Mi Mitad

Capítulo 28 "No es mi papá"

Le dolía, le dolía a horrores pelear con Aza, escucharlo chillar cuando lo mordía, cunado enterraba sus garras en su cuerpo para detenerlo, le dolía cada golpe que Aza, en su inconsciencia, le daba.

“No es mi papá”, se repetía una y otra vez, “No es Aza, tengo que detenerlo”, pero eso no lo hacía más fácil, al contrario, puede que incluso le doliera más.

Su pecho ardía con cada gruñido, tenía que desconocer a su propio padre para mantener a todos a salvo, le costaba demasiado hacerlo. Los ojos de Aza cambiaban a cada rato, podía ver cómo su padre trataba con todas sus fuerzas mantener el control, o al menos reducir la fuerza, pero simplemente no podía, era una bestia en descontrol total. Una lágrima salió de los ojos de Spencer cuando mordió el cuello de Aza y por fin lo pudo mantener quieto.

“Perdóname”, repitió una y otra vez, “perdóname, papá, perdón”. Aza se sacudió y Spencer apretó el agarre de su mandíbula. Apoyado en sus cuatro patas lo arrastro hasta dentro de una de las celdas. Aza luchó por pararse, pero los colmillos de Spencer ya habían logrado hacer un agujero en su piel, moverse lo hacía peor.

Un arañazo de parte de Aza directo al rostro de su hijo lo hizo chillar, la sangre lo dejo ciego por un momento, sin embargo, no soltó su agarre, se dijo así mismo que tenía que mantenerse así por más que le doliera. Cerró su ojo adolorido e hizo presión en su agarre, Aza gruñó y volvió a atacar la cara de Spencer.

—Spencer ¿Está bien todo por allá? —se escuchó la voz de Michaella salir por la radio. De reojo el chico miró el aparato— ¿Spencer? —volvió a preguntar. Sabía que si no le contestaba la chica bajaría, no podía permitirse eso, tener un problema más por el que preocuparse lo distraería completamente.

Con un movimiento de cabeza lanzó a Aza hacia una de las paredes, el susodicho cayó en seco, Spencer corrió hacia la radio que había salido volando cuando comenzó la pelea con Aza, cerró la reja del calabozo de Aza con fuerza y convertido en humano corrió hacia las llaves.

— ¡Spencer, contesta o te juro que bajaré! —se escuchó por la radio, justo en el momento en que Aza se levantó y se sacudió.

Rápidamente y con las manos tiritando Specer cerró la celda de Aza y cayó hacia atrás justo cuando la bestia chocó contra las rejas. El chico retrocedió rápidamente cuando Aza metió sus brazos entre las rejas tratando de alcanzarlo.

— ¡Aquí estoy! —contestó inmediatamente con la respiración agitada— ¡No se te ocurra bajar Michaella! —la chica suspiró aliviada, su camino se había detenido justo en la puerta de las escaleras.

— ¿Qué está pasando?

—Michaella, te daré una orden clara y espero que la sigas al pie de la letra —respondió con el tono más autoritario y serio que pudo. Los bellos de la nuca de la chica se erizaron ante la tonalidad de la voz del que sería su Alpha. Asintió con la cabeza inconscientemente aun sabiendo que él no la vería— no bajes aquí a menos que yo te diga, si no te contesto no bajes, si no te lo ordeno no bajes, si algo me llega a pasar lo único que mantendrá a Aza aquí dentro y no allá afuera será esta condenada puerta y si es abierta conmigo en mal estado no podremos hacer nada para detenerlo ¿Entendiste? —volvió a asentir en silencio— Michaella ¿Entendiste?

—Sí —contestó ya consciente de que él no la está viendo— entendí.

Aza volvió a chocar contra los barrotes. Haberlo metido en una nueva celda había sido una gran idea, le permitía estar mucho más seguro y tomarse un pequeño momento para recuperar el aliento.

Con su polera limpió la sangre de su cara con delicadeza, se espantó un poco al darse cuenta de lo borroso que veía por su ojo izquierdo, se trató de convencer de que era solo porque quizás aún había sangre en su ojo, pero en el fondo supo que el arañazo de Aza le había hecho daño a su ojo. Se tocó con delicadeza los cortes que cuatro de las garras de Aza le habían hecho, empezaban en la zona de la cien, pasaban por su ojo y mejilla y terminaban en su nariz y labios, le ardía como la mierda, las pudo sentir profundas, claramente le dejarían marca.

Después de limpiarse lo más que pudo miró a Aza chocar con las paredes y las rejas una y otra vez para romperlas nuevamente. Pensó en Romina, en Cassandra, en su tía, en su hermana y madre ¿Cómo les estará yendo? ¿Su tío habrá podido alcanzar a ayudar? ¿Jackson estará vivo?

Romina, tratando de ser toda la ayuda posible para su nueva manda y para su Mate, se encargó ella misma de la seguridad del laboratorio, ha luchado desde que llegó y ha ayudado en todo lo que ha podido. Cazador que se encontraba, cazador que mataba y registraba para ver si traía consigo la fórmula para Aza.

—Señorita Romina —la llamó una de las científicas del laboratorio— tenemos dos graves problemas.

— ¿Qué pasó? —preguntó con un mal presentimiento retorciéndole el estómago.

—Nos falta un ingrediente clave para terminar la fórmula.

Romina cerró los ojos y respiró hondo tratando de mantener la calma lo más que podía, con voz calmada y sin entrar en pánico, habló.

— ¿Cómo que falta uno? ¿Por qué falta uno?

—Resulta que cuando nos fuimos del laboratorio central se quedó uno de los ingredientes que debe estar en refrigeración constante, no alcanzamos a sacarlo del refrigerador.




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