Dracul
¿Que si me siento como un acosador? Por su puesto. Estoy siguiendo a la tal Michaella desde que salió de la oficina de Jason. ¿El por qué? Bueno, esa chica tiene un aroma bastante extraño, de alguna forma hay algo en ella que no es normal.
Trago saliva al imaginarme la respuesta de mi pregunta. Una chica que ni ha cumplido los 16 años y que ya tienen tanto potencial físico y ese aroma tan extraño…si tengo razón, entonces me imagino que entrará en negación de forma inmediata y puede hasta que me trate de matar.
Levanto la cabeza, sorprendido de que mi pecho chocara con la espalda de Michaella, retrocedo un paso y la miro. Esta se da media vuelta y me mira con severidad.
— ¿Qué estás haciendo?
—Lo siento, me distraje pensando —contesté con sinceridad. Michaella achica los ojos y se cruza de brazos.
—No seas imbécil, me refiero a ¿Qué estás haciendo siguiéndome? —sonreí burlón.
—Oh, te has dado cuenta.
Michaella se mantuvo en silencio asesinándome con la mirada. No sé si es porque está enojada por lo que acaba de pasar o es simplemente porque no le caigo bien. Puede que por las dos. De todas maneras, no me conoce como para que le caiga mal, por otro lado, soy vampiro y por esa razón no creo caerle bien.
Si lo que estoy pensando es cierto, entonces esto costará más de lo que creí.
— ¿Qué quieres? —preguntó. Alcé una ceja.
— ¿Por qué crees que quiero algo?
— ¿Me estás diciendo que eres un acosador que sigue a las personas solo por gusto? Si es así, entonces no me hace gracia que yo sea el objetivo y te recomiendo que dejes de hacerlo, no estoy de humor para juegos —volví a sonreír totalmente a gusto con la situación.
—Tienes una lengua filosa —acepté en voz alta— no combina para nada con tu apariencia.
—Lo sé —finalmente se dio media vuelta, dejó caer sus manos a cada lado de su cuerpo y comenzó a caminar con la intención de alejarse de mí.
Metí mis manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón y comencé a seguirla nuevamente. Sabía que eso la fastidiaría, quería ver hasta dónde aguantaba su paciencia. Con la vista fija en ella comencé a pensar en todas las posibilidades del porqué encontraba a esta chica tan extraña.
No podía ser solo porque sus palabras no combinaran para nada con su apariencia dulce y juvenil. Tampoco podía ser el hecho de que me sorprendiera de cuánta paciencia estaba teniendo conmigo hasta ahora, llevo como 20 minutos siguiéndola de cerca, sé que ella lo sabe, pero aun así no me dice nada, Cassie o Spens ya me hubieran golpeado.
10 minutos después de pensar en varias posibilidades, ninguna encajó tanto como la que tengo en mente desde que la vi por primera vez.
Pestañeo al darme cuenta de que las voces de las personas se silenciaron, miro a mi alrededor y me sorprendo al ver que en algún momento de mi seguimiento llegamos al bosque, alejados de la gente. Más me sorprendo cuando miro al frente y la figura de Michaella ya no está, me paro en seco.
— ¿Michaella? —pregunto al viento.
Miro a todos lados y no hay ni un solo rastro de ella, sin embargo, solo por su aroma tan extraño, sé que está cerca. Trato de visualizarla, pero simplemente no puedo, todo lo que veo son árboles y tierra. Me doy media vuelta esperando verla a mi espalda, pero no ocurre.
— ¿Dónde está? —susurré.
De pronto, un peso que vino desde arriba me derribó e hizo que mi cuerpo chocara contra el duro piso y mi cara se enterrara en la tierra. Levanté la cabeza, me limpié los ojos con las manos y volteé a ver a Michaella, que estaba encima de mí con el rostro serio.
—Eso fue genial, no había visto que estabas arriba —ella puso los ojos en blanco y se acomodó arriba de mi espalda. Me podría parar, pero estoy seguro de que de alguna forma mi rostro volvería a tocar la tierra.
—Ya basta de juegos, dime qué quieres de una buena vez —apreté los labios y decido picarla un poco más.
—Sabes, tienes mucha paciencia, cualquier otro ya me hubiera golpeado hace mucho tiempo.
—No me tientes que aún puedo hacerlo —amenazó— sobre todo si no me dices de una buena vez qué quieres.
—Está bien, te lo diré, pero… —carraspeo— ¿No crees que sería mejor si hablamos de frente? —Michaella pareció pensárselo. Al final salió de mi espalda y retrocedió hasta sentarse en un tronco caído. De un salto me paré y me limpié la ropa y la cara. Suspiré y miré a la chica— ¿Debería presentarme primero? —Michaella alzó una ceja y me miró fastidiada— sí, es una idea absurda, ya me conoces —sonreí. La verdad es que quería fastidiarla. Me encanta que, hasta el momento, a pesar de todo, aún no haya perdido la paciencia, quiero ver hasta dónde llega. Soy un curioso.
—Ve directo al grano, Dracul Sans —la mención de mi nombre y apellido fue, más bien, para hacerme saber que ella ya me conoce y que no está hablando con un completo desconocido.
—Está bien, pero necesito que dejes tu mente abierta a cualquier probabilidad —asintió— ¿Lo prometes? —colocó los ojos en blanco.
—Que infantil.