Mi Mitad

Capítulo 32 "Carter"

Damon miraba los informes hechos a mano y a la rápida de las bajas de la batalla de hace una noche. Eras muchas, demasiadas, más de las que habían tenido hasta ahora, esa noche fue fatídica, fue un golpe bajo que los hizo quedar vulnerables, más de la mitad de sus guerreros fueron asesinados esa noche.

—Esto es increíble —dijo mirando los nombres y apellidos de la extensa lista. Michaella, parada firme en contra de la voluntad de los médicos que le atendieron las heridas en su pecho y abdomen, agachó la cabeza igual de desanimada.

El nombre de Jason Night le partió el pecho, era su mejor amigo el que estaba entre las cuentas de los fallecidos en batalla, no pudo evitar sentirse perdido sin él a su lado.

—La lista de los desaparecidos está a un lado de esa —mencionó Michaella evitando que Damon se dejara llevar por sus pensamientos— pero hay algo extraño —el Beta, que ahora hace rol de Alpha, tomó la hoja de los desaparecidos entre sus manos, leyó nombre por nombre hasta que entendió el presentimiento de la chica frente a él, se veía algo demacrada y pálida.

— ¿Estás segura de que no quieres descansar?

—Me niego, señor —sonrió levemente— quedarme ahí sentada solo me permitirá pensar en…mi padre— Damon asintió comprendiendo.

El padre de Michaella fue uno de los fallecidos en batalla, la pobre chica de apenas 16 años se había quedado sola, sin madre, sin hermano, sin padre y sin Mate. Después de cumplir los dieciséis se dio cuenta de que su Mate no estaba en la manada, que el chico que le gustaba no era su Mate y que él ya tenía a otra. Realmente lo ha pasado mal y Damon lo sabe, es por eso que le permitía volver al trabajo a pesar de las negaciones de los médicos.

—Entiendo tu punto —dijo el Beta cambiando de tema y volviendo a la lista de desaparecidos— todos estos nombres son de la guardia fronteriza que estaba activa en ese momento —suspiró dejando caer la hoja en el escritorio— desaparecieron todos ¿Cómo fue que lograron llevárselos a todos? Eso explicaría cómo fue que traspasaron la frontera sin mucha dificultad.

—Pero no explica cómo se los llevaron, yo incluso pude ver a varios aún antes de que se soltara el Alpha.

—Alguien atacó desde adentro, pero ¿Quién? —su mirada viajó hasta los nombres y justo al final vio uno que no creyó ver nunca ahí— ¿Richart?

—Yo tampoco lo creía, pero no está, su Mate tampoco, si pudieron vencer a Richart —suspiró— y de matar a nuestro Alpha, estoy segura de que son capaces de hacer todo.

Y mucha razón tenía, los cazadores son capaces de todo para cumplir sus objetivos, incluso raptar y aprisionar a toda una ronda de guardias fronterizos.

Richart, el hombre que fue el contrincante de Spencer en las pruebas físicas, el que fue el profesor de lucha del mismo, fue encadenado, obligado a caminar y a arrodillarse frente a los cazadores junto con todos sus compañeros. Sentía una opresión en el pecho al ver a su Mate, con las muñecas esposadas, arrodillada a su lado, tenía un moretón en su mejilla por el golpe que le dieron por haber tratado de soltarse.

No fue sino hasta que tres hombres y una mujer llegaron en grupo, armados de los pies hasta la cabeza, que su mente volvió al lugar en el que estaban, no conocía el lugar, sus ojos fueron vendados y las vueltas que dieron fueron demasiadas como para recordarlas.

—Suéltenla, ¡ella no tiene nada que ver! —gritó enojado. Un golpe en su mejilla le hizo girar la cabeza.

— ¡Cállate perro!

—Vaya, creo que el perrito está enojado —una voz áspera y agria se escuchó desde el fondo de la habitación, por detrás de las cuatro personas que entraron hace un momento, solo entonces se dio cuenta de que esas personas lo flanqueaban como guardaespaldas— no me sorprende, tiene motivos ¿No es así?

Carter Shapply. Cincuenta años, investigador privado, militar retirado, padre de una hija, viudo y en sus tiempos libres el líder de los cazadores de USA. Tiene una apariencia aterradora con su cicatriz en la mejilla hecho por una garra hace años, sus ojos celestes lo miran desde arriba con desdén y asco.

—Si vas a matarnos, mátanos de una buena vez, pero ella no tiene nada que ver en esto, ¡es humana al igual que ustedes! —el caballero lo miró con diversión.

— ¿Por qué le haría daño? —su sonrisa de amplió con maldad. Richart vio en sus ojos algo que le puso la piel de gallina— tú mismo lo dijiste, es una humana y nosotros defendemos a los humanos, ¿no es cierto querida? —esta vez su mirada pasó a la chica Mate de Richart, Jolly.

Cuando las esposas cayeron de las muñecas de Jolly, el chico sintió un alivio en pecho que le duró unos escasos segundos, unos muy escasos segundos cuando la rubia se paró y se colocó a un lado de Carter.

—O debo decir, hija querida —los lobos a un lado de Richart gruñeron con furia, enojados, traicionados por la Mate de su líder.

La chica, la rubia buenamoza que parecía un conejo indefenso con esa estatura pequeña y ojos verdes grandes, no tenía cara para mirar a su Mate que estaba de rodillas frente a ella, encadenado y herido, en más de una forma.

Richart la miraba helado con la sorpresa, el calor de su cuerpo lo había dejado por completo cuando las piezas del rompecabezas le encaban de apoco.




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