes y del escritorio.

De pronto me di cuenta de que es el cuarto también habían varias fotos, se notaban la antigüedad de estas, pero aquí estas fotos son más nuevas. Pude reconocerme en varias de las fotos a distintas edades, también pude reconocer a mi madre en varias de ellas, a mi tío Damon y a Aza.

—Son unas lindas fotos— comenté.

—Lo son— sonrió— me ha costado mucho decidir por cual poner— le sonreí.

—Escogiste bien— lo miré. Por un segundo él se me quedó mirando, me gustaría saber en qué está pensando pero cuando estoy a punto de preguntar su sonrisa se desvanece y supe que el tema importante del que venimos a hablar estaba por comenzar, así que copié su comportamiento y me puse serio, dispuesto a escucharlo— ¿Qué pasó?— Aza suspiró, abrió uno de los cajones de su escritorio, sacó una carpeta y la dejó abierta en mi dirección sobre el escritorio. Me incliné hacia delante y tomé el contenido.

—Un mes después de que tu madre se fuera las cinco primeras fotos fueron tomadas en cinco días distintos a las afueras de Oregon— explicó. Miré las cinco primeras fotos, en ellas un grupo de al menos ocho personas aparecían siempre juntas y caminando en diferentes partes— al quinto día mis hombres y los de White Moon perdieron sus rastros. Pensamos que se habían marchado— suspiró— pero nos equivocamos— apretó sus labios y miró las imágenes que quedaban en la carpeta. Me volví a inclinar y las miré. Quedé perplejo ante lo crudas que son.

—Esto es…horrible— dije anonadado.

—De pronto los guardias comenzaron a desaparecer uno por uno en ambas manadas, en cuestión de semanas de cien guardias quedaban sesenta. Y no solo licántropos, los vampiros también comenzaron a sufrir las consecuencias— volvió a suspirar mientras se dejaba caer sobre el respaldo de la silla— uno a uno los cuerpos empezaron a aparecer cerca de la frontera, degollados, mutilados, golpeados con marcas visibles de torturas y de pinchazo de aguja— soltó con un notable enojo en su tono de voz— esos monstruos atacaban a todos aquel que se les cruzara por en frente— tomó un documento de su escritorio y me lo pasó. Dejé las imágenes en la carpeta y leí con atención el documento, que más bien, son estadísticas— en veinte años la población de licántropos y vampiros disminuyó más de la mitad, el pronóstico es que en quince años más ambas manadas y el pueblo vampírico se extinguirán—alcé mi vista casi como un resorte. La situación es completamente alarmante— el 15% de las bajas de licántropos son de Rogues y otro 15% son de vampiros desertores.

—Dios mío— dije completamente anonadado y procesando la información.

Me quedé unos minutos callado pensando en todo lo que me había dicho. Aza se levantó, lo escuché revolotear detrás de mí y finalmente un vaso de whiskey con tres hielos se posó frente a mí. Le agradecí con un gesto y bebí un largo sorbo.

Me pregunto si mamá sabe de todo esto, al menos sé que Raz sí porque, bueno, al fin y al cabo es el príncipe de este pueblo vampírico, pero no sé si mamá lo sabe.

Las fotos y estadísticas son desalentadoras, solo quince años más y todo lo que conocemos hasta ahora se perderá. No sé mucho de los cazadores, de hecho, no creo ser el único, los únicos que saben realmente cómo es tratar con cazadores son los que han tenido problemas con ellos. Lamentablemente esas personas lograron plasmar muy poco de sus conocimientos en las demás personas antes de desaparecer.

—Al menos, por ahora, sabemos cómo es la forma en la que atacan— lo miré— en veinte años se aprenden algunas cosas y tú como heredero tienes que saberlas y aprendértelas lo más pronto posible, no sabemos cuándo puedan volver a atacar.

— ¿No tienen patrón de ataque?—negó con la cabeza

—Cuando creímos poder haber descifrado su patrón lo cambiaron de un momento a otro tomándonos por sorpresa. Pero…

— ¿Pero?

—Hay algo que ni siquiera ellos pueden cambiar al momento de atacar y es sus divisiones.

— ¿Divisiones?— pregunté. Aza suspiró, se acabó el vaso de whiskey de un trago, volvió a abrir el mismo cajón de antes y sacó otra carpeta. Me la dejó frente a mí y volvió a recargarse en el respaldo de la silla. La abrí curioso, más fotos.




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